jeudi 23 septembre 2021

La imagen y su doble

 


21 de septiembre de 2021, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Cartel de la exposición con Philipp Goldbach, Lossless Compression, 2013-17, pared con 200 000 diapositivas, 270x800cm, foto del autor


Cuando leemos la presentación de esta exposición en el Centro Pompidou (hasta el 13 de diciembre), como que no dan ganas de ir pues el texto está plagado de clichés y frases huecas («enfoque sobre la esencia misma de la fotografía»). Y sería una lástima ya que mucho más que el discurso técnico sobre la reproducción que nos impone la hoja de sala (explican sabiamente lo que son la serigrafía, el negativo, la diapositiva, la fotocopia y el escaneo numérico, como si fuera una clase de Foto 1.0.1), estamos ante unas obras llenas de poesía, inventivas y audaces. La extraña imagen del anuncio es una acumulación de 200 000 diapositivas amontonadas en la pared del fondo, una obra de Philipp Goldbach, que es a la vez una reflexión sobre el archivo que se volvió inaccesible, caduco, inútil (se trata de diapositivas utilizadas en clase de historia del arte en la Universidad de Colonia, reemplazadas por imágenes numéricas que actualmente no tienen ningún valor) y una composición gráfica minimalista que interactúa con los colores del marco de las diapositivas para crear una especie de vibración visual vertiginosa. ¿Cómo tratar el archivo lugar de memoria y obsolescencia? Mientras Doug Bailey se sentía obligado a destruir, Philipp Goldbach lo preserva hasta lo absurdo. 


Timm Ulrichs, Walter Benjamin. La obra de arte en la era de su reproducibilidad técnica. Interpretación por Timm Ulrichs: La fotocopia de la fotocopia de la fotocopia, 1967, 100 xerografías, cada una 31.3×22.5cm, foto Centro Pompidou


Igual de absurdo es el tratamiento que Timm Ulrichs le inflige al libro de Benjamin L’oeuvre d’art à l’époque de sa reproductibilité technique -La obra de arte en la era de la reproducibilidad técnica-, es evidente que el propósito mismo del libro y su argumento sobre la pérdida del aura original refuerzan lo absurdo: más que el aura, lo que desaparece es el sentido mismo, cuando Ulrich fotocopia repetidamente la portada del libro hasta agotamiento, hasta que se vuelve ilegible, hasta la nada. Se puede leer, entre las líneas, una crítica de nuestra sociedad de la duplicación en la cual el significado se disuelve en la multiplicidad con la avalancha de imágenes numéricas. En la pared opuesta, Ulrichs muestra composiciones en color (parecidas a los Horizontes de Silvio Wolf) que en realidad son ampliaciones del principio de una película en color, fotografías sin autor, sin sentido, sin historia. 


Géza Perneczki, Art Bubbles, 1972, 3 pruebas argénticas, 70x50cm, foto del autor


Lo que se convierte en el tema de la obra es la reproducción, su proceso mismo, a veces de forma algo simplista como por ejemplo los Retratos de niño de Pierre Boucher, también tenemos una búsqueda poética, con Paolo Gioli que vuelve con su admiración reverente por Niépce, o Géza Perneczki que juega a difundir arte, o en todo caso la palabra «arte», en sus burbujas de jabón, una multiplicación frágil, efímera y baladí. Sobresalen también las sombras proyectadas de Théo Blanc que revisita el mito de Butades, las fotocopias de la cara atada de Nicole Métayer que evocan discretamente a Jeandel o el kinbaku en la obra de Araki, y el juego de Man Ray en el que el retrato se convierte en máscara. El catálogo no sale sino hasta noviembre, es una pena.  

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