jeudi 27 juillet 2023

Elliott Erwitt para dummies

 


24 de julio de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Elliott Erwitt, La peninsula Valdés, Argentina, 2001


El riesgo en toda retrospectiva es simplificar, limar asperezas, dar una imagen demasiado lisa del artista. Cuando además el artista mismo ha hecho todo para  parecer lo menos complejo posible («quiero que la gente reaccione emocionalmente, no con el cerebro»), resulta entonces una exposición como la de Elliott Erwitt en el Museo Maillol (hasta el 24 de septiembre, exposición organizada por el subcontratista Tempora) : todo es simple, separan el color del negro, los capítulos están bien organizados con títulos escogidos por él (Entre los sexos, Playas, Niños, Abstracciones, Ciudades, Perros, un ambiguo «Regarding women», y los espectadores en el Museo), y para facilitar la visita hay por el suelo unas encantadoras huellas de patas de perro que usted sigue dócilmente en medio de salas con paredes de colores exagerados. Incluso, el ingenioso escenógrafo tuvo derecho a hacer un ensayo en el catálogo, en el que podemos confirmar también que Elie Barnavi no es un crítico de arte (en cambio, el ensayo de Isabel Benoît sobre el juego en la obra de Erwitt salva el día). Lo anuncian en el prefacio: «no sobrecargar la obra con un aparato crítico»...


Elliott Erwitt, Kissimmee, Florida, EEUU, 1997


Es claro que Erwitt es un fotógrafo de lo cotidiano, es amable, humanista, juguetón, entretenido y nos muestra besos en los retrovisores, baguettes en el portaequipajes de una bicicleta, o un tríptico famoso de piernas humanas y caninas: fotografías en las que siempre podemos leer una bonita historia, anecdótica pero raramente trágica. Fotografías con pose, espectaculares (es raro lo improvisado pero hay que hacer creer que sí, que por casualidad fijó en el instante a aquel hombre saltando), resalta la composición de las fotos y no hay mucho que decir: solamente sonreír y sentirse inocentemente conmovido. 


Elliott Erwitt, Pittsburgh, Pensilvania, EEUU, 1950


Y, ¡sin embargo! Judío ruso nacido en París en 1928 (mañana cumple 95 años), educado en Italia antes de irse para Estados Unidos, ¿será tan simple, tan anodino? Discreto, sin ninguna duda, y taciturno. Pero, en un recodo, después de tantas sonrisas cómplices aparece de repente una imagen que habla de racismo (arriba), de pobreza (en Hérat o en Venecia), que denuncia el conformismo (las ocas blancas de Hungría). Aquí y allí aparece cierta violencia, la de una sociedad que nos adoctrina (ya sea con la religión o el consumismo, arriba). Pero, discreción: el niño negro sonríe y su pistola no es sino un juguete, aquí no hablemos de racismo ni de violencias raciales. Recuerdo una imagen muy violenta en el MEP en 2010, un hombre que gritaba en medio de la muchedumbre neoyorquina, boca abierta en medio de las cabezas, un loco al que nadie le prestaba atención, un abismo bocal que aspiraba todo el espacio: aquí no la muestran. 


Aristide Maillol, Mujer sentada con drapeado, sanguina sobre papel, 1930. Elliott Erwitt, Isla de Sylt, Schleswig-Holstein, Alemania, 1968. Aristide Maillol, Dina de dos, pastel, carboncillo y tiza sobre papel de envoltorio, 1942. Foto del autor


Pasamos bastante rápido delante de sus fotografías publicitarias, bien minuciosas, en color. Uno de los mejores momentos de la exposición está en el primer piso, el encuentro de unas nalgas alemanas demasiado blancas en la isla de Sylt con las sanguinas de Maillol. Para resumir, es una exposición demasiado bien hecha, demasiado digerible...



dimanche 23 juillet 2023

La soledad en pintura

 


21 de julio de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Djamel Tatah, S.T., 2022, óleo y cera sobre lienzo, 60x80cm


Si quedó aburrido con la mediocridad de las exposiciones de los Encuentros de Arlés y desea cambiar de aire, la Fundación Lee Ufan es el lugar, lejos del espectáculo y de la facilidad puede reparar los daños ante la sobriedad y la serenidad de las obras. Y una vez allá podrá ir a ver la exposición temporal Figuras solas, en el último piso (hasta el 24 de septiembre) y cuyo comisario es Philippe Dagen. Si nos referimos a la forma, estamos bastante lejos de la pintura de Lee Ufan: una pintura figurativa, de personajes, y Ufan subraya en el prefacio del catálogo que filosóficamente se siente bastante cercano a los pintores que pintan la soledad, ya que Dagen quiso obras en las cuales la figura humana se encuentra sola, a la vez única en el lienzo y marcada por la soledad: soledad feliz o triste, sufrida o intencional. Cinco pintores que viven en Francia, de estilos totalmente diferentes, tres hombres y dos mujeres entre 37 y 66 años, presentan cada uno, entre 3 y 6 lienzos, algunos descriptivos y otros más elípticos en un espacio abierto con cuatro salas. 


