12 de noviembre de 2020, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Cindy Sherman, Untitled #224, 1990, 121.9×96.5cm |
La exposición de Cindy Sherman (teóricamente hasta el 3 de enero) en la Fundación Vuitton (14 años después de la del Jeu de Paume) es muy completa y sorprende ante todo por su escenografía: recorrido flechado (por la covid), paredes de color, y especialmente por los espejos entre las secciones (numeradas), en los cuales el visitante ve reflejadas no solamente las obras de la pared de enfrente, sino que se mira a sí mismo, se incrusta en la imagen. No habría mejor manera de resaltar el narcisismo indubitable, el de la artista (lo que anima a leer de nuevo «Les miroirs de Cindy Sherman » de Daniel Arasse, uno de los mejores textos sobre una artista de la cual se ha escrito muchísimo) que viene por contagio a presionar el nuestro. Tratemos de ir más allá de las evidencias, las que encierran el protocolo, de los arquetipos, la distinción entre imágenes y autorretratos; Sherman utiliza su cuerpo como un material, a diferencia de prácticamente todos los que citan entorno a ella, de Warhol a Cahun y Molinier, quienes, sí hacen autorretratos (sólo Jorge Molder tiene un enfoque intelectual similar).
Cindy Sherman, Air Shutter Release Fashions, 1975, 17 fotos, cada una 7.6×5.1cm |
La exposición se desarrolla cronológicamente y también por temas. En la sección (4) de obras de juventud (se muestran poco, pero yo había visto algunas en 2013 en Florencia, no sin inconvenientes, un plagio por un pedante), encontramos con gusto el juego de la muñeca para vestir, y también la serie Air Shutter Release Fashions de 1975, en la que el cable del disparador de la cámara fotográfica (primera imagen de la serie) si no la viste («Fashions»), en todo caso esculpe su cuerpo (aunque hay un parecido con Constraint de Elaine Schemilt, Sherman no está atada, obligada, sometida o esclavizada, sino que al contrario es la herramienta de trabajo que elige y la usa como un aderezo, en un gesto que yo percibo como una suerte de antropofagia fusional). También tenemos un album de fotografías en las cuales, la imagen de la Cindy «verdadera» (ni maquillada ni disfrazada), de bebé, de niña o adolescente, va rodeada de verde con la leyenda « That’s me » : se instala el narcisismo.
Cindy Sherman, A Play of Selves, 1975, detalle, Glenstone Museum, Potomac, Maryland |
Muy interesante y que muestran rara vez, la serie A Play of Selves de 1975 se extiende en 72 imágenes por las paredes de una sala dedicada (sección 5): es la única «fotonovela» de Sherman, bastante artesanal, una historia de drama sentimental y de seducción en cinco actos con diferentes personajes (mujer abandonada, despedazada, amiga, mujer y hombre ideales), entre los cuales un seductor fantasma de blanco con la cara disimulada con una capucha, mitad dibujo mitad foto. Sherman no seguirá con esa línea guionista (salvo en una película de 1996, Office Killer, que no está en la exposición y que aparentemente no tuvo mucho éxito).
Cindy Sherman, Untitled Film Still #14, 1978, 25.4×20.3cm |
La exposición empieza con las inspiraciones cinematográficas de Sherman (secciones 1, 2 y 3), conocidísimas, en las que juega a actuar, de ingenua, de mujer fatal, seductora o criminal: movimientos suspendidos, algunas veces delante de un fondo (rear screen en la sección 2) y a veces como actrices viejas, tanto las garçonnes de la sección 3 como las actrices fracasadas de la sección 20. Bajo un glamur demasiado evidente traspasan la tristeza, el fracaso y la angustia de envejecer.
Cindy Sherman, Untitled #216, 1989, 221.3×142.6cm |
En sus retratos de arte (sección 10), Sherman hace parodias de cuadros históricos, es algo como lo que hizo con las actrices. La diferencia es que aunque Sherman tiene una buena cultura cinematográfica, confiesa que nunca ha ido a museos o iglesias de Roma y no sabe de historia del arte ni le interesa (según Arasse). Al contrario de Sugimoto que habita casi de forma mágica sus recreaciones, Sherman nos presenta convenciones de representación extremadamente bien hechas pero sin más. Solamente cuatro fotografías de las cuales presentan dos aquí, se refieren a verdaderas obras (aquí el Joven Baco enfermo de Caravaggio y, volteada, la Virgen del Díptico de Melun de Jean Fouquet).
