mercredi 6 juin 2018

Chagall fuera de juego (Arte y Revolución)


03 de junio de 2018, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Marc Chagall, Adelante, 1918, proyecto de afiche para el 1er aniversario de la Revolución de Octubre, mina grafito y guache sobre papel con cuadrícula, 23,4×33,7cm, Col. Centro Pompidou



Lo más interesante de la exposición del Centro Pompidou sobre la vanguardia rusa en Vitebsk (1918-1922) (hasta el 8 de julio), es la oposición entre dos artes, dos estéticas, dos visiones políticas, durante los dos primeros años de la Unión Soviética bajo Lenin, un periodo breve pero febril, que fue propicio para tantos experimentos y tantas revoluciones fecundas todavía hoy. Por un lado Chagall, el fundador de la escuela de bellas artes de Vitebsk (que abre el 28 de enero de 1919 con 120 alumnos). Chagall proclama entonces que se tratará «de un arte auténticamente revolucionario que romperá con la vieja rutina de la academia». Pero nombra a la cabeza de la escuela a Mstislav Doboujinski, un pintor simbolista de los más clásicos, y a Iouri Pen, también él muy académico (antiguo profesor de Chagall), dirige primero la sección de pintura. El mismo Chagall al tiempo que recomienda los valores revolucionarios, sigue siendo un pintor figurativo. Quiere hacer que todas las tendencias y las escuelas coexistan para enseñar un arte global.



Kazimir Malévitch, Suprematismo místico (cruz roja sobre círculo negro), 1920-22, óleo sobre lienzo, 72.5x51cm, Col. Stedelijk Musueum Amsterdam



En frente, Lissitzky enseña artes gráficas, imprenta y arquitectura : disciplinas ya en sintonía con la sociedad. Y Lissitzky invita a Malévich, quien, no solamente es un pintor suprematista sino que además es un teórico e ideólogo que quiere construir un mundo ideal suprematista. Los dos proponen un arte comprometido con la sociedad y con la revolución, tanto en la forma como en el proceso de elaboración : actividades públicas, celebraciones revolucionarias, agitprop, y sobre todo creación colectiva.


El Lissitzky, Golpead los blancos con la cuña roja, 1919 – 1920, Offset sobre papel, 48.8×69.2cm Col. Van Abbemuseum, Eindhoven,




El artista individual para ellos, no es más que una herramienta al servicio de un proyecto colectivo; crean el grupo Unovis (los forjadores del arte nuevo), que crea carteles, banderolas, enseñas, tarjetas de alimentación, decorados para fiestas populares, etc y cuyos miembros se reconocen con un cuadrado negro sobre la manga (abajo).




Marc Chagall, Paisaje cubista, 1919, óleo, tempera, mina grafito y recubierto sobre lienzo, 100x59cm, Col. Centro Pompidou





Chagall apenas si se aventuró y de manera algo torpe en el cubismo : ¿es este paisaje una caricatura con su ridículo hombrecillo de paraguas verde? Él, el individualista, el creador en el sentido clásico, se pierde ante esta efervescencia. Los estudiantes se alejan de él no tanto porque Malévich fuera más carismático (explicación «psicológica» que da el catálogo), sino por razones estético-políticas : porque en periodo revolucionario, el arte debe salirse de sus casillas e innovar también en el proceso de creación, y Chagall, comparado con ellos sigue siendo un pintor tradicional. Chagall deja la escuela en junio de 1920, amargado y resentido, y, de forma bastante reveladora se consagra entonces a un proyecto comunitario, el teatro judío Kamerny, en las antípodas de la ambición universalista de Vitebsk (Lissitzky, ya había pasado página desde 1919, al salir al mismo tiempo de la pintura figurativa y de la cultura judía tradicional con esta última obra que no está en la exposición). Chagall pasará al oeste en 1922 para hacer la carrera que sabemos. Una citación reveladora de Chagall «En ese cuadrado negro en el fondo miserable del lienzo, yo no veía el encantamiento de los colores ». Allí en donde algunos veían el arte como una herramienta para cambiar el mundo, Chagall buscaba  «el encantamiento de los colores».



El Lissitzky, Proun 1c, 1919, óleo sobre panel, 68x68cm, Museo Thyssen-Bornemisza Madrid


Mientras tanto, Lissitsky desarrolla los Prounen (proyectos para la afirmación del arte nuevo), una «nueva forma que nace de una tierra fertilizada con los cadáveres de la pintura del artista», y Malévich sigue tratando de transformar el mundo a través del arte. Lissitsky le aporta a Malévich un enfoque tridimensional, al hacer pasar el suprematismo de la pintura a la arquitectura y a los objetos (ver Arquitectones de Malévich en la exposición).



Ounovis à Vitebsk, otoño 1921, Nikolaï Souiétine


Todo aquello se termina con la NEP y luego con la muerte de Lenin. La toma de control por Stalin, acaba con esos años extraordinarios de libertad, de invención y de rechazo de las viejas reglas. El realismo socialista se convertirá en la única vía posible. Y para continuar, Malévich tendrá que plegarse. Yo escribía en 2005 sobre una exposición en Bruselas que trataba la vanguardia rusa «los ojos se me llenan de lágrimas cuando veo a lo que redujeron a Filinov (retrato de Stalin) y Malévich (Retrato de un trabajador de choque) para sobrevivir en los años 30, pues se trata de sobrevivir, de escapar al gulag». Lissistzky se aisla con proyectos arquitecturales que no se prestan a controversia con el poder.




El Lissitzky, Tribuna para Lenín, 1919, reconstitución, Col. Centro Pompidou


En la exposición figura la maqueta de la Tribuna para Lenin, de Lissitzky, arquitectura útil y funcional, escultura suprematista cargada de sentido. Pensamos entonces en Tatline, quien, al mismo tiempo, concibe también su Monumento a la Tercera Internacional como una arquitectura útil y revolucionaria, en reacción a las directivas leninistas de un plan de propaganda monumental para la conmemoración de la Revolución («la barba de estuco de Marx» : leer este libro estupendo).



El Lissitzky y Kazimir Malévitch, Bosquejo de cortina para la reunión del Comité de lucha contra el desempleo, 1920, Guache, acuarela, mina de plomo y tinta sobre papel, 49 × 62,5 cm, Galería nacional Trétiakov, Moscú


Aquellos años de efervescencia, de guerra contra los blancos, de hambruna, vieron brotar ideas revolucionarias cuya belleza fue efímera. La oposición entre Chagall y Lissitzky / Malévich, entre dos visiones políticas del arte, fue un elemento determinante. La exposición de Pompidou presenta (muy bien) la escuela de Vitebsk de manera histórica : pero nos hubiera gustado una lectura más política.

Fotos 5, 6 & 7 del autor

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