30 de noviembre de 2020, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Este mes 8 reseñas
7 de noviembre : Hubert Duprat, el gran delegante
12 de noviembre : Cindy Sherman : ¿punto final?
14 de noviembre : ¿Puede la fotografía ser abstracta?
15 de noviembre: La ilusión suprema de David Claerbout
16 de noviembre : La escultura múltiple
18 de noviembre: Sonidos (y un árbol)
26 de noviembre : Una historia de mujeres fotógrafas escrita por mujeres. Crítica de un hombre.
29 de noviembre : Unos libros de teoría fotográfica
Y tres libros
El libro comprende entonces además de las postales antiguas, cuarenta fotografías (inéditas) de Denise Bellon, que pasó unos días en Bousbir en 1936 (era un destino turístico que las guías mencionaban; Simone de Beauvoir también estuvo en 1938, mirando a una prostituta fumar con su sexo sin que ello la conmoviera). Las fotografías de Denise Bellon se ven muy bien presentadas en un ensayo de Anaïs Mauuarin: es una fotografía humana que evita los estereotipos, valoriza a las mujeres, las muestra espontáneas, voluntarias, orgullosas, actuando escenas de seducción, poniéndose ellas mismas en escena. Y la forma es, como siempre en el trabajo de Bellon, bastante trabajada: plano picado, distancia, juegos de líneas arquitecturales. Para no chocar a los visitantes, una fotografía de Denise Bellon que muestra a unas jóvenes de pechos desnudos será mostrada borrosa (arriba) en la exposición en la Villa de las Artes de Casablanca. En fin, el libro habla del Bousbir actual y de la negación incómoda de la memoria de los lugares por parte de los habitantes actuales, con fotografías de Melita Vangelatou (fotógrafa griega que vive en Casablanca), coloreadas, trabajadas, al otro extremo de la estética de Bellon. El libro comprende (p.105) una reproducción de una obra de la artista marroquí Fatima Mazmouz, a mi parecer, bastante pertinente de otra manera. Es una lástima que el único marroquí que participó en el libro, el arquitecto Rachid Andaloussi, haya sido relegado a un corto prefacio, la palabra y la imagen habiendo sido reservados para los europeos (cuando, por ejemplo). Me chocó la portada irrespetuosa de los derechos de autor, un montaje hecho por grafistas a partir de dos fotografías de Denisse Bellon y de Marcelin Flandrin. Aparte de eso es un libro apasionante.
Catherine De Clippel, Photographier les vodous, Togo-Bénin 1988-2019, Paris, Editions de la Maison des Sciences de l’Homme, 2020, 144 páginas, 80 fotografías en blanco y negro, la mayoría de página entera; textos de François Cheval et Jean-Paul Colleyn, entrevista de Catherine De Clippel por Charlotte Groult. El trabajo de Catherine de Clippel se sitúa entre la fotografía documental y la antropología; hace 40 años que acompaña a antropólogos en el terreno, primero como cineasta y luego como fotógrafa. Esta selección comprende dos series (que en el libro no presentan separadamente): una pequeña parte de las fotografías que datan de enero de 2019 está consagrada casi exclusivamente al Festival del vudú en Porto Novo, Benín. Estas imágenes, bastante estáticas, muestran el desfile de los adeptos del vudú, en representación durante el festival, y comprende también unas quince imágenes de la tribuna oficial con recepcionistas, sillas Luis XV, dignatarios, ministro, prefecto, notables y reyes tradicionales con sus esposas (en Benín existe el Alto Consejo de los Reyes de la República, bonito oxímoron). La otra mitad, es para mí, más interesante, más discreta, más dinámica (cinematográfica, también), fue tomada en 1988/89 en Benín y Togo en ceremonias más rurales, menos turísticas, menos puestas en escena: la cercanía tanto física como mental con el tema es mayor. Especialmente en unas diez escenas de posesión, de trance, en las cuales la fotografía parece más formar parte que observar, y unas veinte fotografías misteriosas de objetos en primer plano que encarnan el vudú, con pátinas y texturas extrañas, hechas de paja, hierba, madera. En la entrevista Catherine de Clippel muestra su humildad, su cercanía, su integración («participo en en rito soy su fotógrafa»), su respeto por lo prohibido. Muy buen texto de François Cheval que vincula de forma ontológica la invisibilidad del vudú y la de la fotografía y en los dos casos subraya la revelación, volver visible lo que no lo es según el código de un rito (programa) aceptado; subraya la sensibilidad y la inteligencia de los fotógrafos, siendo consciente del «camino sinuoso» de la mirada blanca sobre los negros. El que no sea especialista de vudú (como yo, que no conocía de nada el trabajo de Pierre Verger, y más bien en Brasil) hubiera podido esperar que el texto del antropólogo Jean-Paul Colleyn le explique algo sobre los rituales y los diferentes vudús cuyos nombres aparecen en las leyendas (en la portada «Al golpear sobre la cadena con una campana, el iniciado llama el vudú; Ouidah, Benín, 1988 »); es una lástima que sea un texto deshilvanado escrito por expertos y en el cual las explicaciones útiles son difusas. Pero no es lo esencial, es un muy bonito libro.
Mahmoud Alkurd, Le Phénomène Gaza, Marseille, Images Plurielles, 2020, 112 páginas, 40 fotografías, tres relatos de Mo’men Ashour e introducción de Xavier Guignard, (bilingüe francés-inglés). Cada quien conoce el drama de la banda de Gaza, cárcel a cielo abierto, super poblada y atacada y herida continuamente. Poniendo aparte la presentación histórica de Xavier Guignard, este libro se inclina por la ficción y la fantasía para hablar: tres relatos sobre la Nakba, sobre la Marcha del Retorno y sobre los migrantes, que terminan todos con la muerte del protagonista. Y las fotografías oníricas en las cuales unas chiquillas se escapan de su prisión para soñar y vivir, y en las cuales el muro de separación se interpone entre la gente y sus deseos de estudio, de cuidados, de viajes, de vida normal. Es un libro explícito y simbólico para que no podamos decir «Nosotros no sabíamos».
Libros recibidos en servicio de prensa.
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