10 noviembre
de 2015, por Lunettes Rouges
Marianne Breslauer, Die Fotografin, 1933, Winterthur |
La segunda
parte de la exposición "¿ Quién les tiene miedo a las fotógrafas ?" se expone en el Museo de Orsay (hasta el 24 de febrero) y es sobre el periodo
1919-1945. Y, naturalmente, después de la Orangerie, el tono cambia. Primero
porque por poco que hayamos sentido un poquitín de curiosidad nos encontramos
en terreno más conocido y la mayoría de los nombres son conocidos, la mayoría
de las obras reubicadas en un contexto más familiar. Pero debemos preguntarnos
ante todo lo que significa ese "poquitín de curiosidad",
¿ De dónde
procede ? De los libros de historia no (vea artículo anterior), y en mi caso,
me doy cuenta con una mezcla de modestia y de reconocimiento que viene mucho de
la serie de exposiciones que la directora del Jeu de Paume (única mujer
dirigente de un gran museo parisino después de que excluyeran a la señora
Baldassari) ha programado en los últimos años : claro que conocía nombres como
Germaine Krull, Florence Henri, Laure Albin Guillot, Berenice Abbott, ClaudeCahun, Lisette Model, Lee Miller (también) et incluso Eva Besnyõ (pero no KatiHorna), pero sus obras no me eran familiares.
Lola Alvarez Bravo, Sexo vegetal, hacia 1948, Tucson CCP |
No es en la
MEP Casa Europea de la Fotografía), ni en la Fundación HCB (por tanto dirigida por mujeres : y, excepto si me
equivoco, solo 3 exposiciones sobre 37 fueron sobre mujeres), ni en Pompidou,
ni en Arles, ni en XXX (rellene con lo que quiera) que encontraríamos esa
determinación para mostrar una parte de la fotografía demasiadas veces
minimizada. Los últimos enlaces provienen de un blog, Atlantes et Cariatides
(sabemos desde hace poco que se lo debemos a la fotógrafa Marie Docher), cuya lectura
generalmente primero me saca de mis casillas (ah! cifras y más cifras sobre la
proporción H/M...), antes de hacerme reaccionar (posiblemente pienso mejor
cuando me salgo de mis casillas, cuando me cuestionan...). Bueno, como decía
ayer, para los que se interesen por el tema, hablaré de ello, pero más en un
contexto contemporáneo, el jueves 12 de noviembre a las 19h en RencontresPhotographiques du Xe, en la alcaldía del 10ème, uta te una mesa redonda
organizada por el colectivo Hans Lucas.
Margaret Bourke-White, Autorretrato con cámara, hacia 1933, LACMA |
Volvamos a
Orsay. Esos años son para las fotógrafas, años de conquista de territorio, y
sin pretender aquí ser exhaustivo me gustaría explorar tres o cuatro. El
Autorretrato, raro en la Orangerie (Zaïda ben Yusuf, Jenny de Vasson, Frances Benjamin Johnston, me parece que es todo), se convierte en una afirmación de
si, una voluntad de presencia de la mujer en este mundo, y, dice Abigail Salomon Godeau, es el que crea la diferencia. Dos de ellos me conmovieron, el indirecto
de Margaret Bourke-White en 1933, más especial ya que puesto en escena, en
plano contra picado en el cual el aparato que toma no es el que se muestra : la
artista en pantalón, dominando su sujeto y su cámara inmensa apuntando
hacia su objetivo como un arma. Y el del espejo de Marianne Beslauer
(completamente arriba) el mismo año, frontal, directo, y jugando de maravilla
con al ambigüedad sexual de la representación de la fotógrafa, cazador y presa,
autora y sujeto : senos desnudos visibles a través de la bata con cuellos de
piel blanca falsa, la cara disimulada por el cabello, el púbis en la
sombra triangular del trípode todo un juego para mostrar y disimular.
