mercredi 31 octobre 2018

Pose y Variaciones : Rodin, Carpeaux, Dalou, …

30 de octubre de 2018, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)

Jean-Baptiste Carpeaux, Cupido herido, yeso 1873/mármol 1873/bronce 1873-75, 79/74.5/78.3 cm, // 1&2 Ny Carlsberg, / 3 Museo Gulbenkian


En el Museo Gulbenkian hay una exposición (hasta el 4 de febrero, luego en Copenhague) pequeña, clara, despejada, muy bien hecha y que se intitula 
« Pose y Variaciones. La escultura en París en la época de Rodin ». De Rodin solamente hay 6 esculturas sobre 30 (una tercera parte son de Carpeaux, las otras de Pigalle y Houdon -algo anacrónicas-, Dalou, Maillol, Degas, Paul Dubois, Denys Pierre Puech, Joseph Bernard y Raoul Larche) y el enganche podría parecer engañoso (el catálogo dice más sobriamente « La Pose. La escultura reinventada en París en París en el siglo XIX»), pero se lo perdonamos al ver la calidad de la exposición. Por otro lado, la exposición desea ser pedagógica, al mostrar como lo indica el título « Variaciones », que una escultura no es única sino que pasa por diferentes etapas, de la arcilla cocida amasada por el artista mismo, al yeso que se le parece mucho y de ahí al mármol, a menudo tallado por un especialista del taller del artista, y luego al bronce en varios ejemplares. ¿Cuál es el original? ¿Cuál es el más cercano al escultor? Así vemos unos al lado de otros tres Cupidos heridos de Carpeaux, de yeso, de mármol y de bronce, y podemos pasar tiempo contemplando las diferencias. 

Auguste Rodin, Eterna Primavera, mármol, 1910, 72 cm, Ny Carlsberg

Auguste Rodin, Eterna Primavera, bronce, 1898, 65cm, Museo Gulbenkian

El peso del mármol impone apoyos, soportes, como sabemos desde la escultura de la antigüedad, y un ejemplo que llama la atención aquí es la yuxtaposición de dos esculturas Eterna Primavera de Rodin, una de mármol, más pesada y estructurada en su caparazón, la otra de bronce, liviana y etérea. La exposición está basada en dos colecciones, la de Calouste Gulbenkian (el Señor 5%, ver artículo de mañana) y la de Carl Jacobsen (heredero de las Cervecerías Carslberg, grand coleccionista de esculturas antiguas y contemporáneas, que compró 23 esculturas de Rodin entre 1888 y 1912 y fundador de la gliptoteca Ny Carlsberg). Las confrontaciones entre obras procedentes de una u otra colección son interesantes, incluso si algunas de las obras no viajarán, solo el ejemplar local será mostrado tanto en Copenhague como en Lisboa. Es el caso de La sirena de Puech, de La Edad de bronce y de Las Bendiciones de Rodin : esta última escultura fue la causa de la ruptura entre Rodin y Jacobsen : Jacobsen la había encargado en octubre de 1907, no fue entregada sino cinco años más tarde y le pareció mediocre e inexpresiva comparada con la que había visto en donde Rodin en 1900. No podremos evaluar viéndolas juntas, una pena. 

Jean-Baptiste Carpeaux, El Amor a la locura, mármol, 1872, 82x70x41cm, Museo Gulbenkian

La otra dimensión de la exposición es según decíamos, la pose. La primera de las cinco secciones muestra a los que no posan : podrían ser los muertos, pero son los niños, incapaces de tener una pose (aunque Charles-Jean Louis Carpeaux, de tres años, fue convocado por su padre para largas sesiones para su Cupido herido). De Carpeaux también es este Amor con locura, sacado de La Danza y convertido en escultura independiente, de audaz brazo levantado teniendo una fraustina.  

Aimé-James Dalou, Campesina dando el pecho, yeso con pátina, 1873 , 143cm, Museo Gulbenkian

Luego vemos la figura acurrucada, que tanto le conviene a la mujer desnuda en el baño, bastante inspirada de Venus de la antigüedad, la Maternidad, estatuas naturalistas de inspiración más bien marial, (entre ellas una hermosa Campesina dando el seno, en yeso con pátina, de Dalou) y las figuras entrelazadas, ternura maternal o emoción erótica, el mármol que incita a cerrar los brazos sobre el ser amado. 

Auguste Rodin, La Edad de Bronce, bronce, 1901, 171cm Museo del Chiado

Finalmente, en la sección de la figura de pie, reina magníficamente La Edad de bronce de Rodin, primera estatua en la cual por primera vez quizás, el cuerpo del hombre ya no es idealizado, perfecto, conforme a los cánones estéticos, sino que con un modelo pulcro muestra con el mayor realismo los músculos fluidos, los tendones, la piel misma, hasta tal punto que acusaron a Rodin de haber hecho un moldeado con el cuerpo de Augusto Neyt, su modelo. 

Auguste Rodin en el museo de antigüedades de la villa de los Brillantes, entre 1908 y 1912, col. Museo Rodin

Lo apasionante sería, pero aparece sólo en filigrana en la exposición (y sin embargo hay un ensayo del comisario Rune Fredriksen en el catálogo) analizar más detalladamente las influencias de la antigüedad en esas estatuas. En el caso de Rodin, el libro de Liliana Marinescu-Nicolajsen «Rodin. La pasión por la antigüedad» ediciones del Comité de trabajos históricos y científicos (CTHS), a partir de un trabajo bastante erudito sobre la colección de antiguos de Rodin (y de otros, de los cuales Jacobsen), estudian precisamente ese tema, las influencias de la antigüedad en cuanto al modelo, al desnudo, la fragmentación, el gigantismo, y el movimiento. Por ejemplo, su análisis de La Edad de bronce, en relación con tal o tal estatua de Apolo que Rodin viera en Florencia o en Nápoles, subraya la diferencia entre el chiasmo en la estatua de Rodin y el contraposto de los mármoles antiguos que tienen una distancia de piernas más marcada, excepto algunas Venus púdicas (pág. 172-174). Además sabemos que Rodin no era un coleccionista científico (como Jacobsen), sino que no solamente lo hacía con el ojo de escultor, por su placer e inspiración, sino también fue uno de los pocos que añadió obras de la antigüedad a sus propias creaciones.

Fotos 1, 2, 3 & 6 del autor (vistas de exposición)

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