Marc Desgrandchamps, S.T., 2015, gouache sobre papel marouflé sobre lienzo, 200x150cm


Sabemos hasta que punto Dagen se encaprichó con Marc Desgranchamps y podemos sentir o no lo mismo. Tenemos cuatro lienzos grandes y dos más pequeños, las figuras son hieráticas e inmóviles como si fueran estatuas arcaicas, el exceso de color y la superabundancia de motivos pequeños ocultan el personaje. Se adivina el método y no siempre me convenció. 


Tim Eitel, Tür, 2006, óleo sobre lienzo, 20x28cm


Yo conocía poco a Tim Eitel, pintor del misterio: en cuatro de los cinco lienzos que muestran, sus figuras apenas visibles, emergen de unos fondos lisos y grises que ocupan todo el espacio dentro de un mundo inmenso, vacío e inquietante. Con gran economía de medios es quizás él quien expresa mejor la sensación de soledad, desesperanza y absurdidad. Con un trabajo muy diferente es él quien mejor nos recuerda al maestro incontestable de la soledad y de la melancolía, Edvard Munch.


Djamel Tatah, S.T., 2017, óleo y cera sobre lienzo, 200x250cm


Bastante cercano a Eitel por la forma, Djamel Tatah trabaja la pureza de las líneas, un simple trazo y fondos lisos para construir un lugar abstracto que en uno de sus lienzos apenas si distrae una columna antigua. La cara es más expresiva que en la obra de Eitel, pero me parece que hay que traspasar la expresión y verlo como un constructor, un gramático de las formas, un pintor por sustracción y que al igual que Eitel, en su trabajo sobrepasa verdaderamente el tema algo reductor de la soledad (y sus lienzos con personajes múltiples tienen sin duda más fuerza). 


Brigitte Aubignac, Insomnie en gris, 2016, óleo sobre lienzo, 120x80cm


Brigitte Aubignac pone en escena un cuerpo femenino sumergido en el insomnio en un salón o un taller, : es un cuento o anécdota que sirve de pretexto para mostrar así un cuerpo (¿el suyo?) abandonado, tirado. Otros lienzos la muestran gritando o víctima de «locura anunciada». Es una pintura bastante clásica, ya pasada, si se compara con las exploraciones estéticas de los otros cuatro artistas. 


Ymane Chabi-Gara, Hikikomori 5, 2020, acrílica sobre multilaminado, 122x244cm


Ymane Chabi-Gara pinta el encierro, el de los hikikomori, aquellos jóvenes japoneses que abandonan todo contacto con el mundo real para refugiarse en su mundo cerrado imaginario. Pinta la fobia social bajo la forma de figuras devoradas por su entorno, figuras mezcladas en las que los cuerpos y los objetos fusionan como si fuera un desbarate hasta llegar al límite. Ella es la revelación de la exposición. 


Maliheh Afnan, Concours, 1961, óleo sobre lienzo, 120x120cm


Hablando todavía de Arlés, puede ahorrarse la exposición en el Espacio van Gogh (hasta el 22 de octubre) sobre las mujeres y la abstracción: más allá del (elogiable) objetivo de rehabilitar a las artistas en un universo masculino, la exposición no tiene ningún propósito ni coherencia. 85 mujeres, 132 cuadros, como una letanía. La exposición en Pompidou de hace dos años tenía los mismos defectos pero por lo menos había una reflexión, no se resumía a instalar los cuadros de forma lineal sin hilo conductor. Es cierto que hay hermosos cuadros pero no hay contexto, es como si flotaran; descubrí cosas bellas, por ejemplo esta abstracción caligráfica de la artista palestina Maliheh Afnan (1935-2016), sobre la pérdida y la expulsión. Se consuela uno con los vídeos (Heretic y Lamentation de Martha Graham, Meat Joy de Carolee Schneemann, Leaning Duets de Trisha Brown, Wind de Joan Jonas, Butterfly de Ana Mendieta), bastantes alejadas de la abstracción pero tan vivas y subversivas que alegran la monotonía del recorrido. 



