vendredi 22 mars 2024

Unos libros

Dentro del montón de libros recibidos o comprados.

Por Lunettes Rouges, 16 de marzo de 2024

(artículo original en francés, aquí)


Portada: Janos Urban, pieza fosforescente, 1972


Michel Thévoz, La photo bruteQuimeras y perversiones -La foto marginal. Quimeras y perversiones-, editora L’atelier contemporain, 2023 ; 176 páginas, 65 ilustraciones. Mientras que a los catálogos «Photo Brute» de la colección Decharme les faltaba densidad crítica (ver esta crítica incendiaria sobre su pobreza intelectual), este libro, del especialista de arte marginal Michel Thévoz (cuya contribución en estos catálogos fue infinitamente superior a los demás sin lograr por lo tanto salvar el conjunto) intenta subsanar la carencia. En este pequeño libro bien documentado y razonablemente ilustrado (parece que es su libro n° 37), presenta en 15 capítulos las relaciones entre fotografía y arte marginal, cada uno en torno a una palabra clave. Entre los más interesantes, el que se intitula «Perversión» trata del voyerismo (que toma de nuevo en el capítulo 11), del desnudo borroso como «juego retrospectivo y erótico de subterfugio» y de la importancia del erotismo/pornografía en la foto marginal, no a la manera del porno comercial sino con la implicación emocional del artista. En el capítulo « Parallaxe », apunta con acierto que el interés de las fotos marginales es «someter a las figuras, no a la norma sino al deseo» y poder entonces entregarse a las manipulaciones «anormales» del objeto fotográfico; se trata de «malogros logrados». El acto fotográfico marginal, escribe más lejos, puede tener el sentido de «una celebración, una agresión, una violación, un hechizo, un exorcismo, una maldición, etc.» Me parece que esta es la primera reflexión teórica sobre la relación entre arte marginal y ontología fotográfica. 



Youssef Ishaghpour, Rothko. Une absence d’image : lumière de la couleur, Éditions du Canoë, 2023 ; 100 páginas (servicio de prensa). Finalmente no escribí sobre la exposición Rothko pues me sentí incapaz de mediar entre su interés indudable y la sensación de saturación que sentí en la exposición. Tanto las primeras como las últimas salas me fascinaron pero el cuerpo central saturaba, quizás a causa de la iluminación (recuerdo los lienzos Seagram que mostraron en el Tate en 2008, como con luz natural, mucho más conmovedores, mientras que aquí parecían apagados) y ante todo porque había demasiados cuadros, que los ojos se agotaban y la emoción inicial se disipaba. Ishaghpour escribió (en 2003) un libro sensible y emotivo sobre Rothko, sobre «su pintura reducida a ella misma», en donde «la serenidad está al borde de la explosión.» Me convenció muchísimo menos su intento de explicar a Rothko a través del «atavismo de una mentalidad judía» y su voluntad demasiado evidente de leer a Rothko a la luz de la «tradición hebraica», lo que me parece poco compatible con la falta de religiosidad del artista y de su alejamiento del judaísmo. 


Portada: Zanele Muholi, Bona, Charlottesville, 2015


Clara Bouveresse, Photographies au saut du lit, Actes Sud, 2023 ; páginas sin numerar, 63 fotos (servicio de prensa). Hubiera podido ser un libro divertido, que agrupa y comenta fotografías tomadas en la cama, de 1863 (Lady Hawarden) a 2017 (Bieke Depoorter, que yo no conocía). Pero un medio guió a la autora: de las 63 fotografías que presentan, solamente 6 son de hombres (Cartier-Bresson, Stephen Shore, Josef Koudelka, François Hers, Klavdij Sluban et Shonibare), una sola pareja Annie Ernaux & Marc Marie. Entonces la cama aquí no es una cuestión de hombres ni de parejas, sino un campo que se percibe como exclusivamente femenino. Un medio asumido (en el prefacio dice «mayoritariamente femenino», una mayoría del 90%) que conlleva la inclusión de fotografías en las que la cama es apenas visible pero que permiten introducir una dimensión queer (Alice Austen, Claude Cahun), hasta una foto de aborto en sala de operaciones sin la mínima huella de cama (Abigail Heyman). Hubiera sido mejor decirlo desde el título: «Mujeres fotografían camas». Una elipsis no es la mejor manera de promover a las mujeres fotógrafas. 


