03 de agosto de 2018, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
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A través de los años, aunque no haya visto todo, fui a menudo a la Maison Rouge, que cierra en menos de tres meses. Conté 32 reseñas en mi blog, y es posible que olvide alguna. En 2006 organizamos un encuentro de blogueros, y, como miembro de los Amis (amigos), presenté con éxito el trabajo de Thu Van Tran, que mostraron en el patio. La gran mayoría de mis críticas de exposición fueron positivas, incluso muy positivas. Fue el caso en particular de las exposiciones de un artista (o de un colectivo): citemos, sin orden a, Luc Delahaye , Steiner et Lenzlinger , Kudo , Sots Art , Patrick van Caeckenbergh , Gregor Schneider, Berlinde de Bruyckhere , Mika Rottenberg , Céleste Boursier-Mougenot , Pilar Albarracin , Stéphanie Solinas , Chiharu Shiota , Jean-Jacques Lebel , Henry Darger , Hervé di Rosa y, recién, Ceija Stojka.
Críticas positivas también para las exposiciones de las colecciones particulares: la de Arnulf Rainier, de los Setari, de Silvio Perlstein (y una segunda reseña), de los Coppel y de los Lemaître, al igual que la colección de cofias de Antoine de Galbert, que vi como el anti Quai Branly. Me entusiasmaron menos las presentaciones de escenas artísticas (Jobourg si, pero Winnipeg, no).
Las exposiciones sobre las cuales fui más crítico fueron las exposiciones temáticas. Aunque aprecié bastante Todos caníbales y Polvos, otras en cambio me parecieron que tenían un tema difícilmente perceptible, demasiado anecdótico y les faltaba hilo conductor y consistencia: fue el caso de las exposiciones sobre las contra culturas, sobre las drogas, sobre el neón, y sobre el Teatro del mundo. Claramente, el punto débil de la programación.
Entonces la decepción fue grande al ver que esta bella aventura se termina con una exposición bastante floja sobre el despegue (hasta el 28 de octubre). Es verdad que hay obras interesantes, pero nada que vincule con el despegue espiritual, la ambición social, el éxtasis, el espiritismo y la droga, la danza, el deporte, la tecnología, más allá del juego con las palabras, una analogía inverosímil, cuando varios de esos temas (y algunos de los artistas, Roman Signer, Fabio Mauri, Panamarenko) merecerían una exposición por sí mismos, una exposición pensada, argumentada y menos anecdótica. Lástima. Prefiero quedarme con el recuerdo de mi admiración ante Ceija Stojka.
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