samedi 22 octobre 2022

Munch, el maestro

 


19 de octubre de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Edvard Munch, Autorretrato en el infierno, 1903, óleo sobre lienzo, 82x66cm, Oslo, Munchmuseet



El problema que tengo con la exposición Munch en el Museo de Orsay (hasta el 22 de enero), es que podría escribir páginas enteras, casi un libro [1]. Desde hace 17 años estoy fascinado con Munch, desde cuando descubrí sus autorretratos en la Royal Academy he visto muchas exposiciones sobre su trabajo y leí muchos libros sobre él cuando no podía ver las exposiciones (aquí y allá). Esta exposición se sitúa entre las mejores para descubrir algunos temas de su obra (lo que no impedirá hacer algunas críticas). Los comisarios quisieron hacer una selección temática y no cronológica, lo que tiene la ventaja de hacer entender mejor la esencia de su trabajo (y el inconveniente, volveré con este tema, de que oculta la dimensión biográfica, sin embargo necesaria en la percepción de ciertas obras, puesto que la vida y el arte son indisociables en su obra). Y sin ser un «anti Grito»: la imagen que se convirtió en icono y en meme (y que por lo tanto ya no se puede mirar con percepción artística y es una lástima) prácticamente no se ve, únicamente representada a través de un grabado


Edvard Munch, Autorretrato con cigarillo, 1895, óleo sobre lienzo, 110.5×85.5cm, Oslo, Galería nacional


La primera sala da el tono, o en todo caso, un tono: cinco retratos, cuatro más bien realistas y clásicos (el escandaloso Hans Jaeger en 1889, la rígida y puritana Inger en 1889 y 1892, y la otra hermana de Munch, Laura, ya víctima de melancolía depresiva, en 1888). En frente un autorretrato apenas mas tardío (1895), en el cual en lugar de tranquilos fondos lisos tenemos un tumulto brumoso, en lugar de poses más bien convencionales tenemos formas atormentadas, indecisas, de fusión: en este Autorretrato con cigarrillo, Munch tiene 32 años y se inventa un estilo. La exposición termina con otro autorretrato también maravillosamente confuso y atormentado de 1903, en el cual el pintor desnudo emerge de las llamas del infierno (arriba): no solamente revoluciona y deconstruye la forma sino que profundiza sobre el tema para dar testimonio de las angustias y tormentos psíquicos del artista. 


Edvard Munch, Parejas besándose en un parque (Frise Linde), 1904, óleo sobre lienzo, 91×170.5cm, Oslo, Munchmuseet



Hay muchas maneras de visitar esta exposición, y es ahí en donde tengo que controlar el mar de comentarios y no explorar todo aquí. Se pueden mirar únicamente sus autorretratos, todos trágicos y angustiados, siempre se envejece y la muerte siempre está presente. Se pueden concentrar en sus angustias, la muerte de su hermana Sofía y también sobre su dificultad para vivir, crear y afrontar su yo profundo. Se pueden admirar las pinturas de paisajes y escenas, las composiciones amplias y empáticas, o los rostros que asoman en el primer plano del lienzo como para arrastrarnos mejor, como aquí arriba. Se pueden interesar por su sentido de la decoración, por la organización del espacio, de los frisos y de las composiciones grandes; también por la diversidad de los medios que utiliza (aunque aquí falten las fotografías) y su dominio del grabado. Pueden intentar entender su vida privada, sus alegrías y desgracias de enamorado (pero la falta relativa de datos biográficos no les ayudará a saber quien es la mujer con el broche, o quien está personificando a Charlotte Corday (abajo); e incluso según las tendencias de la época, calificar a Milly Thaulow de pionera del feminismo en Noruega hace sonreír, lo único que hizo en 1910, veinticinco años después de su relación con Munch fue ser la primera periodista de moda en Noruega...). Cada uno de esos recorridos merecería páginas y páginas...


Edvard Munch, Beso en el campo, 1943, xilografía, 40.4x49cm, Oslo, Munchmuseet


Su trabajo sobre grabado está muy bien presentado, en especial hay una pared entera dedicada al Beso a través de cincuenta años (de 1894 a 1943), en el que vemos de qué manera los cuerpos y los rostros del hombre y de la mujer fusionan poco a poco. La última xilografía del Beso, la última obra antes de su muerte, muestra una casi desaparición de las formas humanas en las venas de la madera, una culminación extraordinaria. 


Edvard Munch, Cerca del lecho de muerte, 1895, óleo y tempera sobre lienzo, 90×120.5cm, Bergen, KODE Art Museum


Me hubiera gustado en cambio una puesta en perspectiva similar para la pintura: al cabo de los años sus formas se disuelven, los fondos, al principio bastante clásicos se transforman en manchas de colores que flotan (frente a frente los dos cuartos de la muerte, de 1895 y de 1915 son en ese sentido, reveladores y su confrontación hubiera merecido más atención); poco a poco van apareciendo en el decorado, tramas de colores, formas casi abstractas, como por ejemplo el cubrecamas de su último autorretrato (no está en la exposición), el reloj sin agujas que inspira a Jasper Johns. Y no hay nada sobre el «tratamiento de caballo», el hecho de que Munch dejara sus lienzos al aire libre, frente a los elementos, nieve, frío, lluvia, para conservar únicamente aquellos que resistieran bien. Es una lástima que hayan simplemente expuesto sin más, sin explicaciones para el visitante sobre las evoluciones de su estilo y de su pincelada aun cuando los comisarios lo hicieron tan bien con los grabados. 


Edvard Munch, La Lucha contra la muerte, 1915, óleo sobre lienzo, 174x230cm, Oslo, Munchmuseet



En esta exposición verán obras extraordinarias, esenciales (podríamos escribir un artículo entero sobre cada una): Pubertad, Melancolía, Metabolismo y su marco esculpido, el lienzo intitulado (por otro) Vampiro, Tarde en Karl Johan, los Bañistas, En el puente, la Mujer llorando, los lienzos preparatorios de las pinturas murales para la Universidad, y, naturalmente sus autorretratos, aquí hay siete (además de una litografía y una aguada) de los casi sesenta que pintó. El único lienzo que pertenece al Museo de Orsay, bastante secundario, una cerca de 1904, está en la exposición; el otro lienzo de un museo francés, el Pensador de Rodin en el parque del Dr Linde, no está. Ello demuestra, una pena, el desinterés histórico hasta recién, de Francia hacia Munch, a pesar de que las numerosas estancias de Munch en Francia fueron fundamentales para él. 


Edvard Munch, La Muerte de Marat, 1907, óleo sobre lienzo, 153x149cm, Oslo, Munchmuseet



Dentro de unos días les hablaré del catálogo.


[1] Y además : Angoisses et désir -Angustias y deseo- sin traducir



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