mercredi 19 juillet 2023

Arlés 5 y fin : el cine

 


10 de julio de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Jim Jarmusch, sin título, 2020


Mucho más que en los años anteriores, esta edición de los Encuentros de Arlés está marcada por el cine (pero sólo los mal intencionados verían aquí una señal de sequía fotográfica). Dos de las exposiciones ya habían sido mostradas en el Instituto de la fotografía de Lille, una bastante variada sobre Pierre Zucca y otra, encantadora, sobre los inicios de Agnès Varda, a quien le dedican otra exposición en el LUMA. La exposición de los polaroïds de Win Wenders pueden pasarla rápido, su interés documental es bastante pobre; pueden correr a ver la de los Scrapbooks de cineastas en el piso superior: me parece que es la mejor exposición de los Encuentros de este año (Léonard está en el programa asociado). Mathieu Orléan obtuvo la beca de los curadores de los Encuentros, unas becas que desde hace seis años han favorecido muchos proyectos de los que han resultado (no todos) muy buenas exposiciones. Cuando uno llega a la exposición puede temer que los scrapbooks no sean sino cuadernos documentales interesantes para el trabajo interno del director y sin gran calidad estética. Es verdad para algunos pero no para la gran mayoría de los que muestran (y eso que falta Godard...), dan testimonio de la investigación, la reflexión y la creatividad que van más allá del cuaderno de notas. El comisario decidió clasificarlos por temas (historia y mitos, intimidad y sexo, crisis y crímenes), aunque se revela también una tipología subyacente por función: simple cuaderno de notas recordatorias o simple recuerdo, herramienta de trabajo y de reflexión sobre la película, acción de collage y montaje, o verdadero detonante del acto creativo. Jane Wodening (Mrs. Stan Brackage) documenta al mismo tiempo su trabajo y su vida de familia. Pedro Costa que se va a filmar a Cabo Verde se ve enfrentado al racismo y al colonialismo y se cuestiona. Stanley Kubrick compone un scrapbook a partir de 824 artículos de periódicos, verdaderos o ficticios sobre crímenes a utilizar en Shining (en donde casi no aparece). Chris Marker compone collages surrealistas como si fuera un museo imaginario. Jim Jarmusch vacía las cabezas de los personajes de imágenes sacadas del New York Times, una carencia fotográfica que puede recordar las investigaciones de Pauline Martin; no conozco lo suficiente las películas de Jarmusch para conectar como se debe los huecos negros con los temas de la ausencia, de la desaparición y del vacío, otros lo harán mejor que yo. 


Christian Patterson, Doble Cero, vista de la exposición


La última sala es una joya y pueden pasarse una hora o más: el comisario le encargó un scrapbook al fotógrafo Christian Patterson sobre el tema de dos adolescentes asesinos en 1957/58, Charles Starkweather de 19 años, condenado a muerte y ajusticiado y su novia Caril Ann Fugate de 15 años, encarcelada a vida y liberada en 1976. Ese par de adolescentes blancos y de caras angelicales mataron a 11 personas, entre otras a la madre, al padrastro y a la media hermana de Caril. La película Badlands de Terence Malik fue inspirada por esa historia. Patterson agrupó entonces en las cuatro paredes de la sala, documentos, artículos, fotos, dibujos. Todo lo que pudiera contribuir para crear un scrapbook para una película potencial. Algunas de las imágenes son de la época, otras las creó él (la serie Redheaded Peckerwood, es decir el blanquito pelirrojo), otras son fotos del plató de la película de Malick. Mezclando así realidad e imaginación, documentación y ficción, Patterson interroga el poder de la imagen frente a la tragedia. Una instalación que se llama Doble Cero, para referirse a un comentario de Stephen King sobre Starkweather: «La primera vez que vi una foto de él supe que yo estaba mirando hacia el porvenir. Sus ojos eran como un doble cero. Nada adentro. Parecía el precursor de lo que Estados Unidos podría volverse». Recordamos a Paul Auster


