samedi 11 juin 2022

Alemania, años 20

 


7 de junio de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Otto Dix, Retrato de la bailarina Anita Berber, 1925, óleo y tempera sobre contrachapado, 120.4×64.9cm, Kunstmuseum Stuttgart


A l leer el título de la exposición en el Centro Pompidou (hasta el 5 de septiembre), Alemania / Años 1920 / Nueva Objetividad / Augusto Sander, la complejidad del propósito sugiere perplejidad y desconcierto. Tenemos claramente una exposición de fotografías de Augusto Sander, y las salas están bien diferenciadas con el recorrido propuesto; no es la primera vez en París, después del Instituto Goethe en 2008 y la Fundación Cartier-Bresson en 2009, pero es indudablemente la más completa. Bastante normal y suscita implícitamente ciertas preguntas. 


August Sander, Secretaria en la Westdeutscher Rundfunk de Colonia, 1931, 29x22cm, SK Stiftung Kultur Colonia


Y hay otra exposición sobre la Nueva Objetividad: no es en sí una exposición sobre el entorno cultural de Sander o sobre sus influencias, sino un panorama bastante completo de aquella corriente artística, especialmente en lo que se refiere a pintura y fotografía. Algunas veces las dos se cruzan y obviamente insisten sobre la comunicación (por ejemplo en la hoja explicativa de la sala en la cual hay una sola reproducción) y las similitudes, por ejemplo entre la fotografía por Sander de la secretaria de la radio y el retrato por Otto Dix de la bailarina Anita Berber (en portada del catálogo): dos mujeres modernas mas bien angulosas y secas, sin feminidad tradicional y que se afirman profesionalmente en un medio masculino. Mientras que el cuadro de Dix se integra en una sección sobre las transgresiones sexuales en los años 1920, entre travestis, lesbianas, hombres femeninos, sadismo, bondage (además de los asesinatos sexuales, explicados aquí de forma simplísima como la reacción masculina a la emancipación amenazadora de las mujeres), esta fotografía de Sander es bastante excepcional en relación con su punto de vista sobre las mujeres, puesto que la casi totalidad de las mujeres en la obra de Sander son «las señoras de» (de arquitecto, de pintor, ...), esposas y madres. Fuera de algunas raras artistas, únicamente esta secretaria y una mujer fotógrafa existen por sí mismas, tienen trabajo propio, son autónomas y están asentadas socialmente. 


Arbeiter Illustrierte Zeitung, 1926, 5° año, n° 8, págs. 8-9, Staatsbibliothek zu Berlin


Al representar a los hombres del siglo XX Sander hace un retrato más bien conservador de la sociedad que lo rodea: vemos artesanos en lugar de obreros, el bajo proletariado de la Ruhr, muy cercano sin embargo, parece ausente de su campo de visión, reemplazado por trabajadores dignos e independientes que parecen haberse ahorrado la explotación capitalista (única excepción, un Consejo Obrero, pero son más bien sindicalistas establecidos que proletarios). Para contrastar vemos una serie sin condescendencia «Cómo viven y actúan los trabajadores» del periódico comunista Arbeiter Illustrierte Zeitung: en oposición con la prensa burguesa, el AIZ documenta la vida real obrera con reportajes e imágenes enviadas por los lectores. Al contrario de Dix o Grosz, Sander, entregado a su gran obra clasificadora y taxonómica, no revela en nada la fealdad de su época ni sus tensiones. Otro reflejo de la visión tradicional de la sociedad para Sander es su serie de ministros del culto que consta solamente de sacerdotes y pastores, ningún rabino. Y claro, en la obra de Sander todo el mundo es blanco (los gitanos vendrán más tarde). 


August Sander, Máscara mortuaria de Erich Sander, 1944, 25.8×18.7cm, MoMA


Es a partir del ascenso del nazismo, cuando el poder nazi, fascinado sin embargo también por la tipología del pueblo alemán, lo obligó mas o menos a renunciar a su trabajo sobre los hombres del siglo XX que la consciencia política de Sander evoluciona. Su hijo Erich, antifascista, es detenido en 1934 y muere en la carcel, no sin haber fotografiado a sus compañeros de encierro. Anunciada varias veces a lo largo de la exposición, como para hacerle contrapunto, la sección final, llamada extrañamente «Miradas hacia abajo», muestra las obras complementarias más tardías de Sander, fotografías que salen de su visión normalizadora de la sociedad: nazis, judíos burgueses, prisioneros políticos, trabajadores extranjeros y también idiotas, enfermos, locos, agonizantes, ciegos, las márgenes de la sociedad, para concluir con la máscara mortuoria de su hijo. Después de una exposición de 2018 publicaron un libro adicional sobre esta serie, intitulado «Perseguidos / perseguidores», que curiosamente reúne a los nazis y a sus víctimas. 


George Grosz, S. T. (Construcción), 1920, óleo sobre lienzo, 81x61cm, Kunstsammlung NRW, Düsseldorf


El resto de la exposición es un panorama bastante completo sobre la Alemania de los años 1920, se ubica bien la evolución artística dentro del contexto político y social, y se aprende bastante, al contrario de la parte sobre Sander que es más convencional. Se pueden observar las tensiones entre la violencia del expresionismo y la estandardización del post-expresionismo «objetivo» (curiosamente el Bauhaus no figura en la exposición). La crítica social es omnipresente, a veces racional, otras irónica y fingida. En este cuadro de George Grosz, que se intitula Construcción, no pensamos tanto en la metafísica de Chirico sino más bien en la inhumanidad de aquel universo vacío y frío en el cual la mujer no tiene ni cara ni manos. En el nuevo mundo en el que las formas predominan el hombre ordinario no es más que una ficha. Las bailarinas Tiller no son sino figuritas intercambiables y las doce «casas del tiempo» de Gerard Arntz son compartimientos divididos en los cuales el capitalismo organiza a los explotados, así como en la cocina «taylorizada» creada por Margarite Schütte-Lihotzky. 


Christian Schad, Conde St-Genois d’Anneaucourt, 1927, óleo sobre lienzo, 103×80.5cm, Centro Pompidou



No se distinguen entonces en aquella oscuridad sino algunos individuos como por ejemplo el conde Saint-Genois d’Anneaucourt, que Christian Schad pinta impasible y extremadamente elegante pero rodeado de dos mujeres vulgares, la viril baronesa Glaser y un travesti que exhiben sus marchitos atractivos: la crueldad irónica de este cuadro y de muchos otros carece de cualquier ternura: estamos en las antípodas de la neutralidad indulgente de Sander. Este retrato de una época es lo más interesante que queda de esta exposición doble. 



1 commentaire:

  1. Muy interesante la exposición y el análisis con mirada crítica humana de cada obra!!!

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