jeudi 30 juin 2022

Marcel Mariën, surrealista olvidado

 


22 de junio de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Escena del rodaje de La imitación del cine de Marcel Mariën, 1959


Es quizás porque nunca se dio importancia y se quedó en la sombra de Magritte (con quien fue complice en las actividades de falsificación), Paul Nougé y otros surrealistas belgas mucho más famosos, que apenas se conoce a Marcel Mariën. En 2013 fue un gran placer ver su exposición en Charleroi, la que no tuvo ninguna repercusión en Francia y es una lástima. Razón suplementaria que hace apreciar aún más el libro que acaba de salir, publicado por ENSA Limoges y distribuido por Presses du Réel. El título es curioso: « Il créait des choses désagréables », -Creaba cosas desagradables-. Es que Mariën es difícil de clasificar: poeta tanto como artista plástico o fotógrafo, editor pero también cineasta y activista, y publicitario algo timador. En su biografía vemos que también fue marinero en buques de carga y que durante dieciséis meses (en 1963/64), propagandista maoísta desencantado en Pekín. El libro contiene seis ensayos: una visión general por Xavier Cannone (quien le dedicó una monografía de referencia), un análisis detallado de la relaciones entre Nougé y Mariën por Geneviève Miche, mientras que Marie Godet lo sitúa más ampliamente en el universo surrealista; François Coadou, coordinador del libro, pone a Mariën en relación con los situacionistas. Arriba una escena de su película La imitación del cine, que hizo escándalo: un joven que leyó demasiado La imitación de Cristo se hace crucificar. 


Marcel Mariën, El hijo del mono, 1975


Pero, para un aficionado al arte, los dos más interesantes son los dos últimos. Augustin Nounckele analiza los objetos surrealistas (salvo las fotografías y los collages) en la obra de Marcel Mairën, como ensamblajes poéticos que compara con figuras de estilo literarias. Mairën crea obras a partir de elementos existentes que desvía con humor, tanto objetos como citaciones o referencias. El espectador tiene que descifrar las alusiones e interrogarse. Su objeto más conocido es L’Introuvable -El Inencontrable-, 1937 (a los 17 años) que realizó poco después de su encuentro con los surrealistas. Aquí arriba El hijo del mono: Darwin contra el Génesis, blasfema y sacrilegio.  


Marcel Mariën, La mujer entreabierta, 1985, págs. 104-105


Destaca el ensayo (¡en inglés! ¿porqué sin traducir?) de Mieke Bleyen (quien ya publicó un libro sobre las fotografías de Mairën) sobre el libro Woman Ajar (casi imposible de conseguir actualmente, publicado también en neerlandés y en francés: La femme entrouverte -La mujer entreabierta-) que da una nueva perspectiva a la relación de Mairën con la fotografía. El libro que tiene un poco mas de cien fotografías (con una presentación corta de Patrick Hugues) es un himno al cuerpo femenino, un emblema desfasado, desde la cara hasta la vulva pasando por los senos y el todo adornado con diferentes accesorios que importunan, cerezas, tijeras, torre Eiffel, barajas pornográficas y, aquí arriba, espejo (uno de ellos con su autorretrato). Es un libro tardío (1985), postsurrealista y anacrónico dice ella, anticuado. Bleyen aplica el concepto de «fotografía menor», directamente inspirado de literatura menor de Deleuze y Guattari que además ella relacionó con Flusser en otro lugar (y, en el mismo libroGilles Rouffineau se lo aplicó a Miroslav Tichy); sus criterios, sacados de Deleuze-Guattari, son la desterritorialización, la politización y la colectivización de las fotografías. 


Portada del libro


En resumen, este libro tiene una serie de ensayos desde diferentes puntos de vista, interesantes, pero para leer en complemento de la monografía de Cannone sobre Mairën, indispensable para entrar en su obra. Recibido en servicio de prensa.



samedi 11 juin 2022

Alemania, años 20

 


7 de junio de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Otto Dix, Retrato de la bailarina Anita Berber, 1925, óleo y tempera sobre contrachapado, 120.4×64.9cm, Kunstmuseum Stuttgart


A l leer el título de la exposición en el Centro Pompidou (hasta el 5 de septiembre), Alemania / Años 1920 / Nueva Objetividad / Augusto Sander, la complejidad del propósito sugiere perplejidad y desconcierto. Tenemos claramente una exposición de fotografías de Augusto Sander, y las salas están bien diferenciadas con el recorrido propuesto; no es la primera vez en París, después del Instituto Goethe en 2008 y la Fundación Cartier-Bresson en 2009, pero es indudablemente la más completa. Bastante normal y suscita implícitamente ciertas preguntas. 


