mardi 1 décembre 2020

Una historia de mujeres fotógrafas, escrita por mujeres. Crítica de un hombre.

 


26 de noviembre de 2020, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)


Luce Lebart & Marie Robert (dirs.), Une histoire mondiale des femmes photographes, Paris, Textuel, 2020 [Pushpamala, Rêves d’or #10, 1998]


Excelente iniciativa la de este libro sobre las mujeres fotógrafas de Marie Robert y Luce Lebart editado por Textuel: nadie puede negar que las mujeres fotógrafas son muy poco conocidas y poco visibles, y para corregirlo merecen exposiciones en museos, libros, revistas. La primera exposición colectiva de mujeres fotógrafas del mundo, tuvo lugar hace 115 años en Hartford (Connecticut) en abril de 1906; luego hubo una exposición fundadora de Margery Mann y Anne Noggle en el SFMoMA en 1975. La primera exposición dedicada a las mujeres fotógrafas en Europa fue en la Pinakothek de Munich en 2008, y la primera en Francia en 2009 en el Gulbekian Paris, una muy buena exposición con unas cien mujeres fotógrafas (al mismo tiempo que elles@centrepompidou, pero solamente 15 de las cien de Gulbekian estaban en Pompidou, más francés), pero, curiosamente, no tuvo mucha acogida (posiblemente porque en ese momento el tema no era percibido como interesante, ni militante; y confieso que no la vi entonces y la descubrí más tarde por unos amigos portugueses a través del excelente catálogo), seguida de aquella, mucho más promocionada, en la Orangerie y Orsay en 2015 (más de 150 artistas). Las mujeres fotógrafas merecen revistas como por ejemplo Femmes Photographes y el número especial de Katalog, y libros como este: no existe mucho más en francés, al contrario de la gran cantidad en inglés; en Francia no se preocupan demasiado, se preocupan por estadísticas brutas que contabilizan las publicaciones, las menciones en la prensa y las presencias en las exposiciones y festivales sin hacer una reflexión profundizada. La bibliografía muy bien hecha, lista 150 obras: solamente unas quince revistas en francés (entre ellas, traducciones), y cerca de 120 en inglés. Este gran libro (500 páginas) presenta monografías cortas (una página una imagen) sobre más de 300 fotógrafas, desde el principio de la fotografía (Anna Atkins, nacida en el siglo XVIII) hasta nuestros días (la más joven, Newsha Tavakolian, tiene 40 años; aquí abajo); el orden es cronológico (año de nacimiento), y un índice permite establecer el orden alfabético. Vean la diferencia entre las dos primeras imágenes: la que eligieron para la portada (¿será un manifiesto subliminal?) apunta hacia el lector y podría percibirse como la marca de una violencia agresiva, mientras que la de la benjamina expresaría más bien una actitud tranquila y afianzada de defensa contra la violencia. Dos facetas, dos estilos. 


Newsha Tavakolian, Retrato de Negin en Teherán, 2010, p. 470-471


Este libro remonta entonces en la historia y saca a la luz bastantes fotógrafas desconocidas del siglo XIX (Marie Roberts fue una de las curadoras de la exposición «¿Quién les teme a las mujeres fotógrafas?»). Mientras que cuatro países cuentan con más de la mitad del total, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania (sabiendo que muchas fotógrafas son en realidad bastante cosmopolitas), este libro intenta sin embargo no limitarse a las figuras conocidas en Occidente (a las burguesas blancas, como dice la peruana Daniela Ortiz) y también presenta fotógrafas del Sur, alrededor de la cuarta parte del total. Y ¿porqué solamente un cuarto? ¿No debería haber aquí paridad entre Norte y Sur tal y como se pide la paridad hombre-mujer? La historia de la fotografía, históricamente, ha dejado relativamente de lado a las mujeres fotógrafas (y este libro se opone a ello), pero la historia de la fotografía, actualmente, desatiende relativamente a las fotógrafas del Sur (y este libro va en el mismo sentido). Este libro da la oportunidad de descubrir desconocidas (para mí): Naciye Suman, primera fotógrafa turca, Karimeh Abbud, primera palestina, Alice Seeley Harris, primera militante anticolonial (1904), o, de una categoría diferente, Mary Willumsen (abajo), una de las primeras fotógrafas eróticas en 1914, o Anne Noggle (además curadora de la exposición mencionada más arriba de 1975 en el SFMoMA) y su obra sin complacencia sobre el envejecimiento, incluso el suyo (abajo, se trata de fotografías que solamente una mujer puede hacer, lo que merecería algo más de reflexión sobre la «female gaze» o mirada femenina), y de muchas otras. [aditamento del 27/11: tres fotografías de Mary Willumsen,, procedentes de la galería Lumière des Roses que expuso en 2019 estaban en la exposición de Orsay pero no están reproducidas en el catálogo].