Gregory Crewdson, The Cobra (detalle), serie The Eclipse of Moths, 2018-2019


También hay algunas películas para ver: una extraña película de ciencia ficción, monólogos monótonos de actores frente a la cámara que balbucean sus textos y una fantasía absorbente de colores, de Rachel Rose en torno al duelo. Sobresale una exposición de Gregory Crewdson. Una noche, en el Teatro Antiguo, una película revela el impresionante sistema técnico detrás de sus fotografías. Si rebasamos la proeza técnica (pero la exposición incluye también unas sencillas y banales fotografías de luciérnagas), nos asombra especialmente su sentido de la no-narración: crea un ambiente e instala un universo (la Norteamérica media, la crisis, cierta desesperanza, la inquietud, alguna veces una falla más personal), pero es todo. Nunca sabemos lo que pasa, nunca entramos en la historia más o menos extraña, nunca encontramos respuestas a las preguntas más o menos anecdóticas que hace la imagen (¿Por qué un brasier congelado en unas letrinas en el bosque? ¿Por qué unas flores frescas sobre un colchón viejo y podrido? Y ¿Qué hace esta mujer en esta escena?). Está extraordinariamente bien construido pero en realidad, al cabo de un rato, pasar de un cuadro enigmático a otro enigmático, por mi parte me aburre un poco. 


Clarita Phiri-Beierdörffer, Monologue, 2020/21, vista de instalación


Para terminar, dos exposiciones breves que vi demasiado tarde como para incluirlas en artículos pertinentes. Entre las seleccionadas del Premio Dior, mi preferida fue la zambiana adoptada por una familia alemana y educada en la academia de Bellas Artes de Leipzig, Clarita Phiri-Beierdörffer: en una instalación minimalista (dos pantallas, una silla de madera, una peluca en la pared) cuenta todo lo que cualquier mujer negra (y cualquier hombre que haya sido íntimo) sabe, y es hasta qué punto el pelo es una pesadilla, entre tradiciones étnicas e imperativos occidentales. Al final se rapa. Dudo que Dior le dé el premio... Habrá que ver


Nicole Gravier, página de revista, origen y fecha desconocidas


Y, la Escuela de Fotografía, una exposición de Nicole Gravier sobre la modificación de las imágenes, fotos vernáculas, tarjetas postales, publicidades, cabinas fotográficas, fotonovelas, escenas de películas policíacas: un humor sarcástico para denunciar mitos y estereotipos. No me atrevo a imaginar lo que significan estas imágenes, procedentes de una revista en vitrina y sin cartela. Bonita manera, dirán ustedes de concluir unos días en Arlés, para ver unos Encuentros más bien mediocres (problemas de desplazamiento me impidieron ir a ver las exposiciones de la periferia, me limité a ver las del centro y las de los Talleres SNCF/LUMA). 


mardi 18 juillet 2023

Arlés 4 : el espectáculo y la belleza

 


9 de julio de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Vista de la exposición Constelación Diane Arbus à en LUMA. Prohibido fotografiar: image procedente de la página de LUMA, (c) Adrian Deweerdt


Esta es probablemente la exposición más sorprendente (LUMA): ¿cómo pueden hasta ese punto preferir el espectáculo a la calidad? ¿cómo pueden rebajar así la obra de una artista a favor de la escenografía? Es evidente que Diana Arbus es una gran artista, evidente que ver reunidas 454 de sus fotografías (todas son impresiones recientes hechas por el único autorizado por la familia, Neil Selkirk; salvo error, no hay ninguna impresión original) debería de ser una experiencia extraordinaria. Pero hay dos problemas grandes. El primero es que quieren hacer una «instalación inmersiva» y una «presentación aleatoria»: nada igual para impedir toda reflexión y coherencia. Le prestan un librito (devolverlo a la salida) con las cartelas de las fotos numeradas pero en la instalación no hay ni plan ni recorrido. Imagínense que después de haber visto una de las imágenes de las campistas de Lakecrest, la 136, quiera usted ver las otras (127 a 135): pues le toca errar como ánima en pena buscándolas durante horas. Está claro que para darle gusto al montón («reservación fuertemente recomendada»), la exposición le da mayor cabida a los freaks: discapacitados físicos y mentales, travestis, prostituas(os), nudistas, mujeres de piel de caimán, hombres de tres piernas, fetos siameses enfrascados: aunque no es lo peor. Y, segunda catástrofe, la instalación aquí es una puesta en escena de desfile de modas en el Palacio de los Espejos, toda la pared del fondo cubierta de espejos y de muchísimas fotos cuya parte posterior es también un espejo: nada mejor para perturbar la mirada, instalar la confusión y perturbar al espectador. Recuerden el nombre de la escenógrafa de esta catástrofe, Jasmin Oezcebi, y del comisario Matthieu Humery. Un espectáculo dentro de su horror consumista. Uno recuerda la bellísima exposición en el Jeu de Paume, la de V&A y la irreverente de Pierre Leguillon sobre papel periódico, y más se aterra. Y, claro, está prohibido fotografiar.


