(artículo original en francés, aquí)
Femmes Photographes n°7, diciembre de 2019. Foto de Marinka Masséus, World Indigenous Games, 2015, Brésil |
El séptimo número de la excelente revista bianual Femmes Photographes -mujeres fotógrafas- salió en diciembre, la leo con interés desde que empezaron (casi... si alguien tuviera el número 1...). ¿Porqué es una revista excelente? Primero porque presenta las obras de fotógrafas talentosas. Poco importa que en su mayoría salgan de Arles, de la ENSBA, o de otras formaciones de renombre; todas son profesionales reconocidas y no segundonas que han hecho fotografía a falta de algo mejor. Entre ellas, sigo el trabajo de algunas desde ya hace tiempo (y he escrito sobre ellas): Brigitte Bauer, Agnès Geoffray, Estefania Penafiel Loaiza, Laurie Dall’Ava, Marina Gadonneix, Juliette Agnel, Hélène Langlois, …
Dina Oganova, série #MeToo, revue n°7, p.60-61 |
En este número, se trata, como en el anterior, de las relaciones entre poder y resistencia, cuestionando en particular, las relaciones de ellas con el poder y su lucha contra la «sobrepotencia y la representación hegemónica». Por ejemplo el trabajo de Stefanie Zofia Schulz, sobre jóvenes migrantes en Alemania, el de Olivia Gay sobre las prisioneras, el de Marcela Bruna sobre la prohibición del aborto en Chile; son tres conjuntos que no solamente presentan una situación sino que la cuestionan y la muestran a través, y gracias a la imagen misma (por ejemplo los ataúdes de gemelas de Marcela Bruna). Dina Oganova realizó un muy buen trabajo, refinado, sobre el acoso sexual y las violencias en Georgia con la intensidad latente de los retratos borrados comparados con los lugares de la violencia (mientras que el trabajo sobre los feminicidios en Francia es simplemente documental). También tenemos el relato conmovedor con palabras e imágenes por Estelle Lagarde, de su lucha contra el cancer y las imágenes pixelizadas de Kim Ian Nguyên Thi, personas que disimulan sus caras como si fuera un memorial de la dominación, sobre las cuales palabras y verbos nos permiten proyectarnos. La foto de portada (arriba), por Marinka Masséus representa a unos atletas durante los Juegos mundiales de los pueblos indígenas (en Tocantins en 2015): son unas fotos hechas a velocidad lenta, por lo tanto borrosas, que combinan evocación de la fuerza y de la velocidad de los deportistas con una preocupación por su evanescenia, su desaparición; no sabríamos fusionar mejor discurso político y composición estética.
Teresa Suarez, Muna Mohammed, série Femmes plombières pour un pays sans eau, revue n°6, p.41 |
Lo que sobresale desde el principio es que en la gran mayoría de los trabajos presentados es que estas mujeres fotógrafas están conectadas con el mundo. No son prisioneras de una burbuja centrada sobre sí misma y cerrada, en su trabajo se notan los problemas del mundo real, ya sea el racismo, las migraciones, las guerras, las clases. Que sus obras estén situadas o no bajo el concepto (en el que se pone de todo) de interseccionalidad, no son ni etéreas ni insustanciales como tantas otras. Y la revista tiene también bastantes textos de calidad (por ejemplo, en el número 6, una entrevista apasionante con la autora y editora del libro Vagabondes sobre las «escuelas de preservación»). Así, entre otros, en los números anteriores, la dignidad de las combatientes kurdas fotógrafas por Aude Osnowycz (otra cosa que Fourest...), la seguridad de las plomeras jordanas que llevan con orgullo el velo (incluso como aquí el niqab) y se afirman como libres frente al objetivo de Teresa Suarez, las exposiciones múltiples de Daniella Zalcman que expresan metafóricamente la identidad fraccionada de autóctonas indígenas canadienses, los altos alpinos de solidaridad con los migrantes de Valentina Camu y Rose Lecat, los refugiados del Aquarius con Maud Veith (de quien había admirado también las imágenes de Palestina), los crímenes reconstituidos de Azadeh Akhlagi (mencionada en mi reseña sobre Katalog), la serie Suspect sobre la ausencia y el cuerpo de Isabelle Gresser (abajo), los cuerpos de los SDF -habitantes de la calle- Dormeuses de Nicole Miquel, y tantas otras... es raro que uno se decepcione: no hay imágenes militantes sin calidad como tantas otras en otros lugares; tener un discurso político va de la mano con la inteligencia para hacer fotografías inteligentes.
Isabelle Gressier, série Suspect (n°4 : image similaire) |
En fin, su afirmación como mujeres fotógrafas procede de una constatación muy clara, como lo dice el texto de las fundadoras: «aquí no se trata de oponer los géneros, los seres o las visiones, sino de remediar la invisibilidad recurrente de una parte de la población, de sus vivencias y percepciones con el fin de darle vida a la diversidad del mundo con su realidad y a su justo valor.» Es una afirmación como mujeres fotógrafas, por su talento y no por contabilidades mezquinas; es su talento lo que hace que en el universo a menudo machista de las ferias, festivales y premios, ellas encuentren su lugar (por otro lado, no creo que una sola de ellas haya estado por ejemplo en la última feria fotofever, un lugar que ha preferido la paridad militante antes que la calidad); es su talento lo que hace que se les mire, es su afirmación sólida sin necesidad de ofensas lo que hace que las escuchemos. Nadie dirá de ellas: «un poco breve en cuanto a la reflexión». Representan una forma de profundización en el campo de la creación fotográfica, del trabajo más documental emprendido por la página AWARE. No obstante, como lo decía yo hace poco, algunas recriminaciones de grupúsculos, en Francia no vemos trabajos críticos de primer plano sobre las especificidades temáticas y estéticas de la fotografía femenina (la existencia de un «female gaze», la problemática Girl on Girl, la «panty photography»), podemos en cambio estar orgullosos y felices de tener una revista de excelente calidad por y para mujeres fotógrafas de talento, que están, completamente al nivel intelectual y estético de los otros grupos de Fast Forward.
Hasta el próximo número.
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