vendredi 21 mai 2021

La retina fotográfica : el mito del optograma (2. Ficción y Arte)

 


8 de mayo de 2021, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


« La imagen del asesino en la retina del asesinado» (James Joyce, Ulysse, Paris, Gallimard, 2004 [1922], pág.148)


Jacques Poirier, ilustración de Los Hermanos Kip de Julio Verne, Paris, Hachette (Bibliothèque Verte), 1972, p. 251. Nat Gibson descubre la imagen de los asesinos en el fondo el ojo de su padre en una fotografía ampliada


Varios autores escribieron a finales del siglo XIX y principios del XX, cuentos o novelas en los cuales encontramos el optograma. Medeiros, Stiegler y Arthur Evans hicieron una recensión bastante completa, y para Andrea Goulet fue el tema de sus investigaciones. Stiegler separó en dos enfoques diferentes (además del del artista Derek Ogbourne, ver más abajo). Ciertos novelistas, Jules Clarétie (El Acusador, 1895), Cleveland Moffett (On the Turn of a Coin, 1900), Jules Verne (Los Hermanos Kip, 1902) y Thomas Dixon (The Clansman, 1905) presentaron el optograma como una herramienta científica que permite identificar al asesino. Otros, Auguste de Villiers de L'Isle Adam por ejemplo (Claire Lenoir, 1867, luego Tribulat Bonhomet, 1887), y Rudyard Kipling (At the End of the Passage, 1912) lo vieron más bien como una herramienta mágica, un espacio de proyección que revela una imagen de los pensamientos, la memoria de los sueños que Stiegler califica de «juego de fantasmas, […] cuestionamiento de la certeza de la percepción».

El fantasma de lectura del pensamiento y de visión memorial se encontraba también en otras obras de ficción que describen un acceso directo al cerebro sin pasar necesariamente por el ojo, por ejemplo, The Diamond Lens (de Fitz James O’Brien, 1858), o Dr. Berkeley’s Discovery (de Richard M. Slee y Cornelia Atwood Pratt, 1899). Es interesante ver que prácticamente en todos los casos policiales la víctima es una mujer, pero en varias de esas novelas (Clarétie y Verne, entre otras) la víctima es un hombre. Como aclarado más abajo, Goulet analizó varias de esas obras (Clarétie, Verne, Villiers, Kipling) a la luz de fantasmas sobre el exotismo y el pánico al otro. Notemos que algunas novelas más contemporáneas también evocan el optograma: The Eyes have it de Randall Garrett en 1964, The Alienist de Caleb Carr en 1994 o Dan Leno and the Limehouse Golem de Peter Ackroyd en 1994, y actualmente es un tema presente especialmente en el cine, en los mangas y en los videojuegos


Gabriel Soria, Los Muertos Hablan, 1935, fotograma, 12’02’’.



Stiegler dedica una parte importante del epílogo de su libro al cine, tanto a las películas de «cine-ojo» como a las que evocan o ponen en escena optogramas. La película más antigua, que Stiegler no menciona, parece ser Los Muertos hablan de Gabriel Soria en 1935, primera película mejicana de ciencia ficción en la que un profesor de medicina y su estudiante resuelven un asesinato doble; luego viene El Rayo Invisible de Lambert Hillyer en 1936, en Hollywood. También tenemos una policiaca Cuatro Moscas sobre terciopelo gris de Dario Argento (1971) en la que el optograma se utiliza también para resolver un asesinato; la película de terror Pánico en el Transiberiano de Eugenio Martins (1972) en la que los ojos de un hombre prehistórico fosilizado conserva imágenes de su época; y L’œil de l’autre (El ojo del otro) de John Lvoff (2005) que es ante todo una reflexión sobre la creación fotográfica. El tema del optograma aparece también en series de televisión, por ejemplo Los Misterios del Oeste (1998), Fringe (2008) y el Doctor Who (1975 y 2013). 


Gabriel Soria, Los Muertos Hablan, 1935, fotograma, 1h 4′ 10 »



En cambio, pocos artistas plásticos han sido inspirados por el optograma; a diferencia de la literatura y el cine, en lugar de contar una historia, los que lo hicieron reaccionaron como creativos a lo que podía significar el optograma. Curiosamente, el primer artista plástico asociado con el optograma es el escultor berlinés Louis Sussmann-Hellborn: Franz Boll, antes de presentarle a la comunidad científica los colores observados en las retinas, llamó a este conocido artista para que identificara mejor que él los matices de color, y lo presenta como su «intérprete artístico». Solamente hace poco algunos artistas se interesaron por el optograma, la mayoría marginalmente. El fotógrafo portugués Daniel Blaufuks (nacido en 1963) incluyó el dibujo del optograma de Kühne en su exposición Andorra: en el catálogo de la exposición, el artista entrevistado por Medeiros cita el artículo del Premio Nobel George Wald en el que ve una referencia a la muerte inminente. 

