5 de junio de 2021, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Carola Bonfili, Polia, 2019, video, captura de pantalla. |
El Museo romano Macro lanzó un programa plurianual y se ha vuelto Museo de la Imaginación preventiva, un concepto lo bastante amplio como para recibir igualmente el diseño envolvente de Nathalie du Pasquier que a Pierre Bismuyh y encontramos también pequeñas joyas menos convencionales. La sección Retrofuturo explora los archivos del museo en una gran confusión en la cual no reconocí sino a Chirico en medio de una cantidad considerable de imágenes de archivos sin leyendas, pero me tocó un video de unos quince minutos de Carola Bonfili, Polia que me impresionó muchísimo. Polia es la belleza inaccesible de la cual Polífilo está enamorado y que solamente posee en sueños en su extraño y fascinante Sueño (Hypn-eroto-machie, el combate erótico en sueños) de 1499. Lo que inspiró a la artista fue la polisemia de las xilografías del Sueño, la cual pone en escena a tres ninfas vestidas de túnica blanca caminando por un bosque devastado, avanzando por la nieve, tirando al arco, tirando lo que parece ser el cadáver de un hombre envuelto en un saco de yute, bailando en una sala oscura y haciendo una ambigua ceremonia orgiaca en una caverna del color de las brasas.
Carola Bonfili, Polia, 2019, video, captura parcial de pantalla. |
Las tres ninfas llevan máscaras que disimulan totalmente sus rostros, los cuales, una vez sin capucha tienen dos caras: toda la ambigüedad del sueño se revela aquí, y yo intenté captarla en ese beso doble auto erotizado en el que los labios del otro no son sino una fría ilusión.
Carola Bonfili, Polia, 2019, video, captura parcial de pantalla. |
Pasamos de la blancura de las montañas abruptas en donde caminan y cazan, a la oscuridad austera de un edificio rectilíneo de concreto en donde bailan y después al calor rojo de una gruta redonda en la que hacen el amor. Los cantos de las ninfas cautivan como una voz divina (música de Francesco Fonassi). El viaje iniciático al cabo del cual la mujer amada (o su equivalente platónico, la verdad) sigue inalcanzable, nos deja en suspenso, desorientados, incapaces de distinguir el sueño y la realidad, al igual que Polífilo.
Wolfgang Stoerchle, Attempt Public Erection, Market Street Program, Los Angeles, abril de 1972. |
Lo imposible y lo ambiguo, es también lo que caracteriza el trabajo de Wolfgang Stoerchle, presentado por Alice Dusapin en otra parte del MACRO (hasta el 27 de junio), pero en su caso, es parte integrante y esencial de su trabajo, basado en el cuerpo y la performance. Alice Dusapin ha revelado este artista poco conocido a lo largo de su búsqueda. Muerto a los 32 años en 1976, integra su trabajo entre dos performances: la primera fue un viaje a caballo de Toronto a Los Ángeles durante once meses con su hermano, al principio un simple logro divertido, que una vez integrado en la escena artística californiana, recalifica después como performance; la última tuvo lugar cuando volvió a la práctica artística unos meses antes de su muerte después de haberse eclipsado durante dos años (pasados entre otras cosas a meditar en Méjico) y, en el estudio de Baldassari, se desnuda e invita a un espectador a que haga lo mismo y performe una felación sobre él, después de lo cual lo abraza. Dos maneras diferentes de exponer su vulnerabilidad y su intento infructuoso para controlar su cuerpo. En 1972 en el estudio de Robert Irwin, frente a algunos espectadores, se desnuda e intenta tener una erección mentalmente sin el menor estímulo físico, sólo con el poder de su mente; a pesar de las sesiones de hipnosis preparatorias y los ensayos en su estudio, fracasa, su mente no supo controlar su cuerpo, su sexualidad lo logró ser puramente mental, pero para él este fracaso fue un éxito.
Wolfgang Stoerchle, MFA 1970 Santa Barbara, video, captura de pantalla. |
Wolfgang Stoerchle, Fictional News / Reviews of non-existent works and exhibitions, 1970, periódico imprimido. |
Para terminar, siempre en el limite de la realidad, publica un periódico artístico sobre performances que no habían tenido lugar, por ejemplo el pulso con el delicado Robert Morris (aunque tuvo lugar con Robert Ashley), y obras que no existían, por ejemplo arriba a la izquierda las reproducciones de bronce del sexo de dieciséis de sus amantes que revelaba en una entrevista falsa con Ilene Segalove (eco lejano de Marcel Duchamp y Henri Maccheroni). Stoerchle andaba sobre un hilo entre realidad y ficción, entre control y vulnerabilidad, entre éxito y fracaso, y por ello, pertenece también a la imaginación preventiva, cinco siglos después de Polífilo.