Olga Spolarics, La Mano Negra, 1935, Kecskemêt, Museo húngaro de la fotografía |
Y de ahí dirigirse entonces hacia la sensualidad, hacia el deseo, por tanto más afirmados, más
complejos, también más conquistadores. Algunas veces tomando atajos, como numerosas fotógrafas que proveen con imágenes soft-porno las revistas para
hombres destinadas a hacerlos fantasear; como la mano negra bonita y sugestiva
y algo ridícula de Olga Spolarics-Wlassics del Studio Manassé. Transposición
del deseo también : controlar el territorio ya no se limita sólo a imágenes de
cuerpos desnudos deseables, masculinos o femeninos, hay muchos y salvo algunas
excepciones no me parece que el género de la persona que fotografía sea
determinante : ¿es un hombre? ¿es una mujer? en general no lo sé. Entonces explorar las márgenes se vuelve
interesante, "la neutralización" audaz de Claude Cahun o la
tergiversación vegetal que hace Lola Álvarez Bravo (más arriba). Y es también
de deseo que habla el Beau Vice.
Lee Miller, Severed Breast from Radical Surgery in a place Setting, hacia 1930, Lee Miller Archivos |
Y
tranquilamente pasamos del deseo al dolor, del amor a la pena : en la
exposición hay una fotografía de una muñeca rota de Klara Langer, todo lo
contrario de Bellmer, totalmente trágica (abajo). Y esa doble imagen de Lee Miller : un limpión que sirve de mantel elemental sobre una mesa, un plato,
cubiertos, un trozo de carne, por un lado, por el otro, hay que leer el cartel
para que de repente la vista se nuble, se llenen los ojos de lágrimas, se tuerza el estomago : soy incapaz de ver
eso de frente, todo en mi educación, en mi sensibilidad, en mi relación con las
mujeres, todo me impide mirar. Lee Miller recogió en un hospital un seno
después de una mastectomía : la mirada ya no es deseo, el seno ya no es fetiche
amable, el cuerpo ya no es belleza integra, ya no es sino un trozo de carne,
muerto y portador de muerte a la vez.
Ilse Bing, Botellas de champaña con telarañas, 1933, NY, MoMA |
Para
recuperarme, algo de belleza formal, de
búsqueda puramente estética : Ilse Bing decora su cómoda con fotos
publicitarias para Pommery, investigaciones de más fantasía sobre la difracción
de la luz a través de telarañas que envuelven las botellas, y uno se encuentra
frente a un paisaje de colores fluidos. Barbara Morgan, vestida de negro,
dibuja un lápiz luminoso delante del obturador abierto de su aparato, es pura
exploración de la esencia fotográfica; y ¿ qué diablos viene a hacer el hombre neurótico
en el título ?
Barbara Morgan, Pure Energy and Neurotic Man, 1945, Chicago, Bank of America |
En fin, lejos del deseo, que no explica todo aquí, algo de política, de participación, de testimonio; conocemos bien algunos casos de mujeres al servicio de las ideologías dominantes del siglo, Leni Riefensthal (extrañamente -¿ por prudencia ?- muy poco presente en la exposición y mucho más presente en la librería al final de la exposición ...) y Erna Lendvai-Dirksen por los nazis, Margaret Bourke-White por los bolcheviques, Ellen Auerbach por los sionistas y las películas al final de la exposición completan este aspecto.
Joanna Szydlowska, Fotografía clandestina de Bogomila Babinska-Jasiuk en el campo de Ravensbrück, octubre de 1944, US Holocaust Museum |
Otras lo
son menos, como Julia Pirotte, fotógrafa del maquis, o Joanna Szydlowska, quien
en el campo de Ravensbrück, fotografía clandestinamente los cuerpos de las
mujeres que soportaron los experimentos quirúrgicos de los médicos nazis :
imágenes raras del interior de los campos (con las de los Sonderkommandos) que
fueron escondidas en las barracas y que Germaine Tillion pudo sacar después de
la liberación del campo. Cuerpos estropeados como el de Lee Miller, cuerpos que
dan pruebas de la barbarie (la imagen que se muestra aquí no es la que
presentan en la exposición pero forma parte de la misma serie).
Klara Langer, Broken Baby, 1940, Kecskemêt, Museo húngaro de la fotografía. |
Qué añadir,
que esos ejemplos a veces magníficos de una fotografía abandonada, ocultada
como en el siglo XIX, nos señalan, que todos, críticos o comisarios,
historiadores o directores de instituciones, hombres como mujeres, no podemos
dejar de preguntarnos a propósito de nuestra mirada oblicua, condicionada, dormida, para
cuestionarnos : ¿ les estaré haciendo justicia
a las
fotógrafas ? Será así seguramente que ya no les tendré miedo.
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