14 de enero de 2014,
Por Lunettes Rouges
Discurso de un vejestorio alérgico al teatro del mundo
(Artículo Original en francés aquí)
Puede ser que no sea moderno ni sensible, pero cuando visito una exposición prefiero saber que es lo que voy a ver, y si es posible, para los universos que no conozco, encontrar elementos para poner en contexto, y algunas explicaciones de las razones por las cuales el comisario de la exposición ha elegido poner tal o tal objeto al lado de tal otro. Por lo tanto, me siento incómodo en las exposiciones en las que lo que se quiere, es que resalte "la experiencia" del espectador, sus sensaciones, a expensas de su razón. No les estoy tirando la piedra, no deseo que el consejo de estado los prohíba, pero cuando se pone en relieve lo siguiente: "con el fin de dejar al visitante libre de seguir estos diálogos y libre de crear los suyos propios, las informaciones sobre las obras se dan no en carteles sino en la pequeña guía que se le ha entregado a cada uno", mi sentido crítico se afila, pues para mi, ello parece privilegiar un enfoque puramente visual, formal, estético de los objetos presentados en perjuicio de su comprensión.
Ay! Es entonces lo que sentí en la Maison Rouge (La Casa Roja) en la exposición teatro del mundo (que se termina el 19 de enero). Respeto muchísimo al comisario, Jean-Hubert Martín y nunca olvidaré Les Magiciens de la Terre ( los Magos de laTierra ), pero no me convenció para nada la mezcolanza que presenta aquí. Por ejemplo, comparten la misma vitrina un reposa-cabezas japonés de 1890, la cerradura de una cárcel de Tasmania del siglo XIX, un cántaro torico de 300BC y una mariposa-búho de Brasil : una aglomeración poética, sin duda, o surrealista, probablemente basada en la evocación de formas cuyo sentido se me escapa, y le escapa con mayor motivo, sin duda, a todo aquel que no le eche sino un vistazo discreto a la guía de visita y no tenga los medios para saber donde se encuentran Hobart y Panticapaeum, nombres que se le lanzan al visitante sin explicación alguna. Si añado que esos objetos están instalados en un lugar que se intitula "Campo" aderezado con la siguiente frase "Hasta los objetos inanimados pueden recobrar vida y mirarnos", quizás entiendan la confusión que se apoderó de mi mente al visitar esta exposición ( de la cual, en otras partes se dice lo mejor ) que reúne obras del museo de Tasmania y de la colección de David Walsh ( el hombre que apostó que la muerte se le aproxima a Christian Boltansky ).
Claro que hay obras interesantes, de arte vernáculo , primer arte, arte contemporáneo, pero todo parece sacrificado por el espectáculo, una puesta en escena de museo, hecha para deslumbrar, para impresionar visualmente, todo "llama la sensibilidad y las emociones, relegando al segundo plano el discurso erudito y pedagógico". Que puede ser la sensibilidad sin conocimiento ? Una emoción en bruto, anterior a la razón, de reptiles? No es ni siquiera, como lo leí en alguna parte, un gabinete de curiosidades, pues este estaba hecho para vivir en él e impregnarse, no para mostrárselo a un visitante que está de paso, más o menos ignorante; el propietario y sus amigos desarrollaban un conocimiento sobre los objetos presentados, los estudiaban, los analizaban, y no se satisfacían del sólo impacto visual por fuerte que este fuera. Hasta encontré aquí un objeto que decora mi cuarto de baño, una cabeza de frenología de cerámica, idéntica a la que compré hace quince años en una tienda de Canterbury... Por poco nos creeríamos en un mercado de las pulgas de Verdoodt en el Palacio Fortuny...
Cabeza frenológica |
Teatro del Mundo, La Maison Rouge, vista de la exposición ( A. Giacometti, Gran figura de mujer Leoni, 1947, Fundación Maeght) |
Bueno, podría hablar de los hermanos Chapman (arriba, una escultura de decapitación y de emasculación tamaño natural particularmente encantadora), de Basquiat y de Millares, y de Juul Kraijer, que descubrí con interés y me gustó el acercamiento entre una gran figura de Giacometti y de un sarcófago saïte sobre fondo de tejido de cáscaras rituales : sin saber más sobre esas tapas, podríamos probablemente hablar de muerte, de destino, del más allá. Pero ese no es el objetivo de la exposición, más vale errar distraídamente, de la Epifanía al más allá pasando por la génesis, la civilidad, el aura, para volver a tomar algunas de las palabras claves que se supone están allí para explicarnos. Definitivamente soy un vejestorio alérgico a esos espectáculos.
Julius Popp, Bit.fall, en otro lugar (indeterminado) |
Otra
cosa, la obra del patio, de Julius Popp, es bella: una visión
efímera de palabras proyectadas en una cortina de
lluvia.(Bit.fall).
La
segunda foto es del autor.
A
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