(artículo original en francés, aquí)
Helena Almeida, Looking back, 2007, 281x125cm |
Existen parejas artísticas que trabajan juntas, y fue el caso de los dos que acoge la Fundación para esta exposición (hasta el 8 de septiembre). Y en general, el hombre es el « verdadero » artista y su esposa colabora, se queda en la sombra, no es sino musa o modelo (aunque a veces aparezca en la firma de las obras, muchas veces más por razones fiscales que estéticas). Muy raros son los casos en que una artista es secundada por su marido, como asistente, el que toma las fotos, su sombra discreta, incluso su tema. Es el interés de esta exposición SOBRE Helena Almeida y Artur Rosa, exposición DE Helena Almeida en la que su esposo, el arquitecto Artur Rosa, es de hecho el tema central. Como un eco de la exposición de Maria Helena Vieira da Silva y Arpad Szenes, la exposición se llama « La otra pareja » (y en el piso bajo de la Fundación, se exponen dibujos y cuadros de Szenes sobre su propia pareja).
Helena Almeida, O abraço, 2006, 180x100cm |
Tenemos, entonces, en el piso de arriba, fotografías grandes de la pareja Almeida Rosa (es siempre él quien hace las fotos que ella concibe y dibuja primero). Ella es flaca y el macizo, los dos van vestidos de negro y su fusión ocupa toda la superficie de esas fotografías inmensas y por consiguiente muy « gráficas ». Sus cabezas están fuera del cuadro (excepto en la primera aparición de la serie Ouve-me de 1979) o tapadas con la mano del otro, la mano que normalmente sostiene el aparato fotográfico y oprime el disparador (arriba) sólo tenemos unos cuerpos truncados, unas masas estatuarias (recordamos que el padre de Helena era escultor en el mismo taller).
Helena Almeida, ST, 2010, captura de pantalla video |
Escribía, cuando había visto la fotografía de esas dos piernas ligadas, que poco había apreciado : « esta aparición de la pareja, que hace entrar una dimensión más real, más anecdótica dentro de la obra, disuelve en algo la fuerza del propósito, o en todo caso la desvía », como si la fotografía, expuesta sola, significara, por su dimensión autobiográfica, una forma de agotamiento de la auto representación solitaria y formal. Con el video de la performance de los dos, la impresión es muy diferente. Me parece que es solamente el tercer video de Helena Almeida (los otros dos en las series Ouve-me y Seduzir), y la intensidad viene sin duda de aquí, no solamente del tema de la exposición sino también del escenario minimalista, riguroso y sin embargo impreciso y perturbado que lo rige.
Helena Almeida, ST, 2010, captura de pantalla, video |
Durante 18 minutos y 8 segundos, la pareja da 11 idas y vuelta en la corta profundidad del taller. La cámara fija, sin operador, está cerca del suelo : cuando se acercan a ella, sólo vemos sus pantorrillas y, del otro lado del cuarto, la parte por debajo de sus tórax. Están amarrados el uno al otro, la pierna izquierda de él con la pierna derecha de ella, con un burdo cable cubierto de caucho, macizo e inmanejable, difícil de doblar y que se tuerce creando formas casi esculturales. Es ella cuando se agacha (pero su cara sigue disimulada por sus cabellos) que los une durante un largo plano inicial, y sigue siendo ella quien en cada pasaje, reajusta más o menos con dificultad el cable alrededor de sus pantorrillas y de sus tobillos. Y así ligados el uno con el otro, van y vienen, lentamente, con prudencia, arrastrando los pies (y oímos el arrastrar suave de sus suelas contra el suelo).
Helena Almeida, ST, 2010, captura de pantalla, video |
Su libertad de movimiento es restringida, precaria, ella arquea la pierna para conservar el equilibrio, adivinamos que él la sostiene con una mano en la espalda, van hasta la pared del fondo como si fueran a atravesarla, se tocan y se consuelan, se apoyan por seguridad, como en un remanso de paz, luego reajusta el cable y, después de apoyarse por última vez contra la pared se van, como si se lanzaran nuevamente a lo desconocido. En cada extremo, las media vueltas son complicadas, lentas, tambaleantes. Van de común acuerdo, una y otra vez.
Helena Almeida, ST, 2010, captura de pantalla, video |
El cable le comprime la pierna a ella a través de la media y, subrepticiamente, pensamos en un bondage, mientras que el pantalon claro de él se arruga. A cada paso el hilo se va soltando, resbala por sus tobillos, se arrastra por el suelo. Y, con un gesto tal Sísifo, ella lo reajusta y se van de nuevo, hasta que el hilo ya no es sino una serpiente muerta que tiran detrás de ellos, que ya no los une : pero no se liberan el uno del otro. Vemos sus sombras difusas e indistintas por el suelo y un rastro que han dejado sus zapatos.
Helena Almeida, ST, 2010, captura de pantalla, video |
Es así que se afirman en pareja, incansablemente, es así que se apropian ese espacio entre intimidad y visibilidad, su taller, lugar único de su obra, habitación secreta en donde no se admite a nadie, sólo su marido (excepto la directora Joana Ascensão cuya película de 2006 Pintura Habitada también muestran en la exposición). Ese porvenir-taller que Bruce Nauman practicó solitario, ellos lo construyen en pareja. Su coreografía trastornada es conmovedora y trágica.
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