Mary Willumsen, Tarjeta postal nº2238, hacia 1914-21, p.125

 

Es entonces una iniciativa excelente pero el resultado es relativo. Primero criticaré la selección de las fotógrafas: inevitablemente es en realidad una selección subjetiva por parte de las dos editoras y estamos encantados de poder descubrir gracias a ellas un montón de fotógrafas. Al mismo tiempo es paradójico intitular el libro «Una historia mundial de las mujeres fotógrafas» sin haber incluido a Annie Leibovitz, a Bettina Rheims, a Valérie Jouve, a Taryn Simon, a Vanessa Beecroft (ni a Ana Mendieta, quizás por considerarla no solamente fotógrafa; pero Hannah Höch, abajo, cuyas prácticas son también muy diversas sí está incluida). Me parece evidente que las editoras conocen a todas esas fotógrafas, que yo creo, son figuras ineludibles de la fotografía; y entonces ¿qué razones hicieron que no las incluyeran? ¿será la imagen de la mujer que proponen Rheims o Beecroft que les molesta? Pero las imágenes de poder y dominio político o social que transmiten otras fotógrafas presentadas aquí (por ejemplo Leni Riefenstahl) no dieron lugar a su exclusión (en el portafolio hay incluso una Emperatriz, Ci Xi). Y ¿Leibovitz (única mención desconcertante: Tsuneko Sasamoto parece ser la «Leibovitz japonaise, una eminencia en su país», dice la reseña)? Y ¿Jouve? ¿Simon? Unas exclusiones extrañas e incomprensibles. Hay otras fotógrafas menos conocidas y sin embargo importantes (entre muchas otras, Ahlam Shibli), que la falta de espacio parece explicar en parte; es verdad que toda selección excluye, pero hay que explicar los criterios. En la exposición elles@pompidou en 2009, la primera gran exposición de mujeres artistas en Francia, entre las 340 artistas había 50 fotógrafas: cuando comparamos las listas nos damos cuenta de que de esas cincuenta, más de veinte no están incluidas aquí. Y solamente 20 de las 50 fotógrafas de la exposición fundadora de 1976 en el SFMoMA (es verdad enfocada sobre todo en América del Norte) están de nuevo aquí. 


Hilla Becher, Tipologías nº1 à nº6, 1965-1991 (Torres de agua, 1972-90), p. 306 [Bernd Becher no está en la leyenda]


Me pareció interesante el hecho de que hayan presentado a Hilla Becher sin Bernd y a Anna Blume sin Bernhard: son mujeres que no fueron secundarias en sus parejas e incluso si las obras de los dos miembros de la pareja son indisociables, es verdad que ellas estuvieron relativamente ocultas (pero, mientras que la foto Blume le es acreditada a los dos esposos, Bernd a desaparecido de la de imagen aquí arriba: ¿porqué?). Igual con Constance Talbot (en cambio, Louise-Georgina Arrowsmith-Daguerre que se preocupaba por la salud mental de su marido a partir de 1827 está ausente, y es normal). Pero no entendí porqué Claude Cahun está presente, sola: Marcel Moore / Suzanne Malherbe es mencionada, claro, pero como colaboradora y no al mismo nivel, y tampoco tiene reseña propia; ¿será que en una pareja hay dominaciones más aceptables que en otras? Otra laguna que me extrañó, ligada al campo específico de mis investigaciones, es que no hay ninguna fotógrafa experimental y sabiendo que es precisamente uno de los ámbitos en el cual más mujeres fotógrafas encontramos (tres exposiciones actualmente en el CPIF, Velizy y en la FRAC de Rouen sobre la fotografía y la abstracción comprenden 43% de mujeres, hablando de estadísticas..); o sea que faltan, Felten-Messinger, Vera Lutter, Evelyne Coutas, Rossella Belusci, Nancy Wilson-Pajic (que estaban todas en la exposición de Pompidou), así como Ellen Carey, Liz Deschenes, Eileen Quinlan, Susan Derges, Alison Rossiter, y muchas otras. Una parte importante de la fotografía femenina pasó por alto. ¿Serán las directoras del libro impermeables a lo experimental (a pesar de que escriben en el ensayo de presentación: «a menudo ellas experimentan como pioneras»)? Pero aunque esas lagunas sean molestas, son secundarias en relación con la amplitud de la obra, y no dudo en decir que a pesar de lo que falta, en su conjunto la lista es impresionante aunque no sea representativa de la situación real. 


Condesa de Castiglione, El pie, 1914, p. 45 [Pierre-Louis Pierson ausente de la leyenda]


Para cada fotógrafa hay una reseña de media página. Algunas de esas reseñas son verdaderas joyas, en pocas líneas explican la riqueza y complejidad del trabajo de la fotógrafa presentada (la de Marta Gili sobre Susan Meiselas, por ejemplo, la de Abigail Solomon-Godeau sobre la Condesa de Castiglione (aquí arriba), o la de Federica Muzzarelli sobre Lady Hawarden). Otras, sobre fotógrafas poco conocidas, en especial del siglo XIX y principios del siglo XX aportan informaciones muy útiles (por ejemplo Sara Knelman sobre Emma Jane Gay -detalles sobre la curiosa fotografía de aquí arriba-, Sigrid Lien sobre Solveig Lund, o Anna Sparham sobre Christina Broom). Pero algunas reseñas son un poco lisas, evitan con prudencia crear controversias o divergencias: por ejemplo, hablar de Valérie Belin sin evocar las últimas críticas sobre su trabajo reciente, por muy bueno que sea el texto de Nathalie Herschdorfer, parece algo corto; al igual, hablar de Liselotte Grschebina sin evocar su dimensión propagandística (aunque subrayan con razón la propaganda fotográfica en el caso de Leni Riefenstahl o de la griega Nelly) es una laguna (¿intencional?) de parte de la israelí Yudit Caplan (del muy oficial Museo de Israel). 

