01 de diciembre de 2018, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Joan Miro, Pintura-poema, 1925, óleo sobre lienzo, 97x130cm, Metropolitan Museum of Art (donación Pierre Matisse)
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Si quiere conservar de Joan Miró la imagen de pintor amable, onírico, algo infantil, encantador y lleno de alegría, puede que no deba ir a la exposición del Grand Palais (hasta el 4 de enero). O entonces vaya con anteojeras y prejuicios, para no ver el otro lado de Miró. No conozco bien su vida y su obra para zanjar, decir cual es el "verdadero" Miró, resolver la tensión entre destrucción y creación, pero la lectura del destacado libro de Rémi Labrusse, Miró : Un fuego en ruinas, reeditado últimamente por Hazan, podría ayudarle a entenderlo mejor, en paralelo de la exposición. Descubrimos el lado destructor de Miró («Quiero destruir, destruir todo lo que existe en pintura», pág.233; «quiero asesinar la pintura», pág.226; «Hay que darle duro. La violencia libera», pág.243).
Joan Miro, Azul I, II & III, óleo sobre lienzo, ch. 268/270×349/355cm, Centro Pompidou. En el centro Joan Miró, Pájaro luz 1966, bronce, col. part. Vista de la exposición |
La rebelión contra la imagen, la búsqueda constante para liberar la mirada, el enfoque inquietante y atormentado, la lógica de la ruina y de agresión aparecen a lo largo de las salas de exposición. Ir hasta el extremo de la pintura, puede ser despojarla, depurarla hasta hacer con ella una pintura-poema (arriba), que él califica de «Photo» y en la cual la dimensión onírica (« este es el color de mis sueños») se disuelve en el desierto del lienzo (arriba). Está también, después de haber afirmado «siento desprecio profundo por la pintura, solo me interesa el espíritu », o de pintar los lienzos grandes azules, fruto de una larga meditación y realizados con pincelada rápida («necesité un esfuerzo enorme, una gran tensión interior para lograr el desposeimiento deseado»). Los tres lienzos presentados magníficamente aquí, son una síntesis, una consecución de todas sus investigaciones. (¿Soy el único que piensa que esta sala de Azules sería más potente sin el bronce del centro?)
Joan Miro, La esperanza del condenado a muerte I et II, 1974, acrílica sobre lienzo, 267x351cm, Fundación Joan Miró, vista de la exposición |
Igualmente los tres lienzos inspirados por la estrangulación con garrote del anarquista catalán Salvador Puig i Antich en 1974 no son nada : fondo blanquecino, algunos chorreados más oscuros, un trazo negro abierto, una mancha roja, o azul, o amarilla. Frente al horror, no hay un grito violento sino una meditación silenciosa, triste, desilusionada e indignada no es una pintura-imagen, sino una pintura-vacía, una pintura-idea.
Joan Miro, Lienzo quemado II, 4-31 diciembre de 1973, acrílica sobre lienzo, 130x195cm, Fundación Joan Miró (préstamo de col. partic.) |
Última rebelión del artista contra la pintura, sus lienzos quemados al final de su
vida: el lienzo mismo lacerado y quemado, el chasis en cruz aparece, la pintura lucha contra el fuego. ¿El negro será pigmento o tizne ? ¿El hueco será herida abertura? ¿Destrucción o creación?
Fotos del autor.
Agradecimientos a ediciones Hazan por el libro en servicio de prensa.
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