August Sander, Secretaria en la Westdeutscher Rundfunk de Colonia, 1931, 29x22cm, SK Stiftung Kultur Colonia


Y hay otra exposición sobre la Nueva Objetividad: no es en sí una exposición sobre el entorno cultural de Sander o sobre sus influencias, sino un panorama bastante completo de aquella corriente artística, especialmente en lo que se refiere a pintura y fotografía. Algunas veces las dos se cruzan y obviamente insisten sobre la comunicación (por ejemplo en la hoja explicativa de la sala en la cual hay una sola reproducción) y las similitudes, por ejemplo entre la fotografía por Sander de la secretaria de la radio y el retrato por Otto Dix de la bailarina Anita Berber (en portada del catálogo): dos mujeres modernas mas bien angulosas y secas, sin feminidad tradicional y que se afirman profesionalmente en un medio masculino. Mientras que el cuadro de Dix se integra en una sección sobre las transgresiones sexuales en los años 1920, entre travestis, lesbianas, hombres femeninos, sadismo, bondage (además de los asesinatos sexuales, explicados aquí de forma simplísima como la reacción masculina a la emancipación amenazadora de las mujeres), esta fotografía de Sander es bastante excepcional en relación con su punto de vista sobre las mujeres, puesto que la casi totalidad de las mujeres en la obra de Sander son «las señoras de» (de arquitecto, de pintor, ...), esposas y madres. Fuera de algunas raras artistas, únicamente esta secretaria y una mujer fotógrafa existen por sí mismas, tienen trabajo propio, son autónomas y están asentadas socialmente. 


Arbeiter Illustrierte Zeitung, 1926, 5° año, n° 8, págs. 8-9, Staatsbibliothek zu Berlin


Al representar a los hombres del siglo XX Sander hace un retrato más bien conservador de la sociedad que lo rodea: vemos artesanos en lugar de obreros, el bajo proletariado de la Ruhr, muy cercano sin embargo, parece ausente de su campo de visión, reemplazado por trabajadores dignos e independientes que parecen haberse ahorrado la explotación capitalista (única excepción, un Consejo Obrero, pero son más bien sindicalistas establecidos que proletarios). Para contrastar vemos una serie sin condescendencia «Cómo viven y actúan los trabajadores» del periódico comunista Arbeiter Illustrierte Zeitung: en oposición con la prensa burguesa, el AIZ documenta la vida real obrera con reportajes e imágenes enviadas por los lectores. Al contrario de Dix o Grosz, Sander, entregado a su gran obra clasificadora y taxonómica, no revela en nada la fealdad de su época ni sus tensiones. Otro reflejo de la visión tradicional de la sociedad para Sander es su serie de ministros del culto que consta solamente de sacerdotes y pastores, ningún rabino. Y claro, en la obra de Sander todo el mundo es blanco (los gitanos vendrán más tarde). 


August Sander, Máscara mortuaria de Erich Sander, 1944, 25.8×18.7cm, MoMA


Es a partir del ascenso del nazismo, cuando el poder nazi, fascinado sin embargo también por la tipología del pueblo alemán, lo obligó mas o menos a renunciar a su trabajo sobre los hombres del siglo XX que la consciencia política de Sander evoluciona. Su hijo Erich, antifascista, es detenido en 1934 y muere en la carcel, no sin haber fotografiado a sus compañeros de encierro. Anunciada varias veces a lo largo de la exposición, como para hacerle contrapunto, la sección final, llamada extrañamente «Miradas hacia abajo», muestra las obras complementarias más tardías de Sander, fotografías que salen de su visión normalizadora de la sociedad: nazis, judíos burgueses, prisioneros políticos, trabajadores extranjeros y también idiotas, enfermos, locos, agonizantes, ciegos, las márgenes de la sociedad, para concluir con la máscara mortuoria de su hijo. Después de una exposición de 2018 publicaron un libro adicional sobre esta serie, intitulado «Perseguidos / perseguidores», que curiosamente reúne a los nazis y a sus víctimas. 


George Grosz, S. T. (Construcción), 1920, óleo sobre lienzo, 81x61cm, Kunstsammlung NRW, Düsseldorf


El resto de la exposición es un panorama bastante completo sobre la Alemania de los años 1920, se ubica bien la evolución artística dentro del contexto político y social, y se aprende bastante, al contrario de la parte sobre Sander que es más convencional. Se pueden observar las tensiones entre la violencia del expresionismo y la estandardización del post-expresionismo «objetivo» (curiosamente el Bauhaus no figura en la exposición). La crítica social es omnipresente, a veces racional, otras irónica y fingida. En este cuadro de George Grosz, que se intitula Construcción, no pensamos tanto en la metafísica de Chirico sino más bien en la inhumanidad de aquel universo vacío y frío en el cual la mujer no tiene ni cara ni manos. En el nuevo mundo en el que las formas predominan el hombre ordinario no es más que una ficha. Las bailarinas Tiller no son sino figuritas intercambiables y las doce «casas del tiempo» de Gerard Arntz son compartimientos divididos en los cuales el capitalismo organiza a los explotados, así como en la cocina «taylorizada» creada por Margarite Schütte-Lihotzky. 


