mardi 28 janvier 2014

Baselitz y Leroy a la búsqueda de lo invisible ( y de la pintura )

28 de enero de 2014

Baselitz y Leroy a la búsqueda de lo invisible ( y de la pintura )

(Artículo Original en francés aquí)



Eugène Leroy, Autoportrait rouge, 1968, huile sur toile, 73x54cm, MUba, donation EJ et JJ Leroy










































Antes de examinar el asunto, no hay mucho que acerque los cuadros de George Baselitz a los de Eugène Leroy, pero esos dos se conocen y se aprecian, y el más joven fue el artesano del descubrimiento del otro por los alemanes ( Michael Werner sobre todo ) : buen pretexto para reunirlos en una exposición en el MUba de Tourcoing ( hasta el 24 de febrero ), claro que uno se va preguntándose si saldrá convencido. Lo que los une, se dice uno, una vez allá, es que el acceso a lo visible en su pintura es trabajoso, ya sean las figuras volteadas de Baselitz frente a las cuales la mirada toma tiempo para orientarse, o los lienzos saturados de Leroy en los cuales hay que sumergirse, partir a la búsqueda de símbolos, de indicios, antes de ver emerger formas reconocibles. Aquí se pone a prueba lo visible, y hay que salir en su búsqueda. 



Georg Baselitz, Porträt einer Vase, 1997, huile sur toile, 250x200cm, coll. artiste, ph. Jochen Littkemann







































La serie de Baselitz que se presenta aquí, sobretodo "retratos de familia" de gran formato, tiene el trazo claro, el color fluido : la turbación aparece, como siempre en su obra, del esfuerzo mental necesario para invertir la imagen que se inscribió en nuestra retina. Aquí y allí, el bosquejo flotando de un personaje ( visitamos el Rhin II ), un cuerpo coronado ( Nosotros en la casa ), o una mujer desnuda que emerge de un cabeza ( Retrato de un jarrón ) son figuras de excepción en ese mundo invertido. 



Georg Baselitz, Porträt mit Untermieter, 1997, huile sur toile, 200x162cm, coll. part.






































La disposición de dos cuadros pies contra cabeza ( expresión que evoca las figuras de los juegos de naipes, y también, para mi, lejanos recuerdos filatélicos ) nos desorienta, un Retrato Viviendo y un Retrato con Subarrendatario, es evidente que el uno como el otro son dobles, sombras del artista, pero no son totalmente idénticos ( una mecha roja por aquí, una mano izquierda por allá ), apenas lo suficiente para introducir cierta incertidumbre, cierta ambivalencia. 



Eugène Leroy, Le cavalier polonais, 1986, huile sur toile, 195x260cm, coll. indivision E Leroy, Paris

























Frente a esas líneas claras que la imagen le propone a nuestra mirada, la pintura de Leroy exige que vayamos a buscar la imagen en el fondo del lienzo, en el fondo de la materia, en esa zona incierta y desconcertante : tenemos que avanzar y retroceder, encontrar la buena distancia, ni la nariz en el magma, ni el cuerpo demasiado distante, tenemos que pulir los vidrios de las gafas, arrugar los ojos, tratar de acomodar, y, a menudo, ayudándonos del título, tratar de identificar la forma prometida, casa roja o caballo polaco, encontrar los trazos más claros o más oscuros que el fondo que la dibujan, y, por fin, verla emerger. Es bastante más difícil que la torticolis baselitziana, no basta volcar, hay que darle la vuelta: es un esfuerzo para el espectador, es incluso un combate contra sus referencias, contra su razón. Todavía más que en la obra de Baselitz, esta desestabilización de la imagen, ese rechazo de la representación evidente nos ofrece en realidad la posibilidad de acceso al medio mismo, perseguir algo esencial en la pintura, ir más allá de la representación para que nos preguntemos que es en si la pintura.Las fotos 2 & 3 cortesía del MUba. Como la ADAGP representa a Eugène Leroy, las representaciones de sus obras serán retiradas del blog al final de la exposición.

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