(artículo original en francés, aquí)
Palais du Marquis de Pombal (Carpe Diem) |
Uno de mis primeros hallazgos en Lisboa fue este centro de arte instalado en un viejo palacio decrépito y la calidad de una exposición en armonía perfecta con el espíritu del lugar. El frenesí inmobiliario que ha acaparado esta ciudad hace que tendrán que mudarse y que la exposición actual es su canto del cisne, hasta
el 24 de junio. Luego, habrá un hotel de lujo más.
Wolfgang Wirth, Speigelkabinett, 2017 |
En esta última exposición, tres artistas ocupan una hilera de salas, y hacen revivir las ruinas, les dan sentido e intentan de manera irrisoria reanimar su esplendor pasado. El austriaco Wolfang Wirth cubre con espejos las paredes de un salon y crea así una realidad ampliada, juega con las asperezas y los defectos, los magnifica, no los disimula.
Miguel Branco, ST (Air 1 & 3), 2012 |
El portugués Miguel Branco (cuyos ídolos había admirado) decora las paredes con grandes fotografías inquietantes de insectos diáfanos cuya belleza inmóvil evoca los fotogramas de Talbot; un armario de vidrio presenta jarrones de bronce con pátina. Es como estar entre el museo público y el gabinete de curiosidades privado, entre el recuerdo del interés científico del Marqués y la mirada distraída de los futuros huéspedes del hotel sobre la pintoresca decoración de sus habitaciones.
Michael Huey, Boy’s Room, 2017 & Damaged Boy, 2014 |
La última pieza, más íntima, es una habitación que el artista estadounidense (que vive en Austria) Michael Huey le ha consagrado a un muchacho. Ha tapizado las paredes y el suelo de fotografías encontradas del niño, que datan de los años 20 : una imagen obsesiva, embrujadora, un lugar nostálgico, y que no podemos imaginar más melancólico. Huey está familiarizado con la reutilización de documentos de imágenes pasadas, ya sea porque las ha encontrado o porque proceden de los archivos familiares. En otra sala, un bloque de papel, tan macizo e imponente como un Specific Object, es la aglomeración de hojas de la agenda de su tío abuelo, una existencia marcada por las citas, una vida disimulada bajo las apariencias.
Michael Huey, Ancestress, 2014 |
Los mismos tres se encuentran en la galería Joâo Esteves de Oliveira (hasta el 9 de junio). Ya no se trata de ruinas sino de imágenes perdidas y de su restitución, como bien lo explica el texto de presentación de Bernardo Pinto de Almeida. Michael Huey trabaja sobre las huellas de imágenes fotográficas : si según la teoría del índice (Philippe Dubois et Rosalind Krauss), la fotografía es una huella de lo real, ¿qué decir cuando la fotografía ha desaparecido y que solamente queda la huella que ha dejado? Huey nos presenta las huellas de las fotografías desaparecidas sobre las hojas de papel de calco de los álbumes en donde se conservaban y las anotaciones que las describían, nos muestra un daguerrotipo cuya imagen ha desaparecido, una acuarela sobre marfil cuya imagen ha sido borrada por un accidente lamentable. Juega con los fantasmas, las ausencias, las carencias; todas esas fallas memoriales en las cuales la imagen borrada de lo real, borrada del recuerdo ya no sirve para nada. Esas no-imágenes reducidas al estado de huellas nos recuerdan la obra de Paolo Gioli, sobre el revés retocado, Sconosciuti, y los mártires borrados de Hadjithomas y Joreige, pero en el caso de Huey la reflexión sobre la esencia fotográfica predomina. Lo que veo, por mi parte, es una transposición del proceso negativo/positivo, de la migración original de la imagen fotográfica de un soporte (película) hacia otro (papel), que en este caso se habría desajustado : la imagen de encima representa la impresión, detrás del cartón de una fotografía tarjeta de visita, de otra fotografía que estaba debajo del paquete, como el paquete se movió la imagen es multiple, fantasmal, espectral. El grano
hace pensar primero en la tierra, en una inscripción física en la arena; el tamaño de la obra de Huey (165x120 cm) crea un cuadro 440 veces mayor que el original. La imagen desaparecida se ha convertido en monumento.
Miguel Branco, ST (Alternative Facts), 2017 |
Aquí, las acuarelas de pájaros de Miguel Branco serían totalmente placenteras sino fuera por los elementos amenazadores que aparecen junto a ellos : cámara de video vigilancia, drone militar, avión, interferencias amenazadoras de una civilización de guerra y de poder en el paraíso original de los pájaros. No es tanto la imagen lo que se ha perdido como el símbolo de lo que podría representar.
Wolfgang Wirth, Island 1, 2017 |
Wolfang Wirth oculta mapas antiguos con pintura y cubre casi todo un mapa; pone los mapas al revés y cuando logramos leer los topónimos son tan banales que nada permite identificar el lugar. El mapa mismo ya es una mentira, una representación siempre imperfecta del mundo real, un intento -de proyección en proyección- para enfocar una veracidad geográfica imposible de alcanzar : y la desaparición de las representaciones en una bruma blanca intensifica la imposibilidad de expresar la realidad, de conseguir la imagen auténtica. De esta manera este trio ha explorado, en las dos exposiciones, un perspectiva filosófica que se extiende de la ruina a la desaparición, dos formas memoriales y nostálgicas de lo trágico.
Imágenes cortesía de los artistas
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