vendredi 23 novembre 2018

Homenaje a Giacometti, y algo más (con Rui Chafes)


19 de noviembre por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)

en portugués (con algunas fotos más)



Alberto Giacometti, Mujer de pie, sin brazos, 1958, yeso 65,1 x 11,3 x 21 cm / Rui Chafes, 
Más allá de los ojos, 2018, acero, 12 m.




Ante todo, puede sorprender el acercamiento: ¿qué tienen que ver Alberto Giacometti y el escultor portugués Rui Chafes? Ni similitud en las formas, ni experiencias comunes, ni ninguna filiación. ¿Es descabellado reunirlos, hacerlos dialogar en esta exposición en la Fundación Gulbenkian en París (hasta el 16 de diciembre)? Sobre todo porque se empieza la visita entrando en un pasillo oscuro, mate y estrecho, en cuyas paredes han puesto algunas aberturas a través de las cuales se divisan pequeñas esculturas de Giacometti iluminadas con una luz violenta. Vemos una a través de una reja de confesional, otra (Mujer de pie, sin brazos) por una tronera vertical que enmarca su propia verticalidad (aquí arriba), otras por un oculus que difracta la mirada e impide una visión única. Tiene que asistir solo a esta experiencia, puesto que es difícil cruzarse y el patán que dice en voz alta cosas sin interés molesta, cuando el silencio debería ser evidente en semejante corredor. Se ven de otra manera las pequeñas cabezas giacométicas, y nos damos cuenta de que es la arquitectura de ese pasillo la que nos obliga a mirar más atentamente, de forma más trabajada, es incluso un esfuerzo percibir en el lente multiplicador la cabecita de tierra de Diego (9.5 cm de alto, abajo), que nunca antes se había expuesto. Y es entonces cuando entendemos que aquello no es una puesta en escena creativa, ni un artifice de curador inventivo, sino que nos encontramos en el interior de una escultura de Rui Chafes, que ese pasillo llamado Más allá de los ojos, es su obra, su manera de encontrarse con Giacometti, de rendirle homenaje y de afrontarlo, tarea inmensa de la que sale muy bien. 


Alberto Giacometti, Figurita pequeñísima, hacia 1937-39, yeso, 4,3 x 3 x 3,8 cm


Otra instalación de Chafes se encuentra en la sala siguiente, un paralelepípedo de acero de 4 metros de largo (Luz) en el fondo del cual, en un nicho minúsculo iluminado, hay todavía más minúsculo, Figurita pequeñísima (4.3 cm de alto) sobre un pedestal más grande que ella: ¿simple puesta en escena? Pero, al entrar y al acercarse a la figurita, de repente uno se siente mal, mareado: un suelo inclinado, unas paredes que parecen moverse, se siente incomodidad, tormenta, desequilibrio, se avanza con dificultad. Ahí también, se perturba la percepción y hay que esforzarse, dominar el malestar, para alcanzar el final y disfrutar al fin con la contemplación de la escultura de Giacometti (allí también, solo, preferentemente). 


Rui Chafes, Con nada, 2018, acero, 130 x 25 x 23 cm & Otro cuerpo I, 2018, acier, 80 cm / Alberto Giacometti, Figurita, hacia1956, bronce, 23,4 x 6,9 x 10,1 cm


¿Será que Chafes es un pertubador de visitas, un revelador de la mirada, su papel se limitará a molestarnos para permitirnos que veamos mejor? ¿Un simple escenógrafo genial? iClaro que no! Pues más lejos, al ver sus esculturas frente a frente, entendemos el contraste: las unas, de bronce, yeso o tierra, se encuentran sobre pedestales, a veces desmesurados; otros, de acero negro, se encuentran suspendidos y se mueven al paso de los visitantes. Algunas llevan obstinadamente las huellas de los dedos que las modelaron, como cicatrices; otras tienden a la perfección lisa (incluso si, por primera vez en el trabajo de Chafes, dos de ellas, vemos el interior, las entrañas, más ásperas pero igual de puras que la piel del exterior bien pulida). Unas (en todo caso las que escogieron para esta exposición) son figurativas, seres humanos de pie o cabezas; las otras son solo formas abstractas, enrollamientos, torsiones (aunque una, discreta en la escalera se llama Lágrima V, esfera pequeña de acero suspendida). Otras tienden a ser 
« desmateriales », otras flotan en los limites de lo ponderable. Unas son un grito hacia el mundo; otras son un murmuro en nuestro espacio secreto.


