vendredi 14 juin 2024

Silencioso frente a Brancusi


2 de junio de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)

Constantin Brancusi, Mademoiselle Pogany : I, 1912 yeso (Centro Pompidou) ; I, 1913, bronce (MoMA) ; II, 1920, yeso (Centro Pompidou) ; & III, 1933, bronce (Centro Pompidou). Vista de la exposición, foto del autor.


La exposición Brancusi en el Centro Pompidou (hasta el 1 de julio) es una sinfonía de blancura y de luz. No solamente destaca por la cantidad de obras (125 esculturas, 400 obras), por la manera de demostrar cómo evolucionan las formas para un mismo motivo, de madera a yeso, de piedra a metal, sino por su calidad didáctica. También es, aunque usted no sepa nada de Brancusi, aunque las explicaciones sobre sus influencias y carrera no le interesen para nada, una experiencia visual, estética y sensible, inolvidable. Yo creo que se puede ir con un niño y que éste saldrá maravillado. Como dijo el artista: «No busquen fórmulas enigmáticas ni misterio. Lo que les doy es puro gozo.» ¿Cómo hablar de gozo? Más vale no hablar demasiado.


Constantin Brancusi, Gallo Grande : I 1924, II 1930 & III 1930-34, yeso, Centro Pompidou, foto del autor


Por supuesto que podemos disertar largamente sobre su arte, los dibujos preparatorios, las fotografías, pero cómo informar sobre la emoción que se siente nada más cuando de entrada nos acogen los tres Gallos Grandes de yeso; de ellos veremos otras versiones más tarde. Luego vendrá Pájaro en el espacio, aquel sueño de escaparse de la gravedad, de alcanzar la libertad del pájaro (y que será la oportunidad para un juicio famoso)


Constantin Brancusi, La Musa durmiente, 1910, bronce pulido, 16 x 27,3 x 18,5 cm


Cómo describir lo que nos produce la pureza absoluta de su Musa durmiente, un bronce pulido como un espejo, un rostro absoluto de la Mujer, la Única, que ha perdido toda materialidad para no ser sino un óvalo estilizado y liso hasta el punto de despertar el deseo de acariciarlo. Y después de todo es una mujer; pero la Princesa X, ambigua, o el Torso de joven andrógino hacen que los sentidos se extravíen. 


Târgu Jiu, Roumania, 1975 (el autor es el 2do de izquierda a derecha).


Hace unos cincuenta años, de joven, tuve la suerte de ir a Târgu Jiu, en la Rumania de Ceausescu; escapada breve durante un viaje de trabajo. No sabría explicar la emoción que sentí entonces; esta mala foto es el único rastro material que conservo, no es el punto de vista más pintoresco ni emblemático de la Avenida de los héroes. Esta visita quedó grabada para siempre en mi mente. No sabría decir más. Para saber otras cosas que las que hay en esta simple reseña impotente para expresar mi emoción, pueden leer el catálogo, un abecedario de África a Zervos (Christian), bastante desconcertante pero instructivo. 






mercredi 12 juin 2024

Hervé Di Rosa à Pompidou : modesto, demasiado modesto …

1 de junio de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Hervé Di Rosa, Guns, 2006, 14aba etapa, Little Haïti, Miami, lentejuelas y perlas et en tela, 75x90cm


¡No se equivoquen! El arte de Hervé di Rosa en el Centro Pompidou (hasta el 26 de agosto) puede parecerle bonito, divertido, pintoresco, poético, y, efectivamente es todo eso (gústeles o no a estos dos tontos). Pero es también un trabajo político. No tanto en el sentido militante sino porque el que lo crea es un ciudadano del mundo, alguien que siempre tiene los ojos abiertos hacia otras culturas, otras prácticas, otros sistemas artísticos y sociales, y que se inspira en ello; alguien que sabe escuchar, explorar, entender y adaptarse. 


