lundi 24 octobre 2022

Novelas de obras maestras

 


22 de octobre de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Los autores de Romans d’un chef d’oeuvre ediciones Ateliers Henry Dougier (1), -Novelas de una obra maestra- tratan, con resultados diferentes, de tomar la palabra, de un pintor, o de un testigo, asistente o modelo (incluso, en un caso curioso, del lienzo mismo) para contarnos de qué manera tal cuadro (o escultura) fue concebido, pensado y realizado. Algunas veces se utiliza ese ámbito estrecho, y otras es un pretexto para cubrir toda la vida del artista. Estamos entre la biografía novelada más o menos inventada y la historia del arte. Demasiado historiador del arte no estoy sin duda alguna totalmente es este caso, y, por haberme prestado a este ejercicio de escritura, sé bien que compaginar los dos ámbitos no es siempre tan fácil. Les presento entonces unas recensiones de libros de la colección que recibí últimamente en servicio de prensa. 



Cuando su nieto Mariano ya viejo pero todavía vigoroso va a Burdeos para asistir a la exhumación de los restos de Goya, que luego serán repatriados a España, le entregan un carné que encuentran en el ataúd. Carné secreto de Goya dirigido primero a un amigo y luego a Mariano, entonces niño. Es un buen instrumento para contar las incertidumbres de Goya, entre pintor al servicio de los grandes y del rey, y espíritu independiente pero no tanto. El relato de la ocupación de España por los franceses de Napoleón le incumbe al manual de historia pero crea el contexto necesario para los dos cuadros del 2 y 3 de mayo, siendo este último el centro del libro. Nada nuevo aparte de un enfoque personal y subjetivo en el que la voz de Goya aclara sus ambigüedades sin falsa vergüenza. 



El libro sobre Brueghel tiene más aliento, posiblemente también porque el periodo como el pintor son menos conocidos y que rara vez ponemos a Brueghel en el contexto político histórico de la represión de la revuelta de los Países Bajos y de la dominación de los españoles en Flandres. Aprendemos bastante sobre el mismo Brueghel, sobre su familia y su medio aunque el autor no oculte que dada la opacidad en la información, inventó muchísimo (pero en realidad, eso es lo que vuelve interesantes estas novelas: quienes son demasiado fieles a la realidad de los hechos ya bien conocidos, se quedan a veces cortos de inspiración). En este relato en tercera persona se insertan unos doce testigos que dan un enfoque lateral sobre el hombre y la época, pero todos con voces demasiado similares, se diferencian poco entre ellas. 



Entre los últimos lanzamientos, Una pasión melancólica según Frida Kahlo (sin traducir) es una de las más interesantes: el libro le da la palabra a Diego Rivera, lo que permite evitar los estereotipos habituales sobre Frida. Se trata de un pintor que habla de una pintora, de un hombre que habla de la mujer que ama y que ha muerto. Mientras que muchos relatos tienden a presentarla como a una víctima de su marido y del patriarcado, este libro la describe como a una mujer con todas sus complejidades, dudas y deseos variados; es una mujer narcisista con una vida trágica y extraordinaria que siempre busca seducir, y que en el lienzo modelo del libro y en muchos otros presenta a su marido como a un bebé de brazos (la autora muestra que solamente en un lienzo lo representa como a su igual, un compañero). Y tal como lo decía yo en su exposición de Londres en 2005, el libro fortalece mi idea de que la obra de caballete de Frida Khalo, intima y esencialmente auto centrada, aunque apasionante por la fusión que revela entre vida y arte, no tiene, me parece, la densidad radical de la obra muralista abierta al mundo y a la historia que tiene la de Diego Rivera, explorador de nuevas fronteras. 



