mercredi 19 mai 2021

La retina fotográfica : mito del optograma (1. Historia)

 


7 de mayo de 2021, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Este ensayo fue rechazado por revistas de fotografía (demasiado) clásicas (Reviewer 2 : « This is NOT photography ! REJECT ! »), aquí les regalo esta adaptación al formato del blog.


¿Puede el cuerpo humano fotografiar? En otro lugar estudié la transformación de las cavidades corporales, puño, boca o vagina en cámaras fotográficas, en cámaras oscuras, y aquí voy a examinar otro aspecto del cuerpo fotográfico, la retina como (supuesto) instrumento fotográfico. Es un proyecto que poco ha sido tratado en la literatura francesa, ya sea desde el punto de vista artístico y fotográfico o desde el punto de vista científico y médico, mientras que diferentes autores estadounidenses, alemanes y portugueses, entre ellos un Premio Nobel de Medicina, George Wald, publicaron sobre el tema. Y es que es un tema que, sin tener en cuenta sólo la historia de la medicina, ha tenido repercusiones literarias, artísticas y sociales particularmente reveladoras. Primero presentaré la historia del optograma, mañana sus menciones en la ficción, de qué manera se la han apropiado algunos artistas y para terminar diferentes enfoques críticos, literarios, estéticos y filosóficos sobre el tema. Aunque se haya revelado como un mito, esta primera experiencia de un cuerpo aumentado, capaz de representar fotográficamente sin aparato, fue una señal premonitoria de las evoluciones posteriores sobre el cuerpo aparato, que cuestionaron las relaciones entre medicina y tecnología por un lado y sociedad y cultura del otro. 

El jesuita Christoph Scheiner fue el primero, aparentemente en 1619, que mostró que una imagen invertida se formaba en la retina, lo que Johannes Kepler había teorizado unos años antes. En 1637 René Descartes en su Dióptrica confirma el descubrimiento de Scheiner y compara la retina con un instrumento óptico. Desde que se inventó la fotografía, su analogía con la retina ha sido mencionada: cuando el 7 de enero de 1839 junto a François Arago, el físico Jean-Baptiste Biot presenta el invento de Daguerre y Niépce a la Academia de Ciencias, compara la fotografía con «una retina artificial que Daguerre puso a disposición de los físicos»; en 1899 el astrónomo y fotógrafo Jules Janssen describe la fotografía como la «retina del sabio». Entre 1934 y 1969, Kodak produjo además en su planta alemana, una serie de aparatos fotográficos con la marca Retina


Wilhelm Kühne, Optograma extraído de la retina de un conejo, expuesto delante de una ventana con rejas, 1878


Entonces, a finales del siglo XIX y principios de XX, médicos, sabios, policías y novelistas creyeron en la posibilidad de identificar y reproducir la imagen que se formaba en la retina de un muerto como si fuera una verdadera fotografía, que entonces se llamó optograma: la última imagen vista por un muerto quedaría fijada en su retina y disecando el ojo o fotografiando la retina a través de un oftalmoscopio podríamos observarla. El ojo vivo era una cámara, el ojo muerto un aparato fotográfico de toma única. 


Wilhelm Kühne, primeros optogramas en la retina de un conejo, 1877/78


Las investigaciones científicas sobre la retina y el optograma empezaron después de que Hermann von Helmholtz inventara el oftalmoscopio en 1850 y los estudios sobre el pigmento rojo o púrpura de la retina (rodopsina) que hicieron Heinrich Müller en 1851, Christian Boll en 1876, Wilhelm Kühne (en 1877 sobre un conejo, aquí arriba, y en 1880 sobre la cabeza de un hombre decapitado, aquí abajo) y Felix Giraud-Teulon en 1881. Investigaciones que fueron ampliamente difundidas no solamente entre la comunidad científica sino entre el público en general, y sentaron la base científica sobre la cual se apoyó la hipótesis del optograma. Pero todos esos sabios concluyeron que la retina no se comportaba verdaderamente como una placa fotográfica, que las huellas químicas de la respuesta de la rodopsina al flujo luminoso no eran verdaderamente imágenes, que la analogía entre cámara y ojo no era evidente, y que no podríamos obtener «imágenes retinianas» sino en ciertas condiciones ideales en laboratorio (en 1975 el profesor Alenxandridis de la Universidad de Heilderberg no pudo reproducir con conejos la experiencia que Kühne había realizado un siglo antes). 


Wilhelm Kühne, Optograma procedente de la retina de un criminal decapitado (Gustav Ehrard Reifov), motivo sin determinar, 1880.


Las advertencias de los científicos no impidieron en nada que los periodistas y policías pensaran que podían sacar partido del invento para resolver enigmas criminales: pasamos entonces del campo de la historia científica y médica a la de la historia social y cultural. En laboratorios en condiciones muy diferentes, médicos o fotógrafos intentaron percibir un optograma en el ojo de un muerto: un doctor Pollock en Chicago en octubre de 1856, el fotógrafo inglés William H. Warner en 1863, o el doctor Bourion en los Vosgos en 1868 (el profesor Vernois de la Sociedad de Medicina legal, analizará la experiencia en 1870 para deducir que no fue concluyente, aquí abajo).


Dr. Edme Antonin Bourion, Optogramme procedente de la retina de una mujer asesinada en 1868, illustra el informe de valoración del Pr. Maxime Vernois en la Revista fotográfica de los hospitales de Paris, vol. 2, 1870.


Así que en 1863 el fotógrafo Warner incita Scotland Yard para que utilice el optograma con el fin de identificar al asesino de una jovencita. Scotland Yard vuelve a utilizar la técnica para tratar de identificar a Jack el Destripador a partir de los ojos de su víctima Annie ChapmanBernd Stiegler censó detalladamente los dieciocho casos, entre 1857 y 1927, con un pico en 1860 (que califica de «exceso discursivo fantasmal»), hay un resurgimiento con el cambio de siglo (con un enfoque que mezcla ciencia y espiritismo), y algunos casos residuales en los años 1920 (en los cuales predominan, dice, la imaginación ficcional y la superstición). Está claro que todos los policías no estaban convencidos y Véronique Campion-Vincent cita el escepticismo del comisario parisino Gustave Macé en 1869. Una vez solamente el optograma le fue útil a la policía, no como prueba sino provocando la confesión de un sospechoso crédulo: un asesino confesó sus crímenes en 1925 cuando la policía le dijo que lo podían reconocer en los optogramas de dos de sus víctimas, las que evidentemente no mostraban nada. Sin embargo algunos criminales quedaron convencidos de que un optograma podía identificarlos y así les arrancaban los ojos a sus víctimas o les disparaban en ellos para impedir toda investigación: el caso más antiguo parece ser el del Constable Gutteridge en 1927, pero hubo casos recientes en Francia en 1990 y 1993. El mito del optograma fue una suerte para la prensa amarilla. Margarida Medeiros y Bernd Stiegler recogieron numerosos artículos en el mundo entero (hasta en Tasmania), el más antiguo parece ser un artículo inglés no identificado al cual se refiere el Chicago Press del 17 de octubre de 1856 al doctor Pollok. En la prensa francesa la mención más antigua puede que sea un artículo a propósito de Warner en el Publicateur des Côtes du Nord del 26 de septiembre de 1863, al que Villiers de L’Isle-Adam se refiere en Claire Lenoir.



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