Christian Schad, Conde St-Genois d’Anneaucourt, 1927, óleo sobre lienzo, 103×80.5cm, Centro Pompidou



No se distinguen entonces en aquella oscuridad sino algunos individuos como por ejemplo el conde Saint-Genois d’Anneaucourt, que Christian Schad pinta impasible y extremadamente elegante pero rodeado de dos mujeres vulgares, la viril baronesa Glaser y un travesti que exhiben sus marchitos atractivos: la crueldad irónica de este cuadro y de muchos otros carece de cualquier ternura: estamos en las antípodas de la neutralidad indulgente de Sander. Este retrato de una época es lo más interesante que queda de esta exposición doble. 



vendredi 10 juin 2022

Serenidad arlesiana (Lee Ufan)

 


6 de junio de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Lee Ufan, Relatum – Infinity of the vessel


En el fondo de Arlés hay una historia. En el fondo de la historia hay una imagen. En el fondo de la imagen está lo desconocido. 


Lee Ufan, Relatum – Accès



Es un poema que Lee Ufan escribió en la pared de la bodega secreta del palacete en donde está desde hace poco la Fundación Lee Ufan en Arlés, una bodega a la que solo se puede ir haciendo solicitud y acompañado; no se puede fotografiar, hay un nicho, dos pinturas en el suelo en azul y marrón desvanecidos, una roca; los ingredientes esenciales para la meditación. En la planta baja están las esculturas del artista, en la primera planta están las pinturas, murales o en lienzo. Desde la entrada se siente la sensación de paz y de pureza: rocas, gravilla, luz: parsimonia que genera una transcendencia y una contemplación inigualables. 


Lee Ufan, Relatum 1969/2002



Por aquí un espejo de agua vertiginoso, por allí dos rocas frente a frente y su sombra falsa dibujada en gravilla más oscura; más allá una banda de acero curvo que refleja una roca y después vidrio roto por una roca. Todo es de una sencillez extrema y de esa sobriedad nace la fuerza. 


Lee Ufan (con Tadao Ando), Relatum – cielo bajo tierra


Me arriesgo a parecer sacrílego, me gustó menos la espiral de concreto construida por Tadao Ando (también construyó su museo) en el centro de la cual un video parece reflejar el cielo: es verdad que es una matriz contemplativa, pero el artífice del concreto disminuye la potencia, como si la puesta en escena del arquitecto sustrajera algo, como si el artificio de presentación distrajera de la belleza de la pieza. 


Lee Ufan, vista de la exposición (1er piso), años 1970/80


En el piso superior vemos numerosos cuadros de los años sesenta hasta hoy. Primero un toque repetitivo, de serie, luego juegos de luz y de color desvanecido. Se sale de allí con la impresión de haber participado en una búsqueda, de haber formado parte de una experiencia tanto metafísica como estética. 


Arthur Jafa, AGHDRA, 2021, video


Hay que evitar a toda costa el paso sin transición de la pureza al parloteo ensordecedor de las exposiciones actuales en la Fundación Luma: pasar demasiado rápido del silencio a la verborrea, de lo discreto a lo estridente y de la sobriedad a lo rimbombante, entre Parreno, Gonzalez-Foerster, Etel Adnan y Rachel Rose, me fue fatal. No recobré algo de serenidad sino con la hermosa instalación de Arthur Jafa y en especial frente a los sobresaltos del sólido mar Negro... Hubiera sido mejor ir a ver los Alyscamps.



Marrones

 


5 de junio de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Franky Amete, Mobiliario urbano, metal, sociedad Atech (Cholet), 2022



La exposición Marronage, el arte de romper las cadenas, en la Maison de l'Amérique Latine (hasta el 24 de septiembre) trata sobre una cultura que hubiera podido desaparecer, fundirse, asimilarse, pero que resistió y se mantuvo al adaptarse al entorno dominante. Los Marrones o Bushinengués, descendientes de africanos transportados a Guyana francesa y a Surinam que resistieron a la esclavitud, huyeron y construyeron sociedades libres y autónomas, crearon una cultura cuya dimensión plástica muestran aquí, tanto en los objetos tradicionales como en las obras de artistas y diseñadores contemporáneos. 