Una de las imágenes de proyecto Rue Godefroy Cavaignac.


Andrea Eichenberger & Camila Gui Rosatti, La Rue Godefroy Cavaignac, Maison de la photographie Robert Doisneau, 2024 ; 92 páginas, 50 fotografías (servicio de prensa). Este libro producido por dos fotógrafas brasileñas de Paris, la fotógrafa y antropóloga Andrea Eichenberger y la socióloga y urbanista Camila Gui Rosatti, es el resultado de un taller de fotografía con los habitantes de esta calle del distrito 11 en Paris. Cada quien aporta su fotografía de la calle y la comenta, cuenta su vida común y corriente sabiendo que estamos cerca del lugar de los atentados de 2015 de los que se habla con frecuencia. Más allá de las anécdotas, se trata de un bonito trabajo sobre el espacio público, lo privado y lo que se comparte, lo vivido y lo sentido. Las autoras pusieron un marco en el cual la palabra y la imagen son libres: muy logrado. 


Portada: Hendrick Goltz, llamado Goltzius, The Fall of Man, 1616, col. NGA Washington DC


Christophe Stener, Iconographie du péché originel verset par verset, -Iconografía del pecado original versículo a versículo- autoeditado, 2023 ; 400 páginas, 382 ilustraciones en B&N (servicio de prensa). Christopher Stener emprendió un trabajo titánico y este volumen es el primero de los 13 anunciados sobre el tema, (los próximos se referirán a la mitología, la exegésis, la gnosis, el psicoanálisis, el cine, etc.). Así que después de una introducción de 80 páginas sobre el tema, el método, los códigos y los diferentes enfoques según las religiones, tenemos, para cada versículo, o casi, del Génesis I-IV, un censo de imágenes que lo ilustran, desde el arte paleocristiano hasta el arte contemporáneo. Hay bastantes referencias eruditas, bastantes análisis comparativos (por ejemplo sobre el tema de la complicidad entre Adán y Eva, 14 páginas, 22 imágenes). Admiramos al tiempo la erudición del autor, la amplitud del trabajo realizado y la utilidad del libro como referencia. Sentimos que no haya abordado la hipótesis omphalos (lo hará más tarde) y que haya numerosas erratas y algunas inexactitudes. Quedamos impacientes a la espera de los otros doce volúmenes. 




jeudi 14 mars 2024

Eros y Tánatos (Vasco Araujo)


13 de marzo de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Vasco Araújo, Eros e Thanatos, vista de la exposición.



De entrada, un taller de escultura. Unos quince soportes metálicos que sostienen estatuillas de terracota. Como si lo alumnos acabaran de salir habiendo dejado sus obras inacabadas. ¿Inacabadas? Si, porque en los pequeños soportes rocosos ninguno de los personajes tiene cabeza. Todos tienen el cuerpo claramente cortado, guillotinado: sin cara la identificación es imposible, podríamos ser cada uno de ellos. Están desnudos y solamente podemos distinguirlos por sus características sexuales: senos pesados, huevos y penis bien visibles, o vulva aparente, algunas veces. En cada trípode, un duo, a veces un trío. Como a los acéfalos les faltan caras expresivas y tenemos que concluir a través de la postura de los cuerpos, qué relación une a esos personajes: ¿lucha o deseo?, ¿combate o sexo? ¿se trata de un cunnilingus o de una mordedura? ¿aquel brazo está, estrangulando o acariciando? ¿aquel gesto de la mano es violento o es tierno? ¿Amor o Muerte? ¿Eros o Tánatos?


Vasco Araújo, Eros e Thanatos, vista de la exposición.


Aunque la técnica y los medios son diferentes de sus obras anteriores, este trabajo se sitúa bien en la línea del recorrido de Vasco Araújo, quien hace años que nos conduce en la exploración persistente de la ambigüedad, ya sea a través de la palabra circular, de la metáfora del volcán, del desdoblamiento o del desvío. Aquí, pocas palabras, al contrario de obras precedentes: la hoja de sala remite a Bernini, el carnet de trabajo que suplanta el catálogo, hacia Cesare Pavese (Diálogos con Leucò) y hacia el maravilloso Cavafy, pero entendemos el pensamiento del artista en torno a la ambivalencia entre el Amor y la Muerte, inspirada por un ensayo brillante de la joven investigadora brasileña Flávia Valéria Salviano Serpa Rojo.


