(artículo original en francés, aquí)
Joana Escoval, Each definition, a kind of death, (Fiducia incorreggibile), 2017, Brass |
Dos exposiciones vecinas en Lisboa, dos inauguraciones el mismo día, dos escultores de la misma edad. La una, Joana Escoval (en la galería Vera Cortês hasta el 29 de abril), que ya me había interesado, disemina pequeñas esculturas elegantes y discretas en el espacio de la exposición, que entonces, parece inmenso y vacío. Algunas obras parecen flotar en el espacio, otras, en la pared, parecen invisibles; otras están esparcidas por el suelo según un esquema riguroso y aleatorio a la vez, y uno teme tropezarse con ellas sin darse cuenta, tal es su aparente fragilidad. Alrededor de ellas está dibujado un recorrido como acarreado por un hilo invisible. Todas parecen apenas reales, elaboradas cuidadosamente, como suspendidas en el espacio y el tiempo.
Joana Escoval, I forgot to go to school yesterday. Spirit trail, (Fiducia incoreggibile), 2016-2017, Silver, copper, gold |
Es que Escoval es una alquimista sin igual, que maneja el cobre, el latón, el oro y la plata, que compone aleaciones mágicas en armonía con su entorno. Pedro Barateiro cuenta una caminata al Stromboli en la que los participantes experimentan la interacción entre los metales y sus obras, como una sinfonía telúrica. Hasta en el espacio de la galería, son obras que crean una repercusión en el espectador, no una contemplación meditativa, sino una familiaridad cómplice : no son objetos de arte que se miran simplemente, son obras hechas para convivir.
Edgar Pires , Restless until it becomes gold, 2017 |
Un poco más lejos, en el espacio Appleton Square (hasta el 6 de abril), Edgar Pires (que me había llamado la atención) presenta dos conjuntos complementarios : arriba, cinco placas grandes de vidrio suspendidas que fueron cubiertas con limadura sacada de una barra de hierro y proyectada con violencia sobre el vidrio. Las sombras trazadas así flotan en el aire, se superponen y construyen alrededor de ellas un espacio por el cual circulan nuestros cuerpos, se miden y se funden en la transparencia.
Edgar Pires , Restless until it becomes gold, 2017 |
Abajo, cuatro placas puestas contra las paredes combinan hierro oxidado y vidrio; allí se dibujan manchas de tonos metálicos. Hemos pasado de cielos nublados a infiernos maculados, de la liviandad etérea a la pesadez subterránea, de la confrontación corpórea a la contemplación estática. Pires es también un alquimista, que, con materiales sencillos sabe hacer brotar el espíritu.
Fotos Escoval : Cortesía de la artista y de la Galeria Vera Cortês. Foto: Bruno Lopes
Fotos Pires del autor
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