Cindy Sherman, Untitled #586, 206-2018, 152.4×172.4cm |
Lo máximo de la desaparición de la artista al disolverse en la representación está sin duda en las series vinculadas con la moda (secciones 8, 9, 18 y 21), en las cuales, aunque lo haga de manera desviada, sólo actúa como perchero: es sin duda la parte menos interesante de su trabajo.
Cindy Sherman, Untitled #261, 1992, 167.5x114cm |
Encontramos al contrario un regreso con fuerza de lo real dentro de lo más material posible, lo mas abyecto y nauseabundo, en sus series relacionadas con el cuerpo, el sexo, con los desastres, las máscaras (secciones 11, 12, 13 y 14): hibridaciones, prótesis, muñecos de plástico, vulvas artificiales, fragmentos, putrefacción, todo lo posible para combatir la impresión lisa y limpia de las otras series (pero sin la máscara aterradora). No hay corrección política tampoco: poner en imágenes tan crueles el cuerpo femenino como puro objeto penetrable es como para horrorizar a las feministas que intentaron apropiársela (y escribió Sherman: «Teorías, teorías, teorías, me parece que para mí eso no funciona»).
Cindy Sherman, Untitled #93, 1981, 61×121.9cm |
Y ello cuestiona la mirada sobre Sherman, del revestimiento de prejuicios sobre su obra. El mejor ejemplo, mas no el único, es el de los Centerfolds (sección 6) que hizo a la Playboy para Artforum, y que la revista no aceptó: los editores (y editoras) de la revista proyectaron sus propios fantasmas en las imágenes (patología bastante común) y vieron, entre otras, en una jovencita con boca de madera despertando por un rayo de sol, la imagen demasiado complaciente de una víctima violada. Y ¡eso fue en 1981! ¿Cómo sería hoy? Una ilustración de los «maestros de la doxa, guardianes de la interpretación, incluso hasta rechazar las obras de arte cuyo carácter inesperado o singular obviamente no armonizaba con sus visiones» (Arasse). Rechazar y, en este caso, censurar.
Cindy Sherman, Untitled #614, 2019, 231.1×231.1cm |
Cerca al final de la exposición, se siente un bache, la pérdida de inspiración, a partir de ahora la repetición a veces estéril (incluso con una parada total entre 2004 y 2008): ¿cómo continuar el proceso e innovar? Los artificios, como por ejemplo hacer tapicerías (galería 9, aquí abajo) o encarnar hombres andróginos, incluso transgénero (sección 22; es verdad que son del momento, pero sin pretensión ideológica o militante, dice ella) no son suficientes para disimular cierto agotamiento del tema. ¿Será una exposición en forma de punto final?
Cindy Sherman, Untitled #606, 2020, tejido de algodón , lana, poliéster, acrílica y polialgodón, 284.5x221cm |
Los pisos superiores presentan Crossing Views, obras de la colección en «mirada cruzada» con Sherman. Además de las tapicerías de esta última, vemos varios contemporáneos adeptos del autorretrato, primero Warhol, Gilbert y Georges, Zanele Muholi, Boltanski y Messager, Samuel Fosso (pero no tiene la fuerza de su pasillo en el Quai Branly), 23 artistas en total (no hubiéramos extrañado la instalación fanfarrona de Pierre Huyghe, pero bueno...)
Portada del libro con detalle de Untitled #584, 2018 |
Muy buen catálogo (Hazan, 240 páginas), con numerosos ensayos (es una artista que escribe muchísimo, algunas veces proyectándose, lo que no es de extrañar). La curadora Marie-Laure Bernadac hace una presentación magistral de las temáticas de Sherman y su colega Olivier Michelon la arraiga en el cine. El psicoanalista y crítico Gérard Wajcman desarrolla la temática del presente/ausente, del narcisismo y del rechazo del autorretrato (pero no conoce a Molder); Ludovic Delalande analiza sofisticadamente el proceso del trabajo de Cindy Sherman con fotos de su taller. Únicamente el texto de Marie Darrieussecq se nota vacío. Bonitas reproducciones bastante completas; bibliografía selectiva (sin Daniel Arasse).
Libro recibido en servicio de prensa.
Todas las imágenes: Exposición Cindy Sherman en la Fundación Louis Vuitton del 23 de septiembre 2020 al 3 de enero de 2021, cortesía de la artista y de Metro Pictures, New York. (c) 2020 Cindy Sherman.
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