Saul Leiter, sin título, años 1950


Otra exposición espectacular que no le rinde justicia al artista, pero con menos exageración, es la de Saul Leiter. Es una felicidad ver sus fotografías, fijarse de qué manera le da importancia al segundo plano (aquí a través de una ventana con escarcha), en donde disimula las caras (quizás una herencia de su cultura) y juega con los fragmentos, las vistas incompletas, las miradas oblicuas. No se cansa uno nunca. 


Saul Leiter, Jay, foto tomada en 1958. Impresión años 70. Aguada y acuarela sobre impresión años 90


¿Y porqué diablos haber querido también presentar sus cuadros que no son para nada interesantes? Es verdad que él se creía pintor, pero si hubiera sido solamente pintor su nombre hubiera sido olvidado hace tiempos (por lo menos Cartier-Bresson si era bueno). Nada más revelador que ver, dos veces, me parece, juntas, una fotografía de él y la misma cubierta de aguada y acuarela: se pierde cualquier volumen, cualquier composición; las texturas de la piel, del cojín o de la pared se borran, se pierde la complejidad, se vuelve soso. ¡Qué extraña la decisión del curador de rebajar de esa forma su talento!


Roberto Huarcaya, vista de la exposición Amazogrammes


Esa lógica del espectáculo la encontramos en bastantes exposiciones, la que compone conjuntos de símbolos gráficos impresionantes por la técnica pero sin interés, la que vuelve a pintar unas serigrafías de paisajes de Camargue, las que juegan de manera estéril con la realidad virtual del cuerpo y algunas otras con imágenes más espectaculares que significativas. Por fortuna vemos algunos fotógrafos cuyo trabajo se sitúa en torno a la belleza formal: sin discursos, sin fanfarronería pero con imágenes alucinantes. Por ejemplo las fotografías de insectos de Céline Clanet, sencillas y potentes y las hermosas impresiones de Dolorès Marat. Las fotografías de gruta de Juliette Agnel presentadas en la penumbra de los Cryptoportiques, los fotogramas en la jungla amazónica de Roberto Huarcaya: allí en donde la cámara fotográfica clásica no puede dar cuenta de la majestad húmeda de la selva (fracaso al que se enfrentó antes de él Guido Baselgia), hay que hacer uso del fotograma artesanal: emulsiones orgánicas, papel de 30 metros estirado en la selva, que abraza los árboles, y lavado con el agua impura del río: un trabajo que recuerda Aya, de Yann Gross y Arguiñe Escandón en la Fundación Rivera-Ortiz.


Philippine Schaefer, Chrysalide, fotograma, 2023


En la misma fundación el fotograma es también un medio para que Philippine Schaefer exprese la sensualidad de su cuerpo de manera diferente: el contacto del cuerpo con el papel fotosensible, ya sea en blanco y negro o en color, introduce una dimensión táctil, una conexión física y al mismo tiempo una sensación erótico-onírica. Son experimentaciones (también con plantas) que ella denomina Crisálida, como símbolo de re-nacimiento y transformación que recuerdan a Floris Neusüss o a Yves Klein, con la diferencia de que la artista trabaja con su propio cuerpo, lo presiona contra la superficie y lo atenúa. La imagen horizontal, en tres partes es un desdoblamiento de negro a blanco, de izquierda a derecha, de positivo a negativo: es al mismo tiempo inhumación y resurrección. 


dimanche 16 juillet 2023

Arlés 3 : todo es político (¿?)

 


8 de julio de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Spencer Ostrander, primera iglesia bautista, Sutherlands Springs, Texas, 5 noviembre de 2017 : 26 muertos, 22 heridos


40 000 muertos por bala cada año (de las cuales 20 000 son suicidios), 80 000 heridos, una matanza (más de cuatro personas) todos los días, y, en el 90% de los casos, sólo indiferencia. Un país bañado en sangre, es un texto de Paul Auster, cuyos fragmentos están en las paredes para evocar el genocidio de los amerindios, la esclavitud y el racismo estadounidenses: «Nuestros amigos de los continentes lejanos asisten al espectáculo horrorizados y perplejos, no menos interesados que nosotros cuando leemos relatos de mutilación genital de adolescentes o de lapidación a muerte de esposas acusadas de infidelidad por sus maridos». Las palabras de Auster duelen pues suenan verdaderas puesto que cuestionan la visión occidental y ponen nuestras indignaciones «blancas» en perspectiva. Las fotografías de Spencer Ostrander son frías y banales; supermercados feos, escuelas vacías, lúgubres, no se distingue nada que no sea el recuerdo de la matanza que hubo: «piedras tumbales de nuestra tristeza colectiva». 