Hervé Di Rosa, La Comida de los Animales, 1996, 4a etapa, Addis-Abeba, acrílica en piel de cebú, cuerdas de cuero, madera de eucalipto, 246x206cm


En la Maison Rouge hace ocho años lo habían mostrado mejor; aquí podemos ver lo que ha creado durante sus peregrinajes «Alrededor del mundo» en 19 etapas, la utilización de las técnicas que encuentra en diferentes lugares y la riqueza de medios que emplea en sus creaciones: iconos búlgaros, estampas cubanas, barro cocido mejicano (para el árbol de la vida aquí abajo), lentejuelas y perlas de Miami (para hacer esos Guns curiosos), pintura sobre vidrio de Túnez, estatuillas de Vírgenes con cinco ojos superpuestos de Sevilla, piel de cebú de Etiopía (la comida de los animales, arriba, divertido y desfasado en relación con su estética habitual), bronces cameruneses, azulejos portugueses y muchos más. Cada vez que Di Rosa se detiene, descubre, aprende, se impregna como una esponja y luego produce obras que combinan su rico imaginario y la práctica local (de aquí a que los mismos dos lo acusen ahora de apropiación cultural...)


Hervé Di Rosa, Escucha tu cuerpo que está vivo, 2000-2002, 10a etapa, Méjico, barro cocido y pintura acrílica, 196x120x39cm, con la ayuda de la familia Soteno en Motepec.


La exposición (bastantes imágenes aquí) muestra también algunos cuadros de su época de figuración libre, «Diromitologías» y «Renés», y su creación del MIAM, Museo Internacional de Artes Modestos en Sète, que reúne colecciones de objetos «ordinarios», modestos, los que en general no vemos y que en un museo, en series, forman un fresco de nuestra época. El cuadro aquí abajo, Storage of Treasure, intenta ser una síntesis: dos «Renés» ojo y boca solamente, observan un espacio en el que se acumulan objetos variados procedentes del mundo entero. 


Hervé Di Rosa, Storage of Treasure, 2019, acrílica sobre lienzo, 221x121cm


Bueno, muy bien, pero en relación con la extraordinaria exposición de la Maison Rouge, es más bien modesto (justamente) y apretado, y el catálogo no está a la altura tampoco (lean más bien su libro sobre artes modestos). Podemos pensar que como dice Dagen, Di Rosa es demasiado contrario a cierto «espíritu Pompidou»: si el Centro se sintió, posiblemente, obligado a consagrarle una exposición al nuevo Académico, parece haber sido a regañadientes. Lástima...


Apoyo a Deborah de Robertis


1 de junio de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




No siento sino una simpatía bastante moderada (y es un eufemismo) hacia el vandalismo contra las obras de arte; de la laceración de un Velázquez a la lanzada de sopa sobre un van Gogh. Quizás porque tiendo a sacralizar las obras de arte, pero algo que me molesta ante todo es la idea de volver la obra un objeto para verla como simple soporte que le da resonancia publicitaria a la acción, la instrumentalización de la obra al servicio de causas (que por otro lado pueden tener su mérito) que no tienen nada que ver con el arte, desde el voto de las mujeres hasta las urgencias climáticas. Entonces, mi primera reacción por la acción del 6 de mayo en el Centro Pompidou Metz en la exposición Lacan fue poco entusiasta. De paso, vi la exposición más tarde, el 11 de mayo. 


Foto realizada antes de la performance de Deborah de Robertis, en la exposición Lacan delante del Origen del Mundo (1866), de Gustave Courbet, y, al fondo, obras de Betty Tompkins y de Agnès Thurnauer, en el Centro Pompidou-Metz, el 6 de mayo de 2024. El difuminado fue realizado por la artista. Fuente Le Monde

Entonces leí y entendí: al contrario de, me parece, todos los actos de vandalismo anteriores (excepto, quizá, cuando Pinoncelli orinó en la Fuente de Duchamp), la acción de Deborah de Robertis y de sus amigas está directamente vinculada al mundo del arte. Y más específicamente a las violencias sexuales en este ámbito. Un tema casi tabú al contrario de otros lugares: cine, universidades, teatro, etc. Muchas son las jóvenes artistas y alumnas de las escuelas de arte sometidas a tales violencias, un chantaje para lograr salir adelante en sus carreras (y les pasa también a algunos jóvenes, pero menos). Pueden leer con interés los testimonios (anónimos) del colectivo My Art Not My Ass. Y es eso, que por su experiencia personal, Deborah de Robertis ha querido denunciar a su manera, provocadora, violenta, brutal, sin concesiones (dice que más joven hizo demasiadas concesiones).