Se destaca el libro de Gérard Mordillat, escritor y cineasta comprometido, sobre Ernest Pignon-Ernest, es un discurso apasionado, entusiasmado y partidario sobre un artista de combate que nunca deja indiferente (y sobre el cual he leído pocos textos tan buenos)... Pero no es una novela: ni relato ni ficción, es una crítica excelente y muy personal (como me gustan), ilustrado, además, con numerosos dibujos dentro del texto mismo, una excepción en esta colección, lo que indica una singularidad. Ello muestra, me parece, la dificultad novelesca que Mordillat sorteó magistralmente y produjo así uno de los mejores libros de la colección. 

Otro libro de calidad, La sarabanda de las chicas según Niki de Saint-Phalle (sin traducir), una novela contada principalmente por la artista y por su aya, con algunas intervenciones de su psiquiatra y de la primera mujer de Tinguely, Eva Aeppli. Es un relato psicológico muy interesante sobre la fantasía, la viveza, los amores y delirios de esta mujer apasionada; pero nos hubieran gustado más explicaciones críticas sobre su creación artística y su singularidad creativa. 


(1) Nota de deontología : acabo de publicar este libro en la colección. 



dimanche 23 octobre 2022

Munch : un poema de vida, de amor y de muerte

 


21 de octubre de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Portada del catálogo con Edvard Munch, Vampiro (1895, 91x109cm, Oslo, Munchmuseet)


En Francia, país que sin embargo fue crucial para Munch a finales del siglo XIX y en donde pasa mucho tiempo entre 1885 y 1914, no tenemos cuadros de Munch (solamente dos y no de los mejores), tenemos muy pocos libros originales sobre él en francés (la mayoría son traducciones), pero tenemos catálogos de exposición, y mas bien de buena calidad: aunque los de 1952 (su primera exposición en Francia en el Petit Palais), de 1969 (Museo de Artes decorativos y Palacio de Bellas artes de Lille) y de 1974 (Museo de Arte moderno) son bastante escuetos, los que datan de después de 1991 son de calidad: Munch y Francia en el Museo de Orsay en 1991, Munch o el anti-Grito en la Pinacoteca en 2010 (sin ningún préstamo del Museo Munch), El ojo moderno en Pompidou en 2011, y ahora el catálogo de la exposición actual en el Museo de Orsay, subtitulado «Un poema de vida, de amor y de muerte» (unas páginas). 


Catálogo, páginas 28-29; fotografías : Leipzig 1903 (anon.) et Ekely 1938 (f.: O. Vaering)


El primer ensayo por la comisaria de la exposición Claire Bernardi, entra en un tema que raramente se evoca, la estrategia del artista que construye todo un relato y una puesta en escena alrededor de su obra con el objetivo de hacer conocer, de explicar y de vender sus cuadros y grabados. Hombre de negocios hábil (riquísimo a partir de los años 1910), todo lo contrario del artista pobre y maldito que atormenta su juventud, Munch controla en detalle la presentación de sus obras y cuida también la posteridad e imagen futura y póstuma. No es tan frecuente leer ese tipo de análisis sobre cualquier artista del que se trate y este ensayo (parcialmente inspirado por los trabajos de Patricia Berman) es una muy buena cosa. 


Catálogo, páginas 110-111, con Edvard Munch, El beso 99x81cm, Oslo, Munchmuseet


El ensayo de Øystein Ustvedt (Galería nacional, Oslo) expone la vida de Munch a través de los lugares en donde vivió y las relaciones que tuvo, muestra a un hombre sociable y abierto y no al misántropo y misógino que a menudo se nos pinta. El texto de Pierre Wat es interesante porque analiza la dimensión cíclica de Munch, su «línea sinuosa» hecha de repeticiones, de variantes, de reensamblajes, de cambio entre diferentes medios. El mejor ejemplo es el Friso de la vida, un enfoque que encontramos en toda su obra. Trine Otte Bak Nielsen (Museo Munch) escribe sobre la dimensión vital de Munch, su relación con la naturaleza y la ciencia, su visión holística, y hace la hipótesis de que fue inspirado por Ernst Haeckel (pero sin mencionar a Otto Weininger, que se volvió poco recomendable pero que Munch leyó con interés, lo sabemos). 