Fotomontaje Studio Rex


Son políticas también las fotografías del Studio Rex de Assadour Keusssayan, las de su mujer Varsenik y sus hijos Grégoire y Germaine, en el barrio Belsunce en Marsella (recuperadas por Jean-Marie Donnat): fotografías de inmigrantes, de personas acabadas de llegar a Francia «legalmente» o no, pero siempre legítimamente. Fotografías de identidad para superar los obstáculos de la burocracia francesa xenófoba, fotografías traídas del país como recuerdo de la familia que puso sus esperanzas en el inmigrante, fotografías enviadas al país para mostrar más o menos francamente, la inclusión, la integración (con maletín), el éxito siempre precario. Y las más bellas son las imágenes compuestas, montajes que a veces coloreados reúnen en la imagen el hombre inmigrante y la mujer o el hijo que se quedaron en el pueblo. Son imágenes que hablan de tragedia y dignidad, de racismo y de aspiración. Y en estos tiempos, con el gobierno actual, con lo que nos espera, son imágenes que gritan. Al final unos versos del palestino Mahmoud Darwish: « Acéptame bajo tus ojos / Donde quiera que estés acéptame / Devuélveme el color del rostro y del cuerpo. » Son también políticos, al lado, los dos relatos del exilio, el uno de un burgués iraní que bajo el régimen del Shah se hizo construir una casa 100% occidental para erradicar ideológicamente la mínima huella de su cultura original; y el otro, una exiliada venezolana que, en duelo por su padre, critica su país y olvida pronunciar la palabra «sanciones». 


Ahlam Shibli, serie Occupation, Edificio residencial de la familia al-Rajabi, calle Tariq ben Zyad, barrio al Mashrqa al Tahta, casco antiguo, Al-Khalil / Hébron, 27 de enero 2017


Políticas, las fotografías de la palestina Ahlam Shibli (que hubo que defender, hace diez años, contra le censura sionista) y que aquí, además de unas series anteriores (aquí arriba Hebrón/Al Khalil: cómo los palestinos intentan proteger su espacio propio frente a la ocupación), presenta su trabajo sobre las comunidades de Arlés, con el mismo compromiso y empatía que con los beduinos de Neguev, los resistentes de Corrèze que se convirtieron en soldados coloniales o con las familias de los mártires de Palestina. 


Rosângela Rennó, serie Seres únicos en el mundo


Para seguir con la política, el trabajo de Rosângela Rennó, cuando interroga la memoria y su desaparición, su ocultación y manipulación. Además de su trabajo sobre la desaparición de Lenin, me gustó la serie de fotografías de bustos coloniales a partir de cráneos de indígenas: al pasarlos a papel marmoleado les da una dignidad fúnebre. 


Exposition Casa Susanna, vista de la exposición


Para terminar me pregunto si los travestis de Casa Susana son políticos. Son exclusivamente hombres heterosexuales (que un cartel califica como transfóbicos y homofóbicos), que encuentran un refugio en donde sin temor se pueden vestir de mujeres, nada más. Pero al hacerlo parece que retoman todos los estereotipos femeninos más trillados: no hay ni originalidad, ni creatividad, ni erotismo en sus juiciosas poses. Sin ir hasta Bascoulard o Molinier (sus extraordinarios ensayos fotográficos están en el museo Réattu en la colección Bachelot), da pena que entre aquellos travestis tan juiciosos no haya émulos de April Dawn Alison, alias Alan Schaefer, que en la misma época en San Francisco fue mucho más audaz. 


jeudi 13 juillet 2023

Arlés 2 : las buenas intenciones

 


7 de julio de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Éric Tabuchi & Nelly Monnier, Atlas de las Regiones naturales, volumen 4, casas en el Velay