Antoine Dinguiou, Mi mujer no es bonita (1989), Olimi – el cariño (2018) & A wan – el equilibrio (2020), óleos sobre lienzo


La exposición quiere ante todo, mostrar que su arte geométrico, el tembé, continúa en la actualidad con materiales modernos que transforman objetos ordinarios, peines (abajo), platos, banco público (arriba), telas, en obras de arte con formas sencillas y sobrias. La semejanza entre los objetos recogidos en las misiones de colecta etnográfica en los años 1930 y los de hoy es asombrosa. 


Hervidor bushinengués


No es seguro y es una lástima, que los hervidores llamados ketee, que llevan asa erótica y en los cuales las mujeres hacían macerar decocciones para su higiene íntima cotidiana o pociones afrodisiacas, sigan siendo fabricados; se les regalaban a las jovencitas púberes durante la ceremonia del gi pangi (rito femenino de transición). Lo más triste sería que lo fueran para convertirlas en curiosidades para turistas enfiestados. 


Colección de peinetas, Quai Branly y Centro de arte y de investigación de Mana (Guyana) 


Nos hizo falta: comparando con la abundancia de objetos y fotografías (algunas de Pierre Verger), hay pocos poemas o canciones, siendo que el cimarrón también tenía una dimensión literaria, sin duda menos bien preservada o menos accesible. Y, puesto que mencionamos a Verger, nos hubiera gustado una comparación con el arte de los quilombos brasileños. 


Flagelación de una mujer Samboe, Jean-Gabriel Stedman, Narrative of a five years’ expedition in Guiana, 1796


Catálogo interesante, con prefacio de Christiane Taubira; muestra bien el contexto histórico (recibido en servicio de prensa). 



jeudi 9 juin 2022

El emir Abd el-Kader

 


4 de junio de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Marie Eléonore Godefroid, Abd el-Kader, 1843/44, óleo sobre lienzo, 73.2×59.6cm, Museo de la Armada


La exposición sobre el emir Abd el-Kader en el MUCEM (hasta el 22 de agosto) es una exposición histórica de muy buena calidad. Evita los tópicos y muestra las diferentes facetas de este hombre ilustre, resistente, estadista, místico, filósofo. Conocemos bien la imagen del noble que resistió a la colonización francesa, capaz de reunir a una gran parte del pueblo argelino y de crear un estado moderno. Recordamos de qué manera el sultán de Marruecos lo abandonó y también de qué manera se negó la palabra dada, y al contrario de las promesas del duque de Aumale, los dirigentes de la Segunda República lo hicieron prisionero en Francia, en donde estuvo cinco años, primero en Pau y luego en Amboise, (señales de nuestra época: el monumento en su memoria fue víctima del vandalismo de la extrema derecha anti islamista la víspera de su inauguración y no inculparon a nadie...). Liberado por el Príncipe-Presidente antes del plebiscito imperial (por el cual él votó, fue sin duda el primer argelino que votó en Francia), partió a tierra de Islam, a Brusa cerca de Estambul y luego a Damas. Consciente de los peligros de las fricciones comunitaristas, le advirtió en vano al sultán otomano, y, episodio que hizo su gloria en Occidente, protegió a los maronitas contra los atropellos de los drusos. Sus dos viajes ulteriores a Francia y su apoyo a la construcción del canal de Suez lo volvieron muy popular, como figura mítica de un enlace posible entre Oriente y Occidente, entre franceses y árabes, entre colonizadores y colonizados. 


Gustave Le Gray, Abd el-Kader en Amboise, 1851, impresión en papel a la albúmina, 21×14.2cm, BnF


Tanto la exposición como el catálogo que la acompaña (recibido en servicio de prensa) dan cuenta de manera completa y detallada de aquel personaje complejo. Entre las imágenes que nos quedan está su fotografía de 1851 en Amboise, por Gustave Le Gray (quien se irá a vivir al Oriente Próximo nueve años más tarde).  


HFE Philippoteaux, Supuestos retratos del Cherif Boubaghla y de Lalla Fatma n’Soumer conduciendo el ejército revolucionario, 1866, óleo sobre lienzo, detalle, Museo Fabre, Montpellier


Podemos al fin admirar este cuadro de Philippoteaux, la figura de la hermosa y digna Lalla Fatma n’Soumer, una de las jefes de la resistencia anti colonial hasta 1857, mientras que ya desde hace tiempo Abd el-Kader ha renunciado y aceptado la dominación francesa; en cambio no hay sino un grabado de mala calidad de cuando el ejército llenó de humo las cuevas de Dahra, un crimen de guerra mantenido oculto. Uno de los documentos interesantes que acompaña la exposición es un pequeño «periódico de la exposición», cuyos autores, Mo Abbas y Benoit Guillaume paseando por las calles de Marsella le preguntaron a la gente «¿Conoce usted al emir Abd el-Kader?, en ocho episodios cortos: de héroe a harki, de figura tutelar a estadista olvidado, hace buen contraste en la exposición.