Deborah de Robertis, Espejo del Origen, 50x70cm, obra presentada en la exposición Lacan en el Centro Pompidou Metz (la quitaron después del 6 de mayo)


Sí, es chocante que hayan grafitado El Origen del Mundo, es chocante que una fotografía de VALIE EXPORT haya sido dañada, parece que irremediablemente, es chocante que se hayan robado el bordado de Anette Messager «pienso luego chupo» que pertenece al co-comisario de la exposición Bernard Marcadé (el otro comisario es su esposa Marie-Laure Bernadac). Pero lo más chocante son las violencias que sufrió  Deborah de Robertis. Lo más chocante es la forma como los bien-pensantes, incluyendo a las feministas convencidas, la criticaron. Lo más chocante es que Mediapart que se dice a la vanguardia sobre el tema de las violencias sexuales, haya censurado este texto en el blog de Deborah de Robertis para impedir que divulgara los nombres de los siete hombres que denuncia, todos pesos pesados en el mundo del arte: Bernard Marcadé, François Odermatt, John Sayeg, Jean-Yves Langlais, Fabrice Hergott, Juan d’Oultremont, Alain Servais (¿habrán hecho lo mismo con Judith Godrèche y otras?). Lo reconfortante, me parece, es que única en toda la prensa, la valiente Roxana Azimi haya hecho una encuesta, haya contactado a los hombres, que niegan, minimizan o no quieren contestar (del grupo conozco bien a dos de ellos). Lo más chocante es que la cuenta Instagram de Deborah de Robertis haya sido censurada, su página Facebook «shadowbanned», sus videos suprimidos en Vimeo (aquí un corto, de su vídeo con Bernard Marcadé): ¿se imaginan si censuraran así a Judith Godrèche?


Captura de pantalla del vídeo (hoy censurado) de Deborah de Robertis sobre su performance delante de Olympia de Manet en el Museo de Orsay


Conozco a Deborah de Robertis, y aclaro para facilitar, que nunca he tenido relaciones sexuales con ella; hace ocho años participé, porque me lo pidió, con otras doce personas, en su acción delante de Olympia en el Museo de Orsay (se me ve en su video, hoy censurado también pero se puede ver un corto aquí). Entonces yo escribía y no retiro ni una palabra: 


El Origen del Mundo grafiteado en el Centro Pompidou Metz



«No es fácil acercarse correctamente a la obra de Deborah De Robertis : demasiado ruido, demasiado escándalo, demasiado deseo, demasiado voyerismo, precisamente, demasiadas ganas de posesión, siendo que deberíamos dejarnos poseer. Es demasiado fácil contentarse admirando la belleza (indudablemente) de su cuerpo sin pensar, es demasiado fácil ver en ello únicamente la belleza narcisista, demasiado fácil indignarse de tanta indecencia en un lugar público, en suma, mirarla en lugar de escucharla. Pero es que es bien difícil deshacerse de nuestros prejuicios (en todo caso, yo), sobrepasar el desconcierto que podemos sentir ante su trabajo, es difícil poner sobre ella, sobre su palabra y sus acciones, una mirada crítica tan respetuosa, interrogativa y deconstructiva como la que ponemos sobre Courbet o Gina Pane; el estrabismo mental entre estereotipos bien anclados y trampas del deseo mal asumidas no es todavía cosa sencilla. Para no negarla, refutarla, excluirla, censurarla, se necesita una capacidad de perspectiva, de respecto, prácticamente de ascesis de la cual no estoy seguro de ser capaz. ¿He alcanzado aquí los límites de la (de mi) crítica?»


Annette Messager, Pienso luego chupo, 1991, bordado, 39,5×31,5cm, captura de pantalla vídeo de Deborah de Robertis filmando a Bernard Marcadé en la cama conyugal.



