mercredi 3 mai 2017

Nostalgia pos-sesentayochista

01 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)





Michel Journiac, Homenaje al maldito desconocido, 1973, f. Thierry Ollivier




Está claro que la exposición sobre las contra-culturas de 1969-1989, que irónicamente se intitula El Espíritu Francés (hasta el 21 de mayo en la Maison Rouge) le gusta a cualquiera que haya vivido esos años, pues revive estímulos nostálgicos y pesares por no haber conocido eso o aquello. Hacen alarde de idealismo, nihilismo, humor y tragedia, insolencia y hedonismo, y cada cual se puede identificar, ya sean los viejos rememorando sus aventuras o los más jóvenes soñando con momentos utópicos de libertad. Desde ese punto de vista que yo calificaría de "marketing", es una exposición muy bien lograda. ¿Quién puede quedarse indiferente ante la cronología que abarca desde Gabrielle Russier hasta la caída del Muro de Berlín, pasando por la ley Veil, la muerte de Mesrine y la elección de Tonton? ¿Quién no pasaría horas mirando aquellos 
fancines olvidados, aquellas pasadas historietas, escuchando a cantantes desaparecidos?




Pierre et Gilles, Marie-France, 1980




Todo esto crea una exposición esencialmente documental, cercana a la realidad, sin tomar mucha distancia. Son raras las obras que artísticamente resisten a la prueba del tiempo : Journiac es prácticamente el único que sale favorecido por esta exposición junto a Molinier y Pommereulle (además de la instalación sobria y loca de Claude Lévêque, en el sótano). El 95% de las obras presentadas ya no tienen sino un valor documental, y es verdad que transcriben bien una época, pero solo contienen la densidad del papel de un cigarrillo : Jean Yann, Coluche, Topor, etc. ya no pesan sino por los viejos recuerdos que tenemos de ellos. Y el retrato por Pierre et Gilles de la travesti Marie-France es el ejemplo más claro, una obra fácil y sosa que han tomado en todas partes. 




Fotos de la Marche des Beurs (marcha por la igualdad y contra el racismo, 15 de octubre – 3 de diciembre de 1981)




Aceptemos entonces esta exposición como una exposición documental y no estética. Así podremos cuestionar la parcialidad de los comisarios, que seleccionaron cosas terriblemente parisinas (ah!, toda una pared sobre el Palace..), su visión estrecha desde cierto microcosmos, el mismo con el que a propósito se identifican. Los temas demasiado numerosos apenas si los tratan, cada uno en la sección que le dedican : a ver, un poco de feminismo, una pizca de radios piratas, tres palabras de la escuela alternativa (peor que en otras partes) ... y necesariamente vemos lo que hace falta, lo que excluyeron : la provincia, casi ausente; enfocan los barrios periféricos desde un punto de vista meramente urbanístico; las poblaciones derivadas de la inmigración se ven únicamente a través del prisma de la Marcha de los beurs (que entre paréntesis, se la apropiaron rápidamente los que nos trajeron adonde estamos hoy). Y no hay dimensión internacional alguna : quedémonos entre nosotros. 

Leer Maxence Alcalde, más elocuente que yo sobre los vacíos de esta exposición. 



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