Catálogo, páginas 80-81, con fotografía de 1911, Munch trabajando sobre El Sol


Tres textos más específicos completan la primera parte del catálogo: Ingrid Junillon (autora además de una tesis y de un libro sobre Munch e Ibsen) explora sus vínculos con el teatro y, además de Ibsen, con Strindberg, Lugné-Poe y Max Reinhardt. Patricia Berman (que ha escrito bastante sobre Munch) aquí solo trata de las pinturas para la Universidad. Hilde Bøe presenta a Munch escritor: publicó poco pero sus archivos contienen cantidades de textos cortos más o menos deshilvanados. Una página del Museo Munch está dedicada a la digitalización de aproximadamente una tercera parte de esos textos, en noruego; algunos están traducidos al inglés y una muy pequeña parte al francés (pero mal). Felizmente, Jérôme Poggi (quien muestra actualmente en su galería y hasta el 5 de noviembre, tres cuadros de Munch y un dibujo) ha publicado desde 2011 una selección excelente en francésse acaban de publicar dos otras pequeñas recopilaciones (esta y aquella). 


Affiche de Peter Watkins, Edvard Munch (ni en el catálogo, ni en la exposición)


La segunda parte del catálogo retoma mas o menos el recorrido de la exposición con las secciones: De lo íntimo al símbolo, el Friso de la vida, Repetición y circulación del motivo, El gran decorado y Puesta en escena e introspección, con unas páginas para introducir cada sección pero sin reseñas individuales de las obras. Además, hay una buena cronología pero con ciertas inexactitudes (por ejemplo, Munch no estuvo ciego durante varios meses en 1930 sino invidente del ojo derecho, y ya hice notar que Milly Thaulow no era en 1885 una «importante figura de la emancipación femenina»); la bibliografía muy completa (pero que, seria, excluyó las obras literarias inspiradas por Munch, y también la película de Peter Watkins, se puede ver aquí, en turco con subtítulos en inglés), la lista de las obras y de los índices. En resumen, es un muy buen catálogo (recibido en servicio de prensa). 



samedi 22 octobre 2022

El marketing de la Bonheur

 


20 de octobre de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Retrato fotográfico de Rosa Bonheur con todas sus decoraciones



Podemos celebrarle a Rosa Bonheur su feminismo, su lesbianismo, que llevara pantalón, su corte de pelo y sus cigarros, su transmisión de patrimonio (matrimonio) por las mujeres, que haya sido la primera mujer oficial (¿oficiala?) de la Légion d'Honneur, lo que significa una celebración totalmente justificada de esta pionera que por su independencia encarna un nuevo modelo de mujer. Es verdad que reproduce ciertos estereotipos, el mas indignante, como tantos artistas hombres fue reducir a su pareja Nathalie Micas, artista también, al papel de musa y asistente (Marcel Moore corrió la misma suerte). 


Muñeca de bizcocho cerámica que representa a Rosa Bonheur (Alemania, hacia 1870), no está en la exposición.


Podemos celebrarle también su agudo sentido del comercio para lo que va a venderse fácilmente (fue tanto lo que produjo que no se ha logrado aún inventariar todo para hacer un catálogo razonado), su capacidad para enriquecerse rápidamente (pobre a los 20 años, a los 30 declara «ganar más dinero que el puede gastar»), hasta el punto de poder comprarse a los 37, un bonito castillo. Hija de un padre pobre artista fracasado y sansimoniano idealista, ella prefiere el éxito financiero y social, lo que la posiciona al otro extremo de su padre. Tenía un gran sentido de la comercialización: a los 19 años decide pintar animales, es una buena estrategia pues es un mercado amplio y abierto, se interesa mas por ciertos marchantes que por los Salones, propaga a diestro y siniestro productos derivados entre los cuales muñequitas con su efigie, hace giras promocionales. De todos sus contemporáneos es la mujer de negocios más poderosa, una estrella del mercado, «la Bonheur», sus lienzos en la época eran los más caros del mundo, en comparación, Courbet no gana nada, un aficionado. 


