23 de febrero de 2022, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Couverture avec Nelly, La bailarina Nikolska en el Parthénon, 1929, bromuro de plata, 27.1×34.4cm (encuadrado), plancha nº 34 |
Reconozco que descubrí a la fotógrafa griega Nelly (Elli Sougioultzoglou-Seraidari, 1899-1998; ou Nelly’s) con esta « Histoire Mondiale » -Historia Mundial-, que denunciaba su trabajo de propagandista al tiempo que olvidaban mencionar el de Liselotte Grschebina (al igual que esta página de posicionamiento similar que olvidó oportunamente indicar el trabajo de propaganda de Batia Lishansky), entonces me compré en subasta y por nada, uno de los raros libros de ella, de Matthias Harder, publicado por Prestel en 2001 (bilingüe inglés alemán, 104 páginas, 60 planchas en color muy bien reproducidas et 25 ilustraciones más pequeñas en blanco y negro).
Nelly, Gratte-ciels, vers 1950, doble exposición, bromuro de plata, 26.2×26.7cm, plancha nº 52 |
Estéticamente, Nelly, formada en Dresde a principios de los años 20 por Hugo Erfurth, bien lejos del Bauhaus, sin embargo vecino, perteneció durante bastante tiempo a la escuela pictorialista tardía. Quizás porque al principio quiso ser pintora utiliza con frecuencia la técnica del bromóleo, que le da a sus imágenes un aspecto suave, casi aterciopelado y muy pictórico. Pero en cambio cuando vivió en Nueva York a partir de 1939 (hasta 1966) produjo algunas vistas muy modernistas de rascacielos que recuerdan las fotografías de Berenice Abbot pero dice no haberlas conocido. También hizo muchísimos retratos, bastante clásicos, por pedido, .
Nelly, La bailarina Mona Païva en la Acrópolis, 1927, bromóleo, 25.5×22.3cm, plancha nº 30 |
Su momento de «gloria» fue su serie de fotografías de la bailarina francesa Mona Païva desnuda en la Acrópolis; ya había fotografiado en Dresde a bailarinas poco vestidas de la escuela de Mary Wigman (en donde al mismo tiempo Leni Riefenstahl fue una de las alumnas), esta última cercana a los nazis. Algunas de las fotografías fueron hechas al aire libre en los paisajes rocosos de la Suiza sajona. De regreso a Atenas fotografía entonces a Mona Païva desnuda en la Acrópolis, a la griega: nada de escandaloso en sí en ese desnudo, estatuesco y espiritual, una coexistencia armoniosa entre el cuerpo y la piedra. Las imágenes aparecieron en la revista francesa L’Illustration, y en Atenas produjeron un escándalo: Nelly había profanado el Partenón e insultado la cultura griega. Ella se defendió y es posible que ello haya condicionado sus posicionamientos nacionalistas de más tarde. Volvió a hacerlo un poco más tarde con la bailarina ruso-checa Elizabeta Nikolská, desnuda en Propileos (portada del libro), imagen que hará la portada de la revista Voilà (con el título «La Locura de la Acrópolis»). Más que con Mona Païva podemos admirar el contraste entre la fluidez del cuerpo y del velo sinuoso frente a la rigidez vertical de las macizas columnas del templo. Nelly fotografía también en el mismo tipo de lugares, desnudos masculinos, viriles y deportivos, para los cuales la filiación estética con las estatuas antiguas es evidente. En su fotografía vemos los mismos códigos estéticos que en las fotografías de deportistas de los regímenes ideológicos de entonces.
Montaje de fotografías de Nelly |
Este es un elemento clave de la posición estética, cultural y política de Nelly: el parentesco estrecho entre los griegos contemporáneos y la Antigüedad, la unidad étnica y cultural de la «raza griega». Esta continuidad racial y cultural es la base misma de la ideología fascista del dictador Ioánnis Metaxás entre 1936 y 1941. Nelly fue entonces la fotógrafa oficial del Ministerio de la Prensa y del Turismo (dirigido por Nikoloudis, «el Goebbels griego»), contribuyendo a construir una imagen ideal, idílica, folclórica y estereotipada del país para las miradas occidentales. El libro de Matthias Harder no trata para nada ese tema lo que es bastante deshonesto.
Nelly, Festival de Delfos, 1930, no está en el libro |
¿Nelly = Leni Riefenstahl? Ante todo hay que decir que las dos dictaduras no son comparables. Pero, cada una a su nivel, esas dos artistas preconizaron a través de la fotografía, ideologías racialistas. A Nelly la enviaron a los Juegos de Berlín en 1936; sus fotos que fueron regaladas a Goebbels y a Hitler en forma de album se perdieron. Salvo una: reveladora. Simpatizó con Leni Riefenstahl y la invitó a Grecia en donde le ayudó a rodar las secuencias locales de su película Olympia. Esta fotografía en el festival de Delfos del cual era la fotógrafa oficial es elocuente: evoca las grandes ceremonias fascistas, ya sea Nuremberg o el EON.
Nelly, collages para el pabellón griego en New York, 1939, plancha nº 50 |
En 1939 fue enviada por el gobierno de Metaxás a Nueva York para decorar el pabellón griego de la Exposición Universal. Realiza cuatro grandes collages que celebran la visión metaxista: herencia de la Grecia antigua, espiritualidad cristiana, paisajes pintorescos y continuidad racial de los griegos desde la Antigüedad. Cuando estalla la guerra decide quedarse en Nueva York. Su trabajo fotográfico se vuelve entonces menos interesante salvo los rascacielos; hace numerosos retratos mundanos por pedido y fotografías de calle bastante banales. De regreso a Grecia en 1966 tuvo la decencia de no convertirse en la fotógrafa oficial de los coroneles que tomaron el poder el año siguiente y deja de fotografiar. En 1985 le entrega sus archivos al Museo Benaki antes de morir casi centenaria. Pueden ver este video de una conferencia en inglés del Museo a partir del séptimo minuto (numerosas imágenes). Salvo error, su trabajo no ha sido mostrado nunca en Francia.
Nelly, Refugiados griegos de Asia Menor, 1925-27, bromóleo, 22×22.5cm, plancha 20 |
Claramente, no me siento cómodo ante sus fotografías. No es su papel de propagandista de una ideología conservadora incluso racista lo que me perturba, ni su idea preconcebida de la estética pictoralista: sabiéndolo podemos mirar las fotografías con cierta distancia, por lo que son en una época y las circunstancias en las que fueron hechas. No, lo que me perturba es que detrás de la apariencia sólida adivino la melancolía y la tristeza: originaria de una familia griega que los turcos de Asia Menor expulsaron en 1922 y en búsqueda de cierto consuelo en el exilio idealizando su patria, muestra en algunas de sus fotografías cierta forma de moderación, cierta distancia en relación con el discurso oficial que se supone que éstas deben apoyar. Lo vemos en los juegos de luz y los claro-oscuros, en la tensión entre la piedra y los cuerpos, en el sentimiento de soledad y de melancolía que emana, algo totalmente ausente del trabajo de Riefenstahl. La fotografía de refugiados de Asia Menor es, me parece, un ejemplo: no es que sea una fotografía dolorista y victimista al servicio de la propaganda de lo griego frente a los bárbaros otomanos sino la fotografía humana y empática de una escena trágica; casi pensaríamos en Dorothea Lange.