Emma Jane Gay, Choup-nit-ki (en donde los Nez-Percés), hacia 1889-92, p.41


Otro ejemplo infortunado, la reseña sobre Anne Brigman, escrita sin embargo por una curadora del SFMoMA, no dice nada sobre el paganismo de Brigman, nada sobre su mirada que reduce el cuerpo femenino a objeto fotografiable (prefieren repetir la doxa de que fue feminista), nada sobre su técnica, digamos, aproximativa, y repite el error común que dice que fue la única mujer miembro de Photo Secession en el oeste (hubo por lo menos cuatro mujeres, entre ellas Sarah Hall Ladd; no incluyen a ninguna). Y, es una pena, pues algunas reseñas apenas si tienen el nivel de Wikipedia. Podemos entender que manejar a 160 colaboradoras sea una tarea complicada, pero las diferencias de calidad entre los textos son a veces desconcertantes. Las dos editoras escogieron tener únicamente autoras, felizmente de diferentes orígenes (unas veinte de las 160 son de los países del «Sur»), y excluyeron del libro a los hombres: podemos entenderlo desde el punto de vista militante con el fin de hacer más visibles las autoras que fueron demasiado descuidadas en el pasado, pero en ciertos casos no es verdaderamente apropiado. Por ejemplo, sobre una fotógrafa que algo he estudiado, Zaida Ben-Yusuf, el especialista indiscutible de su obra es el historiador Frank Goodyear, el único que ha escrito extensamente sobre ella, pero ¡es un hombre! Entonces lo excluyeron del libro y la reseña se la confiaron a una estudiante que está preparando una tesis en Paris 3 cuyo texto es verdaderamente insípido («Para ella, la fotografía se vuelve un medio de expresión artística así como el reflejo de su ambición personal»). Ni el catálogo Gulbekian (con Jorge Calado), ni el de Orsay (con Thomas Galifot y Ulrich Pohlmann) se habían inclinado por esa idea de excluir sistemáticamente a los autores masculinos. 


Hannah Höch, ST (Mano grande por encima de la cabeza de una mujer), 1930, p. 127

 

Para terminar, es muy bueno que el libro no se contente con recopilar una lista (como estas), y se abre con dos ensayos de las dos editoras, es excelente que los textos vayan en contra de la historia de la fotografía escrita principalmente por los hombres. Ponen a la luz el retraso francés en la materia, no solamente en cuanto a libros y exposiciones sino también en cuanto a la mirada crítica: en Francia, no hay «enfoques globales que planteen explícitamente la cuestión del género», la crítica se reduce a «la celebración de una feminidad naturalizada». Mientras que, precisamente, Marie Robert, más allá de la difícil conquista de los baluartes masculinos abre pistas de reflexión que quedan por seguir: la empatía propia de las fotógrafas, la voluntad para «frusta[r] los códigos de la representación, inventa[r] nuevas formas, instaura[r] prácticas inéditas», el hecho de hacer «de su propio cuerpo el territorio principal de una búsqueda feminista y/o anticolonial», reflexiones que aquí no están sino esbozadas y que merecerían verdaderamente ser desarrolladas en contra del enfoque diferenciador tan común. Sobre este enfoque diferenciador, no resisto, en preámbulo de su fotografía aquí abajo, el gusto de citar la tan poco convencional Anne Noggle en el catálogo del SFMoMA en 1975: «It is not the intention of this historical survey to delve into the nebulous area of the sexes where answers are as scarce as brassieres and neutrality tantamount to treason ».


Anne Noggle, Stonehenge décodé, 1977, p. 251


No obstante, a pesar de todas estas críticas, es una excelente iniciativa haber hecho este libro que necesitábamos y que será una referencia futura. Quizás no hubiera debido escribir esta crítica. Quizás siendo un hombre blanco, heterosexual de más de 50, no sea considerado como legítimo para criticar un libro escrito por mujeres sobre  mujeres. Quizás, como parece que lo desean algunas, la crítica de todo libro de mujeres sobre mujeres debería reservársele a críticas (al igual que la fotografía de personas negras estaría reservada a los fotógrafos o fotógrafas negros y negras tal y como lo evocaba hace poco Michel Guerrin en una crónica algo desilusionada). Quizás...

Libro recibido en servicio de prensa.

Nota deontológica: el autor es miembro del Consejo de Administración de la Sociedad Francesa de Fotografía al igual que las dos directoras del libro.


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