Je me souviens alors de la réaction négative de la commissaire du Musée d’Orsay la plus en pointe sur le féminisme. Je lis dans l’article d’aujourd’hui de Roxana Azimi les réactions tout aussi négatives des douairières de l’art féministe Carole Douillard, Agnès Thurnauer, ORLAN. Mais aussi bien des réactions de soutien : GenevIève Fraisse, Éric Fassin, Martial Poirson, Isabelle Alfonsi, Mélanie Matranga, Dale Berning Sawa, et même Apolonia Sokol pas très courageuse (« J’espère que la défendre ne me nuira pas »). Et Daniel Schneidermann, toujours pertinent. Et même (un peu) Léa Salamé ..

Recuerdo la reacción negativa de entonces, de la comisaria del Museo de Orsay que más estaba en la vanguardia del feminismo. Hoy leo en el artículo de Roxana Azimi las reacciones igual de negativas de las papisas del arte feminista Carole Douillard, Agnès Thurnauer, ORLAN. Y también recuerdo bien las reacciones de apoyo: GenevIève Fraisse, Éric Fassin, Martial Poirson, Isabelle Alfonsi, Mélanie Matranga, Dale Berning Sawa, e incluso Apolonia Sokol no tan valiente («espero que defenderla no me perjudique»). Y Daniel Schneidermann, siempre pertinente. Y incluso (un poco) Léa Salamé ..


Apoyo plena y totalmente a Deborah de Robertis.





mardi 11 juin 2024

El cuerpo de Hannah


31 de mayo de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Hannah Villiger, Arbeit, 1980/81, 12 c-prints de polaroids, 153x204cm


Es en el sótano del Centro Pompidou (hasta el 22 de julio), no hay catálogo (podemos comprar este libro de la Kunsthalle Basel, pero todos los textos están aquí), la segunda parte de la exposición es tal, que días después, sigue uno atormentado (la primera parte que muestra objetos en movimiento no está a la altura de la experiencia que se tiene al avanzar). Hannah Villiger nació en 1951, sufrió de tuberculosis aguda a partir de 1980 y murió en 1997. Se llevó su polaroid para el hospital y transformó su habitación en estudio; fotografió su cuerpo fragmento a fragmento sin narcisismo ni pudor. A veces se ven los mínimos detalles de su cuerpo, el vello, la piel lechosa, los lunares, las pecas numerosas; a veces al contrario, las imágenes son deliberadamente borrosas, como los senos aquí abajo. Es un trabajo apasionante sobre el cuerpo, la enfermedad, la mirada de una mujer sobre su propio cuerpo. Pero no hay ni problemática identitaria, ni reivindicación feminista al contrario de sus contemporáneas Cindy Sherman, Orlan o VALIE EXPORT (salvo quizás en la obra abiertamente sexual Block VI, que no está en la exposición: ver descripción en la sección «Máquina soltera» en este muy buen texto). Hace 15 años la descubrí en esta exposición sobre los artistas que se acercaban a la muerte. 


Hannah Villiger, Block, 1988-1997, polaroïds montados en cartón, f. del autor


Sabemos que salvo raras excepciones (Claricia por ejemplo), no es sino a mediados del siglo XVI que algunas mujeres tuvieron la audacia (y la legitimidad) para representarse ellas mismas (Sofonisbia Anguissola fue quizás la primera entonces). En cuanto a representarse desnudas, hubo que esperar el principio del siglo XX con Paula Modersohn-Becker, en pintura, Olga Rozanova en dibujo y Anne Brigman en fotografía. Pero se trata aún de cuerpos bellos, estéticos y valorizados. No es sino en la segunda mitad del siglo XX que artistas mujeres mostraron sus cuerpos envejecido (Anne Noggle), obeso (Jenny Saville). En cuanto al cuerpo enfermo,  ¿fue Villiger la primera fotógrafa que lo muestra? (y ¿Nebreda el primer hombre?).


Hannah Villiger, Block, 1988-1997, polaroïds montados en cartón, f. del autor


Originalmente Hannah Villiger es escultora. Y no se contenta documentando así la materialidad del cuerpo sufriendo, a partir de sus pequeños polas crea conjuntos mucho más complejos: volviendo a fotografiar los polaroids, recortándolos, agrandándolos cien veces más («para que yo pueda entrar en ellas»), montándolos en Blocks monumentales, organizándolos en conjuntos que se alejan de la fisicidad corporal que ya no es reconocible. Su cuerpo se convierte en material artístico (de manera diferente estéticamente pero con la misma lógica anti-corporal de Jorge Molder), sus autorretratos se convierten en partes de un rompecabezas. 