Rui Chafes, La nuit, 2018, acier, 81 x 28,5 x 287 cm / Alberto Giacometti, Le Nez, vers 1947-50, plâtre, 43 x 9,7 x 23 cm



Me convenció menos la instalación que agrupa una obra del uno ensamblada en una obra del otro: la de Chafes, La noche, en verdad inestable y que se balancea, está puesta sobre un pedestal, mientras que la de Giacometti, La nariz, está suspendida, no en una jaula como lo hiciera Giacometti, sino a la escultura de Chafes. Esta inversión molesta. Además, son las dos esculturas que muestran similitudes formales, la una parece el prolongamiento de la otra, espada y nariz. Es verdad, que ahí también, la mirada tiene que jugar con las formas y encontrar su punto de vista único, pero la fuerza de la demostración aquí me parece debilitada. Mencionemos para terminar cuatro dibujos de Giacometti en las paredes. 


Alberto Giacometti, Tête de Diego, vers 1934-41, terre, 9,5 x 5,4 x 7,7 cm


Nada que ver con la otra exposición de Giacometti en el Museo Maillol, bastante didáctica (no he visto la de la Fundación con Annette Messager). Nada que ver tampoco con las esculturas farragosas de Franz West en el Centro Pompidou, en búsqueda de legitimidad, cuestionando el estatuto de la obra de arte y volviéndose mobiliario: otra concepción de la escultura, en las antípodas de la pureza de Giacometti y de Chafes. 

Imágenes cortesía Fundación Gulbenkian; obras de Chafes cortesía del artista; obras de Giacometti Col. Fundación Giacometti, París. Vistas de la exposición: fotos de Sandra Rocha. 

samedi 17 novembre 2018

Rebote visual y combinatorio

02 de noviembre de 2018, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Estefania Penafiel Loaiza, la loteria en Babilonia, 2017, 4 videos en bucle


Este trabajo de Estefania Penafiel Loaiza (galería Alain Gutharc hasta el 17 de noviembre) nació de una residencia en un hospital psiquiátrico. Pero no se esperen a que sea arte terapia o arte marginal; fuera de la serie de imágenes en doble exposición que cuentan la historia del hospital, el vinculo con el universo psiquiátrico se mantiene. Es verdad que los videos de juegos de ajedrez doble espejo proceden de los archivos del hospital, pero su interés reside sobre todo en el juego mismo y su puesta en bucle en espejo: uno de los jugadores mueve hacia adelante, otro estará ahogado (creo), y la bucle video parece crear prisioneros condenados a trabajos forzados en cadencia. De vez en cuando aparecen extractos del palíndromo de Debord. Pero el ajedrez es lo contrario de una lotería (en Babilonia según Borges), el azar no está para nada presente y reina la razón, suprema; uno se inclina más bien por desmontar el mecanismo presentado, visual y escaque, que por tener en cuenta la fortuna, buena o mala. 



Estefania Penafiel Loaiza, de la incertidumbre que viene de los sueños, 2017, captura video


Me parece que la exposición gira en torno al rebote visual y textual. Un video muestra la pupila del ojo que refleja una pantalla en la que se proyecta una secuencia del ojo cortado con cuchilla del Perro Andalus. Este ojo-espejo, ojo-foto, ojo-pantalla corresponde con la linea del mito del optograma de Bernard Stiegler y de Margarita Medeiros. Produce malestar, por la sensación que sentimos de abolición de fronteras entre interior y exterior, transcendiendo los limites del cuerpo y también de la visión. 