Rosa Bonheur, Toutou el bien amado, óleo sobre lienzo, 1885, Utrecht, Museo central


Feminista y mujer de negocios, sin duda alguna, «icono de la emancipación femenina». Pero ¿Cómo podemos elogiarla como artista? ¿Cómo podemos poner en un pedestal sus pinturas de animales? Entiendo que podamos hacer discursos emotivos sobre la causa animal y la ecología, al contemplar los lindos ojos de los animales que pintó, veo que quieren crear una pionera del ecofeminismo y del especismo (aunque cazara y le gustara la carne asada). Pero ¿Cómo podemos encontrarles calidad estética a unos cuadros dignos de los calendarios de correos de mi infancia? Pongan de un lado un caballo de Géricault y del otro uno de Bonheur: la tragedia romántica frente a la cursilería. Comparen un roble de Courbet con uno de Bonheur: estamos en dos mundos diferentes, el de la monería sosa y el de la belleza silvestre. Saber dibujar bien y querer a los animales no es suficiente. Como dijo Cézanne de su Arando en el Nivernais, «es horriblemente parecido». Si por lo menos fuera kitsch podríamos divertirnos, pero no es sino ñoñería... 


Rosa Bonheur, El gran roble, acuarela sobre papel, Museo de Orsay


Leerán entonces que no hay que dejar influenciarse por los estereotipos y los tópicos, que «su obra repercute actualmente con numerosas cuestiones sociales mas que nunca de actualidad: el lugar de las mujeres en el arte y la sociedad, la causa animal y el su lugar en el mundo rural y la ecología», que su imagen actual «se ha vuelto más atractiva y más moderna que la que tenía», y que «corresponde a las expectativas del público»: y ese es el problema. La exposición del Museo de Orsay (hasta el 15 de enero) está mas basada en las supuestas expectativas del (de cierto) público que en la calidad de la artista... Vemos de paso que el Museo de Orsay, que fue tan minucioso con la forma de nombrar a los modelos negros de manera correcta y moderna (cambiando los títulos de las obras para reemplazar Nègre por noir -en español ese matiz no funciona-), no dudó un segundo en dejar el término Piel Roja que Rosa Bonheur usaba para sus cuadros de amerindios. Al salir de la exposición, el mejor antídoto es pasar a ver la exposición de Munch, lo anima a uno. 




Munch, el maestro

 


19 de octubre de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Edvard Munch, Autorretrato en el infierno, 1903, óleo sobre lienzo, 82x66cm, Oslo, Munchmuseet



El problema que tengo con la exposición Munch en el Museo de Orsay (hasta el 22 de enero), es que podría escribir páginas enteras, casi un libro [1]. Desde hace 17 años estoy fascinado con Munch, desde cuando descubrí sus autorretratos en la Royal Academy he visto muchas exposiciones sobre su trabajo y leí muchos libros sobre él cuando no podía ver las exposiciones (aquí y allá). Esta exposición se sitúa entre las mejores para descubrir algunos temas de su obra (lo que no impedirá hacer algunas críticas). Los comisarios quisieron hacer una selección temática y no cronológica, lo que tiene la ventaja de hacer entender mejor la esencia de su trabajo (y el inconveniente, volveré con este tema, de que oculta la dimensión biográfica, sin embargo necesaria en la percepción de ciertas obras, puesto que la vida y el arte son indisociables en su obra). Y sin ser un «anti Grito»: la imagen que se convirtió en icono y en meme (y que por lo tanto ya no se puede mirar con percepción artística y es una lástima) prácticamente no se ve, únicamente representada a través de un grabado


Edvard Munch, Autorretrato con cigarillo, 1895, óleo sobre lienzo, 110.5×85.5cm, Oslo, Galería nacional