Como es el caso desde hace dos o tres años, los Encuentros de la Fotografía se han estado volviendo militantes, principalmente en torno a los temas del clima y de la mujer, y está muy bien. O mejor, sería buenísimo sino fuera pretexto a una superabundancia de trabajos fotográficos bien intencionados pero de calidad mediocre, simplistas, foto-periodísticos básicamente, sin profundidad ni reflexión y sin talento, que denuncian a diestra y siniestra, la polución y la sumisión, sin ir más allá de la imagen. La palma se la merece sin duda la artista que tiene la rúbrica de «sucesos en Camargue» : según su investigación, 29 animales atropellados entre los cuales tres orugas, dos ratas y un ratón se merecen todos un memorial. Entonces en medio de toda esa sopa fotográfica es una felicidad encontrar a dos artistas (es verdad que relegados en los barracones detrás de la estación) que hacen un trabajo pensado, construido y serial sobre el paisaje. Éric Tabuchi y Nelly Monnier emprendieron un trabajo sistemático que linda con lo absurdo: por propia iniciativa documentan los paisajes franceses, principalmente las arquitecturas, hasta el agotamiento, en un Atlas de las Regiones Naturales. Hasta hoy van 20 000 fotografías, cuatro grandes volúmenes que representa tal vez el 10% del país, territorio por territorio, tema por tema. La presentación produce vértigo y a veces uno sonríe frente a torres de agua o casas barrocas. El cielo es gris, no se ve ni un ser humano, se busca lo imposible. La melancolía que se desprende de aquel «Sol  gris» es mucho más conmovedora que muchos trabajos banales sobre el clima. 


Philippe Calia, serie The Ajaib Ghar Archivo


Otro ejemplo, por desgracia, de banalidad fotográfica, es el Premio Descubrimiento. A ver quien documenta mejor, de la manera más simplista posible y más directa, las semillas en peligro, el lugar de las mujeres y los crímenes sexistas, sin la menor distancia. Se distinguen Vishal Kuramaswamy que hace un buen trabajo sobre la muerte, Samantha Box y sus «implantes» caribeños, y especialmente Philippe Calia que hace una reflexión interesante sobre la mirada del espectador en el museo (en el caso en al India): ¿Cómo orientan nuestra mirada e incluso la ciegan con la sacralización de los objetos en aquellos centros del poder y del condicionamiento cultural? Y ante todo, ¿Cómo podemos sublevarnos contra el condicionamiento, al igual que el niño, aquí arriba, que su madre y el guardia quieren controlar (un texto al lado dice «iré a Inglaterra a recuperar el Koh-i-Noor que nos robaron»)? Es claro que intelectualmente está a leguas del simplismo que reina en el ambiente. Pero apostemos a que no será él quien gane el Premio. 


Annika Elisabeth von Hausswolff, série Oh, Mother, what have you done?



En fin, para seguir con los estereotipos, en la iglesia Santa Ana presentan a 17 fotógrafas nórdicas. Se empieza con las declaraciones de hombres y mujeres políticos de aquellos países: se insiste sobre el estado de bienestar y en especial sobre la igualdad entre hombres y mujeres. La mayoría de los fotógrafos lo celebran, al tiempo que creen que podría funcionar mejor: el papel de los padres, el sistema de salud, las mujeres habitantes de la calle, los derechos de los samis. Casi olvidaríamos que algunos de esos países están gobernados por la derecha extrema, poderosa por todas partes (sin ni siquiera hablar de Breivik); y varios de esos países tratan a los inmigrantes como si no fueran humanos y respaldan la islamofobia. De todo eso, aquí, nada, o casi nada aparte de una visión de un mundo color de rosa en aquellos paraísos pequeños, con el patrocinio «feminista interseccional» casi exclusivamente blanco. La única obra «blanca» que molesta un poco en medio de ese consenso, son unas mujeres esposadas sin saber qué crimen han cometido y fotografiadas de espalda (es importante por la presunción de inocencia, claro) de Annika Elisabeth von Hausswolff (de quien ya había apreciado el humor mordaz). Afortunadamente las que hacen la diferencia son algunas fotógrafas originarias de la inmigración y que le dan un poco de dignidad a la exposición. La ghana-finlandesa Yeboyah dice a través de videos, la alegría y el orgullo de ser negra en ese país; su madre Raakel Kuuka, fallecida recién, glorifica a su hija mestiza al fotografiarla vestida con el traje nacional finlandés, una buena forma de reírse del racismo. Ikram Abdulkadir, keniana residente en Suecia, afirma su color de piel y su religión con orgullo: un testimonio de resistencia colectiva. Jeannette Ehlers, danesa-trinitense, revisita una vieja fotografía racista que ridiculiza a una empleada doméstica y recuerda a las mujeres de las antiguas colonias danesas en el Caribe. Y es, más o menos, todo.