Estefania Penafiel Loaiza, palíndromo, 2018


Rebote visual aunque este libro (que no es un palíndromo) cuyas imágenes espejos son triples y en el cual el texto no se puede leer sino de forma fragmentada, ya sea en el libro, ya sea en uno u otro de sus reflejos: es un diálogo póstumo entre Henry Michaux en Ecuador (libro de 1929 que ya había inspirado a la artista) y la artista que le responde en español. Como el caballo del ajedrez, saltamos entre página y página, que es la misma, pero es otra, un reflejo, una inversión, e intentamos seguir el hilo del diálogo.   


Estefania Penafiel Loaiza, je échecs, 2018, video


Al igual que la descomposición de la frase « Yo es otro », cada palabra que sale de una boca al regurgitar, 24 combinaciones diferentes de las cuales una sola es la buena, que sale al azar, pero es ineluctable que salga una vez por cada 24. 

Fotos 1, 3 & 4 cortesía galería Alian Gutharc, foto 2 de la exposición al 3bisf

vendredi 16 novembre 2018

Lindsay Caldicott, con X mayúscula


01 de noviembre de 2018, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Lindsay Caldicott, n°26

Como es una exposición en la cual participé escribiendo un ensayo en el catálogo (citaciones breves aquí abajo), no haré una recensión crítica, pero les aconsejo que vayan a ver el trabajo de Lindsay Caldicott en la galería 
Christian Berst (hasta el 24 de noviembre). Cuando en julio Christian Berst me habló de esa obra, me entusiasmé enseguida y propuse escribir unas páginas; durante el verano y mis investigaciones, mi ensayo alcanzó unas veinte páginas.



Lindsay Caldicott, n°86

Linsay Caldicott se había formado como técnica en radiología, luego había hecho cursos en la escuela de arte de Middlesex en Londres. A partir de 1990, tuvo problemas psiquiátricos, y se suicidó en 2014, a los 58 años. Su obra no había sido mostrada sino una vez en un pequeño centro de arte en Leicester, su ciudad natal.


Lindsay Caldicott, n°21

«Frente a la obra de Lindsay Caldicott, el ojo es ante todo impresionado por la composición, collage complejo de fragmentos multiples, cuya forma, substancia y ensamblaje interrogan. El gran número de recortes de radiografías reproducidas cien veces, son fascinantes. Y la vida y la personalidad de la artista alimentaron la realización de las obras y las aclaran.»


Lindsay Caldicott, n°6

«La obra de Linsay Calicott es única por tres razones: su uso compulsivo de fragmentos de radiografías anónimas mezcladas con otras imágenes, la complejidad estética de las composiciones que realiza a partir de fragmentos, la relación tan peculiar que tiene la artista con la radiografía y la enfermedad.»


Lindsay Caldicott, n°8

El 6 de noviembre a las 7:30 de la noche en la galería Christian Berst, mesa redonda con el hermano de la artista, Richard Caldicott, el crítico, escritor y fotógrafo Chrsitian Gattinoni, y yo.

Sumario julio-octubre de 2018, y libros recibidos


31 de octubre de 2018, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




22 reseñas en julio, agosto y octubre (septiembre fue un mes vacío)