Vasco Araújo, Eros e Thanatos, vista de la exposición.


En efecto, las estatuillas evocan la pulsión de vida y el atractivo por la muerte que Freud teorizó en Más allá del principio del placer. Y quizá su fusión en la «pequeña muerte» apreciada por Bataille. Lo que nos remite a Bernini y a Santa Teresa en éxtasis (por lo menos según Lacan: «Y sí: ¡qué goza, de ello no cabe duda! Y ¿de qué goza?»). ¿Tendremos aquí a una Teresa acéfala? no lo creo, tampoco a la tan sensual Ludovica Albertoni. Pero podemos reconocer a Eneas y Anquises, El rapto de Proserpina, Apolo y Dafne; en cuanto a los demás, no lo sé, pero me parece que al contrario de lo que dice la hoja de sala, otros artistas inspiraron a Araújo: Giambologna con Hércules y el Centauro, Pollaiolo con Hércules y Anteo. Salvo Eneas, cuestiones de violación, de secuestro y de violencia. Es en el centro de arte Appleton en Lisboa, hasta el 6 de abril. 


Enzo Cucchi, Mezzocane, vista de la exposición.


Coincidencia, al día siguiente, vi la exposición de otro artista inspirado por la Antigüedad, el italiano transvanguardista Enzo Cucchi (en Culturgest hasta el 30 de junio): dibujos, lienzos grandes, y también una serie de esculturas pequeñas presentadas en muretes que toman de nuevo mitos antiguos que evocan a Pan, los ángeles, las sirenas y muchos otros, con profusión de calaveras. Un trabajo mucho más cargado, más simbólico y menos sobrio que el de Vasco Araújo. 





samedi 9 mars 2024

Ser un hombre (macho)


4 de marzo de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


(Anna &) Bernhard Blume, Aus « Prinzip Grausamkeit », (Del «principio de crueldad») 1997/98, collage de polaroids, 43x31cm

A través de unas cuarenta fotografías de alrededor quince artistas, la exposición « Comme je me voudrais « être » » - «Como me quisiera «ser»», elaborada por Marc Donnadieu para la galería Christian Berst (hasta el 6 de abril), cuestiona las identidades masculinas, mezcla artistas considerados «marginales» (seis) y artistas contemporáneos reconocidos. Las identidades se expresan a través de signos y códigos, algunos que se aceptan y otros (la mayoría) que transgreden. La mayoría de las fotografías que presentan son autorretratos, el narcisismo es una pulsión escópica frecuente, y sabemos hasta qué punto la auto representación es un tema de predilección tanto por razones prácticas como sicológicas. Por supuesto, es posible como «el Fetichista» definirse no al representarse sino implícitamente, a través de sus obsesiones, proyectándolas en la imagen, pero es una excepción. Las identidades presentadas aquí son complejas, incluso atormentadas y la sexualidad está omnipresente. 


Tomasz Machcinski, S.T., 2005, positivado analógico de la época, 9.1×7.2cm

El travestismo y/o el disfraz es un tema que está sembrado, incluso que domina toda la exposición, desde las poses triviales de Marcel Bascoulard hasta las imágenes escandalosas de Pierre Molinier, pasando por el travesti de los años 30 Barbette (fotografiado por Gaston Paris) y por los disfraces multiformes de Tomasz Machcinski (Zorro). Casi deduciríamos que es imposible definirse sin adoptar un personaje, negándose y sobrepasándose, para volverse a inventar. 


Henry Lewis, Autorretrato, 1978, imagen similar a las de la exposición


Con un enfoque en paralelo otros se definen escondiéndose, disimulándose, no detrás de un disfraz, sexuado o no, sino detrás de una máscara, ya sea auténtica como Bernhard Blume (aquí sin Anna, arriba) y el demasiado desconocido Henry Lewis, o imaginaria como Jorge Alberto Cadi. Es también una manera de afirmarse y lo hacen a través de velos, máscaras, códigos más o menos accesibles. Y con frecuencia al llegar a ese estado, el cuerpo y la cara ya no son sino materia prima, una herramienta plástica despegada de la persona del artista (en ello Jorge Molder es maestro). 