Otro fotógrafo portugués, Luis Campos (nacido en 1955) realizó una serie intitulada «La última visión de los héroes» en la que reconstruye lo que hubiera podido ser la última visión de diez héroes (entre ellos  Humberto Delgado, Steve Biko y Bobby Sands) antes de morir de muerte violenta; el historiador de la fotografía Jean-Claude Lemagny dijo a propósito de la serie que la última imagen era probablemente la única fotografía en una vida, lo demás es una película. El fotógrafo francés Jean-Christophe Garcia (nacido en 1959) hace fotografías de «Faits Divers» -Sucesos-, de lugares del crimen como si fueran optogramas, la última visión de la víctima, lo que lo vincula con Atget y también con el fotógrafo experimental Thomas Bachler. La videógrafa y fotógrafa norte irlandesa Susan MacWilliam (nacida en 1969) se interesa en particular por lo paranormal, incorporó en una de sus películas, After Image, secuencias de películas de Dario Argento y de Gabriel Soria con una banda sonora cautivadora y extraña. El optograma fue también evocado por el actor y artista libanés Rabih Mroué en su conferencia-performance, The Pixelated Revolution (2012) sobre el tema de las miradas entre francotiradores sirios y militantes filmándolos. 


Derek Ogbourne, Museum of Optography, The Purple Chamber, Sharjah (EAU), Sharjah Art Foundation, 02/07 – 03/10/2012, vista de la exposición.


Solamente un artista británico, Derek Ogbourne (1964) le ha dedicado una parte importante de su trabajo al optograma: sus investigaciones desde hace cerca de veinte años le han permitido adquirir un amplio conocimiento sobre el tema (y una biblioteca excelente), y han culminado en una serie de exposiciones de su Museo de la Optografía, además de la publicación de una Enciclopedia de la Optografía que toma varios de los textos mencionados aquí. Uno de los ensayos de la enciclopedia, de su esposa Susana Medina se intitula «tatuaje retiniano de luz»; en otro ensayo el artista británico Olly Beck subraya que el único optograma humano incuestionable (el dibujo de Kühne del optograma del hombre guillotinado) es prácticamente un dibujo abstracto, como si aquello que no es figurativo fuera de la mano con la muerte. El Museo de la Optografía es un gabinete inmenso de curiosidades que mezcla piezas documentales y creaciones de arte retiniano del artista. Su trabajo interroga las relaciones entre el arte y la ciencia, pero en el caso se trata de una ciencia obsoleta e inútil generadora de excitación y de decepción, que vuelve borrosas las fronteras entre realidad y mentira. Sus exposiciones oscilan entre la melancolía, lo macabro y lo tragicómico. De cierta manera, con Ogbourne se clausura la historia de la optografía, desde ahora «convertida en un gabinete de curiosidades extraño y estimulante», irónico y macabro. 


Derek Ogbourne, Museum of Optography, The Purple Chamber, Sharjah (EAU), Sharjah Art Foundation, 02/07 – 03/10/2012, vista de la exposición.


Para terminar, el francés filósofo e historiador de arte Georges Didi-Huberman (1953) realizó un corto sobre el tema, que llamó sencillamente L'Optogramme (1983) a partir de la imagen que acompaña el informe del Profesor Vernois en 1870 (fig.3). La crítica canadiense Monique Langlois lo describió así (no pudimos verlo a pesar de que mucho lo buscamos): «extractos de los textos que describen la experiencia médica y el relato del asesinato tienen lugar en un medallón de forma circular que se forma en un fondo negro. Luego aparece la última imagen en blanco y negro, que informa sobre un instante cruel». La historiadora de arte estadounidense Rosalind Krauss contó que había visto la película en Liège en 1983 y le había parecido «extrañamente umbría», con ruidos de ladridos, de pasos y de un portazo; la juzga «maravillosamente audaz», apunta que muestra la convicción de Didi-Huberman (que es la suya) que la historia de la fotografía no podía reducirlo a un proceso de producción de imágenes e ignorar su condición, de índice y de huella. Además Didi-Huberman fue uno de los primeros historiadores de arte (si no el primero) que escribió sobre el optograma. 

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire