mercredi 31 octobre 2018

El señor 5% : arte, filantropía y colonización


31 de octubre de 2018, por Lunettes Rouges



(artículo original en francés, aquí)



Estatua de Calouste Gulbenkian delante de la Fundación en Lisboa

La Fundación Gulbenkian presenta (hasta el 28 de enero) una exposición muy bien documentada sobre sus actividades en Irak entre 1957 y 1973. Muy bien documentada, pero con pudores de gacela en cuanto a lo que se refiere a geopolítica. En lugar de informar sobre los detalles de la exposición, sobre los planos arquitecturales de estadio, casas de las artes (en donde el General Kassem pondrá la primera piedra) y otros edificios construidos o financiados por la Fundación Gulbenkian en Irak, ni sobre los interesantes artistas que allí exponen (tal el sobreviviente Hashim Samarchi, quien fuera condiscípulo de Fernando Calhau en Lisboa en 1968), he preferido hacer una lectura política. La inmensa fortuna de Calouste Gulbenkian (1869-1955) procedía de su papel en la apropiación de las riquezas petroleras del Medio Oriente para provecho de un cartel de compañías occidentales : obtuvo 5% de todos los campos de petróleo irakí (de ahí su sobrenombre «Mr 5%»), lo que le aportaría una fortuna colosal. Aunque hoy pongamos en relieve su rol de coleccionista y filántropo, no debemos olvidar el origen de su fortuna, la captación de riquezas «indígenas» en beneficio de Occidente. En 1942 se estableció en Portugal y creó su Fundación para que recibiera su inmensa (y heteróclita) colección. Calouste Gulbenkian nunca puso un pie en Irak. 

La linea roja : creación del cartel petrolero

En los años 50, mientras que en Irán, Mossadegh nacionaliza el petróleo (entonces se hace derrocar por los occidentales), el Reino de Irak presiona a los petroleros y obtiene que le sean entregados 50% de los beneficios de Irak Petroleum Company (IPC), pero ésta (que poseen Shell, BP, Mobil, Esso, la CFP-Total, y Gulbenkian) sigue totalmente libre de su explotación, y sigue con el modelo colonial. Los nacionalistas iraquíes estaban resentidos y los occidentales pensaban tranquilizarlos de esa manera. Después de la muerte de su tío, Roberto Gulbenkian menciona en una carta de 1957 (citada en la exposición) que sería bueno que la Fundación (que había heredado el 5%) le ayudara a Irak; a pesar de ello AP Hacobian, abogado de Gulbenkian, escribe que era verdad que la fortuna de Gulbenkian procedía de Irak, pero que él había sido «el pionero que montó la maquinaria de producción del petróleo iraquí». Argumento bastante conocido.

Estadio Al Shaab, Bagdad, 1966

El rey, muy pro occidental, cae y es asesinado en 1958, y el General Kassem, nuevo jefe de estado, presiona IPC para que invierta, produzca más, y emplee a iraquíes. Nacionaliza el 75% de las concesiones, todas aquellas mal explotadas o sin explotar. Al sentir el peligro, la Fundación decide llevar a cabo todo un programa de «buenas acciones» y lanza numerosos proyectos : esta exposición las describe con muchos detalles, y hace la lista de sus méritos. 

Estadio Al Shaab, Bagdad, 1966

Pero en 1972/73, el gobierno iraquí nacionaliza todo el petróleo, en la época del primer choque petrolero (después Argelia Libia en 1970/71). La Fundación pierde su 5%. Su presidente intenta convencer el gobierno iraquí con una carta patética (que muestran en la expo) de que la Fundación no es un instrumento del gobierno portugués, que no aprueba la política colonial del gobierno Salazar/Caetano, y que ese gobierno no es pro sionista (este último punto es más o menos verdad). Aparentemente no entiende que esos argumentos no son sino pretextos y que se trata, ante todo, de descolonizar el petróleo. El sentido de la historia. La Fundación, no teniendo ya intereses en el país, no ve la necesidad de seguir gastando dinero en obras filantrópicas en Irak y se retira.  

Estadio Al Shaab, Bagdad, 1966

La lección de historia que podemos sacar (pero para ello hay que leer entre las líneas de la exposición y del catálogo) : un poder colonial, ya sea económico o político, puede intentar disimular su explotación colonial de los recursos con todo tipo de acciones filantrópicas, culturales, educativas, etc. para mejorar su imagen y, quizás (pero lo dudo), tranquilizar su sentimiento de culpabilidad y creerse en paz con su conciencia. Pero ese comportamiento de santa patrona que consiste en prodigar los «beneficios de la colonización» no es de ninguna utilidad en un país que quiere afirmar su libertad y su independencia. 

Fotos 1, 3 et 4 cortesía Fundación Gulbenkian

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