Yeboyah, Elovena Visual EP, 2019, captura de pantalla video



Sería cruel hacer la lista de todos los ejemplos de la banalidad bien intencionada que hay, dentro de la cual los fotógrafos parecen no darse cuenta de que la simplicidad frontal de su trabajo perjudica la causa que desean defender, pues desde las primeras imágenes crean una sensación de lasitud. Meterse con la presumida culpabilidad del espectador (esas imágenes no son interesantes, pero no me atrevería a decirlo pues me tratarían de ...) no funciona verdaderamente frente a las miradas críticas. 



mercredi 12 juillet 2023

Arlés 1 : Jacques Léonard, el casi gitano

 


5 de julio de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Jacques Léonard, Rosario Amaya, 1954

El Museo Réattu le dedica una gran exposición (hasta el 1 de octubre) al desconocido fotógrafo francés Jacques Léonard (1909-1994). Su padre era un gitano francés, lo que él descubrió tarde (su madre, lo desheredó después de su matrimonio). Al principio trabajó en el cine en el montaje y la asistencia de dirección (entre otros con Abel Gance), se fue para España en 1940 y creó una red de ayuda a los franceses que huían del régimen de Vichy, fue entonces cuando realizó su primera serie fotográfica, Evadés (prófugos). Después de trabajar en diferentes oficios, se instaló en España en 1952 por amor por la gitana Rosario Amaya, su segunda esposa (con quien tuvo dos hijos que actualmente manejan sus archivos con una fundación barcelonesa). Se ganaba la vida como fotógrafo de prensa pero es más conocido por sus imágenes de la comunidad gitana en la que fue aceptado después de su matrimonio. En 1975, enfermo, deja de fotografiar y se dedica a la escritura de un libro sobre la desaparición de la cultura gitana que Plon acepta y que después rechaza. Su trabajo no se ha mostrado mucho y en Francia casi nada: en 2018 me llamó la atención en la exposición sobre los Gitanos en el Museo de la Inmigración: uno de los dos únicos fotógrafos «del interior».  


Jacques Léonard, Procesión de la Semana Santa, La Rambla, Barcelona, hacia 1960


Antes de entrar en la dimensión gitana de su trabajo, ya es evidente por su trabajo periodístico que es un gran fotógrafo que sabe percibir una escena, captar una emoción, construir una composición. Además de Evadés (con esta magnífica composición casi abstracta), también presentan la serie División Azul de 1954 sobre el regreso de centenares de soldados franquistas prisioneros en URSS y liberados después de la muerte de Stalin. Pero lo que más impresiona además de sus reportajes, son las imágenes ordinarias, por ejemplo el juego de velas, unas lineas blancas en contraste con los trajes oscuros de unos participantes a la procesión. 


Jacques Léonard, pasaje de la Vinyeta, barrio gitano de Monluc, Barcelona, hacia 1950


Pero lo que más fascina son las imágenes gitanas porque están en las antípodas de los estereotipos (como muchas aquí), dan testimonio del respecto, la ternura, y también la cercanía, la adopción; parecen ir más allá de la aceptación de un Josef Koudelka o de un Mathieu Pernot, y es verdad que ellos tienen talento y que supieron crear vínculos pero de manera inexplicable se quedan un poco al margen. ¿Cómo explicar que las fotografías de su esposa sean no solamente un mensaje de amor sino también y ante todo un signo cultural, la orgullosa afirmación de su identidad? ¿Cómo hacer entender que la imagen de la bailarina en harapos no es ni folclor ni simpatía sino fraternidad y cierta forma de comunión? El baile, claro, la peregrinación, la vida fraternal en las chabolas y la vida nómada: todo un mundo que va desapareciendo. El catálogo no ha salido en el momento en que escribo. 


Paul Strand, Young Boy, Gondeville, Charente, 1951, (c) Aperture Foundation, Paul Strand Archive


El Museo Réattu presenta también la hermosa colección de retratos fotográficos de los esposos Bachelot, algunas imágenes dialogan con las pinturas del museo. Hay bastantes fotógrafos jóvenes poco conocidos. Aquí arriba la imagen que abre el recorrido, un joven de aire porfiado. Bonito catálogo con textos de los comisarios Françoise Docquiert y Andy Neirotti.


Las imágenes de Jacques Léonard son (c) Jacques Léonard, Archivos Familia Léonard / Photographic Social Vision.