02 de julio: Pieter Hugo, cosas vistas
28 de julio: El exilio de los Batniji (Arles 1)
29 de julio: Dos Funerales (Arles 2) (El tren de RFK & Castro)
30 de julio: Distribución de Premios (Arles 3)
30 de julio: Mis Premios Limón (Arles 4)
31 de julio: Y algunas exposiciones más (Arles 5 y fin)
01 de agosto: ¿ Demasiado ? (Joana Vasconcelos)
02 de agosto: Gilles Caron, otra mirada
03 de agosto: Fin de la partida en la Maison Rouge
04 de agosto: El revés de lo visible (Gordon Matta-Clark)
05 de agosto: Un tablero negro cubierto de palabras (Bouchra Khalili)
16 de agosto: Michael Biberstein, pintor de lo nubloso
12 de octubre: Un Premio Marcel Duchamp post colonial
13 de octubre: Lo visible y lo legible : las alteraciones de Brodsky
15 de octubre: Bienal dimisionaria (1) (Sao Paulo)
16 de octubre: Bienal dimisionaria (2)
20 de octubre: Linchamiento y cráneos (Melvin Edwards et Douglas Gordon)
22 de octubre: Un cuento de libros, y de la imposibilidad de leer
23 de octubre: Mujeres rebeldes
24 de octubre: Ypiranga, el río rojo
30 de octubre: Pose y Variaciones : Rodin, Carpeaux, Dalou, …
31 de octubre: El señor 5% : arte, filantropía y colonización (Calouste Gulbenkian)

Algunos libros recibidos (fuera de los catálogos de exposición):

Antibody, monografía de Fabian Knecht, el artista que «destruye para crear», retoma algunas de las obras que me habían gustado hace 3 años y medio, alrededor del fuego, la destrucción, la molestia (Kerber, Bielefeld, bilingüe alemán-inglés); disponible en la galería Christophe Gaillard

El Hombre Fotográfico, de Michel Frizot (ediciones Hazan, 584 páginas), una selección de sus ensayos. Frizot es un historiador de la fotografía cuya mirada es diferente de la de sus colegas más « clásicos »; al contrario del enfoque sentimental de un Barthes, privilegia una dimensión objetiva, incluyéndole (lo que es raro) una toma en cuenta bastante importante de la técnica  (la primera prueba de selección, que yo lei en inglés en una antología de James Elkins, se intitula precisamente 
« ¿ Quién le teme a los fotones ? »). No he leído todo aún, pero es oportuno encontrar textos raros, desparramados aquí y allí, aunque las introducciones general y de cada sección (el dispositivo fotográfico, El operador y la toma de vista, Miradas y miradores) hubieran sido mejores, me parece, si hubieran presentado su pensamiento rebosante de manera más sintética. Volveré al tema algún día, aquí o en otro lugar.

En el corazón de la creación fotográfica, de Muriel Berthou Crestey (Ides et Calendes, Lausana, 212 páginas) es una selección de 24 entrevistas con fotógrafos. Tampoco lo he leído todo, primero los fotógrafos de mi universo de investigación (Patrick Bailly-Maître-Grand -demasiado corto-, Thibault Brunet, Joan Fontcuberta, Eric Rondepierre, Patrick Tosani) o amigos (Susanna Pozzoli). Muriel Berthou Crestey tiene un verdadero talento para entrevistar, las entrevistas revelan, en efecto, los mecanismos de la creación, las estrategias de realización de la difusión, el vocabulario plástico y el dispositivo fotográfico. Para mí, que soy muy malo para entrevistar, es apasionante.

Las Biblias de la Antigüedad al Renacimiento (en francés, Imprimerie Nationale / Actes Sud, 412 páginas), un trabajo dirigido por Ambrogio Piazzoni y Francesca Manzani, es una obra estupenda que presenta, a partir del fondo de la Biblioteca apostólica vaticana, todas las Biblias antiguas, desde el texto griego del papiro Hanna hasta el salterio de Alfonso V de Aragón el Magnánimo, ya sean en griego, latín, copto, árabe, siríaco, armenio, georgiano o en lenguas modernas; cada biblia es analizada, con hermosas ilustraciones. La tercera parte presenta los usos litúrgicos de las Biblias, su estudio, las « Biblias de bolsillo » en los siglos XII y XIII, y sus mecanismos de difusión, desde el manuscrito hasta el libro impreso, para concluir con Gutenberg. Un campo en el que no soy ningún experto, pero es un libro fascinante.