vendredi 10 août 2018

Gilles Caron, otra mirada

02 de agosto de 2018, por Lunettes Rouges




(artículo original en francés, aquí)




Gilles Caron, Le Lanceur, 6 de mayo de 1968, detalle


Otra vez una exposición sobre Mayo del 68, me dije yendo a ver a Gilles Caron en el Hôtel de Ville*, será una visita rápida. Y dos horas más tarde salí, encantado. Naturalmente hay imágenes icónicas de Caron, el famoso lanzador y Cohn-Bendit. Pero la primera la ponen en su contexto, una entre otras fotografías del mismo, y su construcción como elemento de un teatro fotográfico es analizado con interés. En una de ellas, vemos un letrero «Clases de Danza»: humor involuntario, sin duda, pero no podemos impedirnos ver en ello un guiño premonitorio, pues las referencias futuras al lanzador-dansante y a su coreografía serán numerosas. 


Gilles Caron, Daniel Cohn-Bendit delante de la Sorbona, 6 de mayo de 1968


La segunda es comentada un una pequeña película todavía inédita de Mariana Otero que analiza las hojas de contacto de ese día: cómo se posiciona en la entrada de la Sorbona para esperar a los estudiantes de Nanterre llamados a comparecer ante un consejo de disciplina, pero al principio sin hacer «buenas fotos», cómo, único de los fotógrafos presentes, ve pasar incognito al prefecto Grimaud, cómo, al volver al tumulto delante de la entrada, Cohn-Bendit lo reconoce (lo había fotografiado en Nanterre dos meses antes), y decide regalarle una «bonita foto». Vemos la complicidad en la mirada de Cohn-Bendit (arriba), se vuelve, muestra su perfil y se ríe, seguro de que Caron sabrá entonces tomar LA foto. Si la manifestación es un teatro fotográfico, Caron es también un actor y no solamente un testigo. 


Gilles Caron, Estudiantes y obreros en le campus de la facultad de Nanterre cuando la cerraron,
29 de marzo de 1968


El interés de la exposición es también que no se limita a las eternas imágenes de siempre del Barrio Latino: es verdad que poco muestran las huelgas, reducidas, como en todas las conmemoraciones «culturales», a su mínima expresión: algunas imágenes sobre la huelga en la SAVIEM en febrero, y algunos obreros en Nanterre, desconfiados ante los estudiantes. Pero es normal: el trabajo de Caron se integra en una argumentación histórica sobre el 68 que se vuelve a escribir con un enfoque reducido, la epopeya libertaria de los estudiantes que ocultan la preponderancia real de los movimientos obreros. El único que lo dice es Krivine«Hay que recordar hoy no una revolución sexual o artística que en efecto existió, sino la huelga general más grande que haya conocido el país con banderas rojas en las fabricas».


Gilles Caron, Charles de Gaulle, Rumania, mayo de 1968


Más originales son las fotografías que Caron toma del General de Gaulle durante su viaje a Rumania: un tribuno envejecido, desbordado, sobre cuyo rostro atormentado se leen a veces la duda, la depresión, el próximo suicidio político, sin que podamos ver la energía que va a poner en marcha el sobresalto del discurso del 30 de mayo.


Gilles Caron, Jean-Louis Trintignant en el rodaje de La longue Marche, film de Alexandre Astruc,
2 de febrero de 1966




Al principio y al final de la exposición, se ensancha la visión, por una parte sobre los 
«entresijos», la Nouvelle Vague (nueva ola), la «fabricación» de estrellas: aquí una imagen de Trintignant (en el rodaje de La longue Marche, pero en febrero de 1966) manchada de rojo sobre la hoja de contacto. La última sección cubre otros combates, Méjico, Guinea-Bisáu y sobretodo Biafra: imágenes de las luchas anti coloniales, lejos de la autosatisfacción del Barrio Latino. 


James Nachtwey, Nicaragua, San Juan del Norte, 1984. Counterrevolutionary forces led by former Sandinista hero, Commander Zero, attacked a government held town on the Atlantic coast. While attempting to advance from the surrounding jungle, one of Zero’s personal bodyguards was shot in the stomach and carried away by his comrades, under fire.



Como el mismo día había visto una exposición de James Nachtwey en la MEP cuyo trabajo es presentado con una teatralidad casi obscena, y la pequeña exposición de Sabine Weiss en Pompidou (que hubiera estado bien si a los comisarios no se les hubiera ocurrido invitar a cuatro fotógrafos contemporáneos para que vinieran a contaminar la exposición con imágenes totalmente incongruentes «ah, yo también trabajo sobre la ciudad» y que no enriquecen en nada nuestra visión del trabajo de Sabine Weiss, que merecía mejor), estaba contento de haber visto por lo menos una buena exposición. 

* Nota de deontología : el curador de la exposición es Michel Poivert , fué mi director de tesis e hizo el prefacio de mi libro. 

Fotos de Gilles Caron, (c) Fundación Gilles Caron.

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