La primera sala da el tono, o en todo caso, un tono: cinco retratos, cuatro más bien realistas y clásicos (el escandaloso Hans Jaeger en 1889, la rígida y puritana Inger en 1889 y 1892, y la otra hermana de Munch, Laura, ya víctima de melancolía depresiva, en 1888). En frente un autorretrato apenas mas tardío (1895), en el cual en lugar de tranquilos fondos lisos tenemos un tumulto brumoso, en lugar de poses más bien convencionales tenemos formas atormentadas, indecisas, de fusión: en este Autorretrato con cigarrillo, Munch tiene 32 años y se inventa un estilo. La exposición termina con otro autorretrato también maravillosamente confuso y atormentado de 1903, en el cual el pintor desnudo emerge de las llamas del infierno (arriba): no solamente revoluciona y deconstruye la forma sino que profundiza sobre el tema para dar testimonio de las angustias y tormentos psíquicos del artista. 


Edvard Munch, Parejas besándose en un parque (Frise Linde), 1904, óleo sobre lienzo, 91×170.5cm, Oslo, Munchmuseet



Hay muchas maneras de visitar esta exposición, y es ahí en donde tengo que controlar el mar de comentarios y no explorar todo aquí. Se pueden mirar únicamente sus autorretratos, todos trágicos y angustiados, siempre se envejece y la muerte siempre está presente. Se pueden concentrar en sus angustias, la muerte de su hermana Sofía y también sobre su dificultad para vivir, crear y afrontar su yo profundo. Se pueden admirar las pinturas de paisajes y escenas, las composiciones amplias y empáticas, o los rostros que asoman en el primer plano del lienzo como para arrastrarnos mejor, como aquí arriba. Se pueden interesar por su sentido de la decoración, por la organización del espacio, de los frisos y de las composiciones grandes; también por la diversidad de los medios que utiliza (aunque aquí falten las fotografías) y su dominio del grabado. Pueden intentar entender su vida privada, sus alegrías y desgracias de enamorado (pero la falta relativa de datos biográficos no les ayudará a saber quien es la mujer con el broche, o quien está personificando a Charlotte Corday (abajo); e incluso según las tendencias de la época, calificar a Milly Thaulow de pionera del feminismo en Noruega hace sonreír, lo único que hizo en 1910, veinticinco años después de su relación con Munch fue ser la primera periodista de moda en Noruega...). Cada uno de esos recorridos merecería páginas y páginas...


Edvard Munch, Beso en el campo, 1943, xilografía, 40.4x49cm, Oslo, Munchmuseet


Su trabajo sobre grabado está muy bien presentado, en especial hay una pared entera dedicada al Beso a través de cincuenta años (de 1894 a 1943), en el que vemos de qué manera los cuerpos y los rostros del hombre y de la mujer fusionan poco a poco. La última xilografía del Beso, la última obra antes de su muerte, muestra una casi desaparición de las formas humanas en las venas de la madera, una culminación extraordinaria. 


Edvard Munch, Cerca del lecho de muerte, 1895, óleo y tempera sobre lienzo, 90×120.5cm, Bergen, KODE Art Museum


Me hubiera gustado en cambio una puesta en perspectiva similar para la pintura: al cabo de los años sus formas se disuelven, los fondos, al principio bastante clásicos se transforman en manchas de colores que flotan (frente a frente los dos cuartos de la muerte, de 1895 y de 1915 son en ese sentido, reveladores y su confrontación hubiera merecido más atención); poco a poco van apareciendo en el decorado, tramas de colores, formas casi abstractas, como por ejemplo el cubrecamas de su último autorretrato (no está en la exposición), el reloj sin agujas que inspira a Jasper Johns. Y no hay nada sobre el «tratamiento de caballo», el hecho de que Munch dejara sus lienzos al aire libre, frente a los elementos, nieve, frío, lluvia, para conservar únicamente aquellos que resistieran bien. Es una lástima que hayan simplemente expuesto sin más, sin explicaciones para el visitante sobre las evoluciones de su estilo y de su pincelada aun cuando los comisarios lo hicieron tan bien con los grabados. 


