lundi 7 décembre 2020

Tres exposiciones en Lisboa

 


3 de diciembre de 2020, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)


Filipa Ventura, Desabitado, 2018, serie de 18, cada una 15x20cm, f. del autor

 

Tres exposiciones en Lisboa, en donde el confinamiento no incluía las galerías de arte, actividad esencial. En este lugar de excepción, los nominados para el Premio de la Fundación Millennium BCP, destinado a jóvenes artistas recién diplomados: entre 104 candidatos 12 seleccionados, (la mitad procedentes de Bellas artes de Lisboa; solamente 3 hombres) en una exposición organizada por Carpe Diem hasta el 19 de diciembre (curador Lourenço Egreja). Me gustaron, un dibujo grande de Louise Kanefuku, la composición gráfica de Joana Ramalho, las fotografías de Pedro Ramalho Marques y especialmente la serie Desabitado (Deshabitado) de Filipa Ventura: 18 fotografías pequeñas que a primera vista parecen superficies lisas geométricas negras, grises y blancas que recuerdan de manera un poco formal las composiciones de Alison Rossiter. Pero, al mirar más de cerca vemos una protuberancia que podría ser la punta de un seno, o una curva que podría ser una nalga (como este lienzo de Huguette Caland), un pliegue que podría ser una ingle, apenas sugeridas. En efecto son fragmentos de cuerpo, no son fotogramas al estilo de Neusüss (acaba de morir), sino sombras: la artista, creó un dispositivo a través del cual dibuja, desnuda en su estudio acomoda su cuerpo fuertemente iluminado, la cámara fotográfica disparada a distancia y captura la sombra en la pantalla. No son autorretratos, no dicen nada de la artista cuyo cuerpo no es más que un material de construcción de la imagen, un elemento de lenguaje hecho para que se despliegue, tal y como lo hace Jorge Molder, por ejemplo, pero con una estética bien diferente, menos expresiva, más abstracta. 


Catarina Marto & Raquel Pedra, Planta Pedra, vista de la exposición SNBA, 2020, f. del autor


Muy cerca de allí, en la Sociedad Nacional de Bellas Artes, además de un homenaje al pintor portugués Skapinakis recién fallecido, hay una interesante exposición (hasta el 30 de diciembre) de Catarina Marto y Raquel Pedro a partir de su residencia en el Museo de las Geociencias, (curadora Vanessa Badagliacca). Habiendo descubierto la paleobotánica, árboles y hojas fósiles, exploraron la hibridación entre la piedra y la planta, con una visión vitalista en la cual la oposición entre vivo e inerte, mineral y vegetal, se diluye, y los metales podrían estar vivos y las plantas solidificadas; la exposición se llama Planta Pedra. Al lado de las obras prestadas por el Museo hay dibujos, collages y acuarelas en las cuales las formas se funden, piedras, plantas e incluso, podemos imaginar, un poco de humano. Para alegrar la investigación, el duo requirió al geólogo Ernest Fleury que solía indicar la escala humana en sus planos geológicos añadiendo pequeños personajes que las dos artistas utilizan en un alegre jolgorio dentro de un video que proyectan por el suelo: es también una alusión sutil al Antropoceno.


Elisa Pône, Falso Sol, Falso Olhos, vista desde el exterior, f. Guillaume Vieira


La tercera exposición que interroga el espacio mismo de la exposición, se intitula Falso Sol, Falsos Olhos (Falso sol, falsos ojos, según La Orestiada de Georges Bataille) de la artista francesa residente en Lisboa, Elisa Pône, en la Galería municipal Quadrum (hasta el 31 de enero) que es un lugar importante del arte contemporáneo portugués y es una sala larga cuyos laterales llevan vidrios (última exposición vista allí); la curadora es Estelle Nabeyrat. Lo mejor es sin duda, empezar por el video Como uma Luva (Como un guante), en el cual un experto en seguridad analiza la potencia y las fallas del sistema de protección anti incendio y anti intrusión de la galería antes de desaparecer devorado por el humo provocado por una alarma. Humo, fumígenos, fuegos artificiales, combustión, piromanía, encontramos en ello una constante en la obra de Elisa Pône: algunos de los vidrios de la galería fueron pintados con fumígeno de colores, con colores derretidos. Un robot programado en función de la temperatura y de la humedad anima una persecución iluminada dentro de la galería pero visible de noche desde el exterior. La interacción entre el interior y el exterior de la galería es subrayada por una escultura básica que atraviesa las paredes laterales y se prolonga hacia el exterior, como si fuera una intrusión sin detectar. Orejas de cerámica emiten sonidos de pájaros y de viento venidos de afuera, y una escultura de aspecto brutalista (que data de hace unos cuarenta años) fue desplazada del patio exterior (en donde nadie la veía) hacia el interior: enfoque sobre la obra de una escultora un poco olvidada, Maria Teresa Quirino de Fonseca, fallecida en 2013 y cuyo taller se encontraba encima del edificio en donde está la galería. Toda esta exposición consiste en pasar paredes, la interpenetración del interior y el exterior, (con) fusión de dos espacios, apertura hacia afuera, hacia otra parte. Más allá de su faceta formal podemos también reflexionar sobre las fronteras, los muros, las separaciones, las distinciones, las categorizaciones. 



 

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