Lubos Plný, Reconstrucción #18, 2003, positivado analógico sobre papel foto mate orilla adornada con cinta ruban Kraft, 61.5x51cm


A las performances fotográficas de Henry Lewis les hacen eco aquellas, más radicales de Lubos Plný, que somete su cuerpo a operaciones físicas, como abrirse la piel de la cara y los brazos cuando se cose, experiencias que documenta sistemáticamente. El dolor es para él un acto de purificación. Pero, en esa cuenta hubiéramos podido incluir a los activistas vieneses o a Orlan (si la exposición no fuera únicamente masculina, y nos habría encantado ver los fracasos de Bernadette Touilleux o las fantasías de Lee Godie). En resumen, es un tema muy pertinente, con un ámbito sexo/género/queer interesante pero posiblemente demasiado dominante en relación con otras pistas posibles. 


Farnood Esbati, S.T., hacia 2020, tinta sobre papel, 25x35cm


En frente, en el espacio principal de la galería, los dibujos de Farnood Esbati, iraní, autista «Asperger» tienen un dinamismo impresionante: los trazos se empujan, llevan prisa, se tambalean y de pronto construyen playas grandes blancas. Se pone uno a respirar a su ritmo. 





vendredi 1 mars 2024

We teach life, Sir.


27 de febrero de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Yazan Khalili, Apartheid monochromes, 2017, acrílica sobre lienzo


Estamos en una época en la que es vital no aceptar el genocidio, el apartheid, la colonización, son tiempos en los que no resistir a la cobardía de nuestros gobernantes y no denunciar la hipocresía de los medios dominantes, siempre del lado de los poderosos, de los ocupantes, sería criminal y cómplice (hay que leer los raros y valientes revelaciones de esa hipocresía, en el Diplo o en la página Acrimed), tiempos en los que defender, desfilar, firmar peticiones, dar dinero parecen a la vez indispensables e impotentes, tiempos en los que no hay que dejar de hablar de Palestina para por lo menos conjurar el horror. Y ¿En dónde está el lugar del arte? ¿Tiene que abanderarse y ponerse a la cabeza? ¿Los artistas deben producir obras bien claras que denuncien los crímenes? ¿Deben estar al «servicio de la revolución» o, en el caso, de la Resistencia? ¿Un arte demasiado comprometido, demasiado simplista, demasiado al servicio de una idea, por muy válida que sea, no es un arte un poco bastardo, flojo y para nada convincente? 


Yazan Khalili, de la serie Cracks Remind me of Roadkills, 2014, diapositiva


Son las preguntas que se hace una exposición (hasta el 28 de abril) en el norte de Portugal, en Guimarães (ciudad emblemática de la fundación del país) inspirada por el poema de Mahmus Darwich «La tierra se estrecha para nosotros». La exposición fue organizada con el patrocinio del colectivo Uncommon Ground, que ya expuso el archivo de Ariella Aïsha Azoulay y montó esta otra exposición sobre Palestina. Bastante documentación, libros, mapas, testimonios, y, el día de la inauguración, una larga charla con la destacada periodista Alexandra Lucas Coelho, cuya calidad de reportajes sobre Palestina es incomparable (muy por encima de los de Le Monde...). Pero ante todo reúne a seis artistas palestinos, uno japonés y uno francés; sus obras datan, claro, de antes de la guerra actual, pero no pierden nada de la fuerza y la pertinencia. Para ellos, la manera de evitar la obligación de un arte demasiado comprometido al tiempo que siguen siendo pertinentes y objetivos, pasa a través de la ironía y el desvío. Cómo mostrar cosas sencillas pero portadoras de tal carga crítica que se vuelvan radicales y explosivas. Son artistas que hablan del apartheid, del exilio, de la esperanza (aunque parezca imposible), de la historia de la depuración y de la resistencia resiliente. 