Edvard Munch, La Lucha contra la muerte, 1915, óleo sobre lienzo, 174x230cm, Oslo, Munchmuseet



En esta exposición verán obras extraordinarias, esenciales (podríamos escribir un artículo entero sobre cada una): Pubertad, Melancolía, Metabolismo y su marco esculpido, el lienzo intitulado (por otro) Vampiro, Tarde en Karl Johan, los Bañistas, En el puente, la Mujer llorando, los lienzos preparatorios de las pinturas murales para la Universidad, y, naturalmente sus autorretratos, aquí hay siete (además de una litografía y una aguada) de los casi sesenta que pintó. El único lienzo que pertenece al Museo de Orsay, bastante secundario, una cerca de 1904, está en la exposición; el otro lienzo de un museo francés, el Pensador de Rodin en el parque del Dr Linde, no está. Ello demuestra, una pena, el desinterés histórico hasta recién, de Francia hacia Munch, a pesar de que las numerosas estancias de Munch en Francia fueron fundamentales para él. 


Edvard Munch, La Muerte de Marat, 1907, óleo sobre lienzo, 153x149cm, Oslo, Munchmuseet



Dentro de unos días les hablaré del catálogo.


[1] Y además : Angoisses et désir -Angustias y deseo- sin traducir



vendredi 21 octobre 2022

Sin suelo, pero en agua : Premio Marcel Duchamp 2022


18 de octubre de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Mimosa Échard


¡Vuelve el blog, con fanfarria! Mimosa Échard, la única francesa del grupo, ganó ayer el Premio Marcel Duchamp con una instalación hecha con una cortina de agua que oculta objetos invisibles, totalmente difuminados: el reino del pavoneo y del espectáculo y, para parafrasear a Julien Gracq, el arte al estómago (apunta al mismo tiempo a la literatura «de ocio», anodina, relajante y entretenida, y la littérature edificante, invadida por la metafísica, «una literatura de licenciados»). Un trabajo estéticamente vago y simplista e intelectualmente hueco, sin suelo: argumentos confusos y pretendidamente políticos sobre los flujos (flujo del agua, flujo de la economía de mercado ¿?). 


Giulia Andreani


El jurado eliminó dos conjuntos eminentemente políticos e incómodos: las pinturas de historia y esculturas de la italiana Giulia Andreani, en torno a los feminismos y la radicalidad, y las películas del colombiano Iván Argote sobre la descolonización de los monumentos. Dos obras que combinaban una estética profunda, pintura con gris de Payne de la una, montajes video et inclusión de las redes sociales del otro, con unos argumentos directos y pertinentes sobre el mundo actual, más afirmado en la una, más irónico en el otro. Pero no, hay que cuidarse de toda manipulación demasiado política se dijo el jurado, las tibiezas echardianas («yo creo que una obra artística posee una dimensión política por el simple hecho de que no pasa necesariamente por el lenguaje o la fabricación de un sentido común, es decir dominante») nos convienen mucho mejor. 


Iván Argote


Si fuese como fuera el jurado quería evitar toda política, hubiera debido interesarse por la rigor abstracta, ética y sobria de los lienzos y del video del suizo Philippe Decrauzat, cuya pureza laberíntica puede seducir por su complejidad implacable.


Philippe Decrauzat


Pero prefirieron coronar el que es sin duda el peor trabajo desde la creación del Premio. Y de paso, en su texto de presentación Mimosa Échard vincula su trabajo con el undinismo, tuve que consultar el diccionario: «tipo de fetichismo sexual enfocado en la orina», más conocido como «lluvia dorada». Es más, hay un precedente en la cultura. Ahora sí quedamos bien. 

Vistas de la exposición en el Centro Pompidou, hasta el 2 de enero. Créditos fotos: Bertrand Prévost.