(artículo original en francés, aquí)
Hendrik Beikirch, Aziz, Marrakech, foto. Paul Etard
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Los grandes retratos del artista alemán Hendrik Beikirch continúan la exposición, son el resultado de sus viajes recientes por Siberia, país rudo y pobre; los exponen en las paredes de la galería mientras esperan su traslado a las paredes de la cuidad. Un trabajo que ya hizo con unos marroquíes, pastor, cocinera, pescador, obrero, cuyas caras adornan actualmente las paredes de edificios en Europa, Estados Unidos, China, India... y Marrakech, como éste de arriba. Se hubiera podido temer aquí y allí alguna reacción negativa ante la invasión de la figura gigantesca de un inmigrante, pero el artista cuenta que por todas partes, incluso en la Frisia profunda, la acogida fue buena.
Hendrik Beikirch, vista de la Expo , acrílica, tinta de china y laca sobre lienzo, expo XXL2 Espacio Montresso, Abril de 2018 |
Los campesinos de Siberia que muestran aquí son mayores, maduros y dignos, su vida de sufrimiento está inscrita en las arrugas de sus rostros, tienen consigo, una bicicleta, un azadón, o un gato, atributo que de alguna manera los caracteriza, es como un eco del realismo socialista de antaño...
Hendrik Beikirch, vista de la expo, acrílica, tinta de china y laca sobre lienzo, expo XXL2 Espacio Montresso, Abril de 2018 |
La pintura del retrato ha sido históricamente un instrumento de poder y una manifestación de la majestad del sujeto, príncipe, clérigo o burgués; siempre ha estado marcada con signos y códigos, manifestaciones de un discurso histórico (fuera de Aloïs Riegl y Hans Belting, apenas si conozco a teóricos del retrato : ¿sugestiones?). El retrato fotográfico abrió ese campo cerrado, tanto del lado del control y de la vigilancia (de Bertillon a Facebook), como del de la representación de los humildes (por lo menos desde Thiollier). De cierta manera el arte de la calle más que la declinante pintura de caballete, está activando actualmente los retratos murales de gente humilde (antes que a JR, tan convencional y comercial me refiero a Vihls). Hendrik Beikirch es uno de los pocos que se expresa en los dos universos, la pared y el lienzo.
David Mesguich, Falling selfie, detalle, escultura acero arenado, XXL2_Espacio Montresso, Abril de 2018 |
El cuarto artista de la exposición es un escultor, David Mesguich, que como Kouka y Hendrik, representa el cuerpo humano pero de manera estilizada. Sus esculturas de plástico o de metal parecen generadas por un programa de CAO, hechas de múltiples facetas como un diamante tallado. Aunque aquí nos acerquemos a la escultura monumental clásica, la geometrización de las formas y la anonimidad de los personajes ponen en entredicho los códigos.
David Mesguich, Falling selfie, escultura acero arenado, 440 x 400 x 269 cm, XXL2_Espacio Montresso, Abril de 2018 |
Aquí ya no se trata ni de majestad ni de poder sino de una fragilidad paradójica. La cabeza gigantesca a la entrada del edificio está como atravesada por barras de metal que la encierran dentro de un espacio geométrico coercitivo. La escultura gigante de metal a la orilla de una fuente, representa igualmente una caída, un fracaso, como un ángel caído o Saul en la ruta de Damas (pero el título evoca una caída más prosaica).
David Mesguich, Anti-gravity, resina poliéster, fibras de vidrio y acero, 213 x 120 x 62 cm, XXL2 Espacio Montresso, abril de 2018 |
En el interior, la escultura efímera de un ángel gigante, dormido, hecho de placas de polipropileno blanco encerrado con barreras de construcción, mientras que esta otra figura de tamaño humano, en desequilibrio sobre la punta de los pies, está a punto de caer hacia delante pero lo evita a última hora : abandonado, migrante, rescatado. En su trabajo, implícitamente, siempre trata de encierro y de fronteras, un tema que aprecia.
Vue du Jardin rouge, Fondation Montresso, ©Fanny Lopez |
Esta exposición no es un evento ordinario, es el fruto de residencia en un lugar sorprendente del que hablaré mañana.
Nota deontológica : mi viaje fue invitación de la Fundación Montresso
Imágenes cortesía de la Fundación Montresso, ©montressoartfoundation