Taysir Batniji, S.T., 1998-2021, maleta y arena


Yazan Khalili (en la parte superior) no muestra sino seis placas monocromas, una obra que parecería a priori bastante lejos de esta realidad. Se trata de los colores de los documentos de identidad a los que los palestinos tienen derecho y que son emitidos por las autoridades de ocupación. Los colores son en función del lugar de nacimiento, de residencia y de su situación: un sistema arbitrario de clasificación y control para impedirles la libre circulación y un acceso igualitario a los servicios públicos. Seis paneles monocromos para nombrar el apartheid: una evidencia. Aquí arriba, una maleta llena de arena: con una economía de medios increíble, Taysir Batniji nombra el exilio. No hay necesidad de frases grandilocuentes, únicamente este objeto sencillo: «Mi patria es una maleta». Él, que no puede volver a Gaza desde hace años, él, que perdió a una parte de su familia asesinada recién por las bombas, es siempre de lo más moderado en su expresión, uno de los maestros del desvío (su serie de anuncios inmobiliarios de casas bombardeadas no está aquí pero sí está presente en nuestra mente, claro); también muestra discretamente, lo que es (o mas bien lo que era) la vida cotidiana en Gaza, con su video «Diario de Gaza» y con sus fotografías (tan conocidas) de los «padres» en sus tiendas. Acaba de publicar este libro, Disruptions, imágenes del impedimento, de la traba impuesta por la ocupación a la comunicación íntima y familiar. 


Larissa Sansour, Nation Estate, 2012, film


Ironía y desvío es también el propósito de la película de ciencia ficción de Larissa SansourNation Estate (recuerdo la censura de Lacoste en el Museo del Elysée...): el estado de Palestina existe al fin pero no es sino un rascacielos rodeado de colonias, en el que vive todo el pueblo palestino, cada ciudad en un piso (Jerusalén en el 13, Ramallah en el 14, Belén en el 21). Todo es modernísimo y de diseño, bajo un sistema de control de identidad y de comportamiento permanentes. Y por las ventanas se ve Al-Aqsa a lo lejos, inaccesible. Nos dice la esperanza imposible. 


Bisan Abu Eisheh, Playing House / Bayt Byoot, 2008-2011, objetos y mapas, col. Teixeira de Freitas


Los objetos también hablan de ocupación. Taysir Batniji reunió jabones en los que gravó una frase de la declaración de los derechos del hombre. Jean-Luc Moulène fotografió algunos objetos palestinos. Yazan Khalili, mirando el suelo observó unas grietas en el asfalto o la piedra que se parecen al mapa de Palestina, desde el río hasta el mar (arriba). Bisan Abu Eisheh hizo un trabajo de arqueólogo: bajo la ocupación la arqueología es puesta al servicio del sionismo para construir una ficción que justifique la colonización. En cuanto a Abu Eisheh, él hace la arqueología de la Nakba, las casas palestinas destruidas constantemente por las autoridades ocupantes, para robar más y más tierra; estudia los vestigios y los expone en vitrinas de museo. He aquí las piedras y baldosas procedentes de las casas demolidas junto a su ubicación: entran al museo, nadie podrá decir «yo no sabía». Él dice la historia, la de la depuración étnica. 


Emily Jacir, de la serie Where We Came From, 201-03, textos y fotos, col. Teixeira de Freitas


Si los mapas de Benji Boyadgian y las fotografías de Ryuichi Hirokawa son más documentales, lo que podemos llamar la performance de Emily Jacir nos recuerda también que nadie puede ser indiferente: en 2001-2003, Jacir, que puede circular libremente gracias a un pasaporte extranjero, cumple (o intenta cumplir) los anhelos de los palestinos cuyos desplazamientos son limitados (ya sean los exiliados que no pueden volver, los cisjordanos o gazatíes que no pueden desplazarse libremente), y ellos le transmiten un deseo: a muchos les gustaría una foto de la casa de la que sus padres o abuelos fueron expulsados en el momento de la depuración étnica de 1948, con el ruego de que les transmita una carta a los ocupantes; otros le piden simplemente que riegue un árbol que recuerdan, o que encuentre primos que no volvieron a ver. Ella nombra la resiliencia, la resistencia, el sumud. El deseo aquí, más poético, le pedía a Jacir que fuera a la orilla del mar al atardecer a encender una vela. Nada puede representar mejor la réplica de Rafeef Ziadah« We teach life, Sir ».