Hannah Villiger, Block, 1988-1997, polaroïds montados en cartón, f. del autor


Si en esta exposición las imágenes en las paredes son en su mayoría bastante figurativas, las de las vitrinas (difíciles de fotografiar) muestran al contrario composiciones casi abstractas de fragmentos recompuestos en las que se puede, sin saber muy bien, identificar un seno, un brazo, un muslo, pero en las que en realidad vemos ante todo una escultura-montaje color carne con fondo negro. La fragmentación del cuerpo tiene una calidad escultural que puede evocar a Rodin. No hay ni arriba, ni abajo, el espectador se desorienta y le da vueltas a la vitrina para tratar de definir un punto de vista. Y es fascinante. 


(c) The Estate of Hannah Villiger.







lundi 10 juin 2024

Demasiado Jean Hélion


30 de mayo de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Jean Hélion, El Pintor pisoteado por su modelo, 1983, acrílica sobre lienzo, 200x145cm, FRAC Picardie


El Museo de Arte moderno presenta a un pintor bastante desconocido (hasta el 18 de agosto), y una de las razones del desconocimiento de Jean Hélion es que es un pintor difícil de clasificar y de fijar en un sitio dado: idas y vueltas entre Francia y Estados Unidos, fisicamente y culturalmente también, pero ante todo idas y vueltas entre figuración y abstracción. Apenas cree usted haber más o menos entendido su estilo y su posición que este nómada perpetuo decide abandonarlo todo para evadirse en otra cosa, explorar con otra voz. Ello hace una exposición larga, densa y compleja en la cual a veces se decide volver hacia atrás, tres salas antes, con la idea de intentar establecer una coherencia, un linaje. Gran libertad es verdad pero difícil de seguir. Muchas imágenes por todas partes (aquí y aquí)


Jean Hélion, Composición ortogonale, 1929-30, óleo sobre lienzo, 146x97cm


Entonces, al principio Hélion es figurativo: quiere «hacer que los objetos griten... cosas que antes sólo murmuraban». Pero, conoce a Torres García y se interesa por el cubismo y en 1929 se pone a pintar lienzos abstractos muy inspirados en Mondrian: abstracción seca y rigurosa, ortogonal. Esta Composición ortogonal es su primer lienzo abstracto. 


Jean Hélion, Figura caída, abril-septiembre 1939, óleo sobre lienzo, 126.2×164.3cm, Centro Pompidou


Las influencias de Calder y luego de Arp lo hacen evolucionar hacia colores más degradados de líneas más curvas, formas en equilibrio se vuelven poco a poco antropomorfas. Vemos una bonita retrospectiva de ese periodo. Después de diez años de esta pintura más bien ascética, pinta en 1939, su último lienzo abstracto, Figura caída.  


Jean Hélion, Édouard, 1939, óleo sobre madera, 33×25.5cm, col. Clovis Vail


A partir de 1939 empieza a pintar cabezas estilizadas, recorta los personajes con formas volumétricas sencillas y coloridas, casi mecánicas, con frecuencia son hombres de sombrero para equilibrar la cara. Soldado, prisionero de guerra, prófugo. Vuelve a Estados Unidos y pronto se convierte en el yerno de Peggy Guggenheim, se ubica entonces a contra corriente de la tendencia abstracta que domina. 


Jean Hélion, Al revés, enero-febrero 1947, óleo sobre lienzo, 113.5x146cm, Centro Pompidou


Luego sus lienzos de vuelven más complejos, los personajes aparecen enteros, siempre parecen extraños entre ellos, yuxtapuestos, inexpresivos, a menudo con paraguas y traje centrado. Y francamente hay demasiados: son lienzos que se repiten terriblemente y uno se cansa del relleno de las salas. A veces, como aquí, el color flota, las líneas se disuelven, nos libramos del fondo liso demasiado banal y es una disrupción que nos hace provecho. A veces vemos un vuelco, un desbarajuste, como en esta construcción dual, pies con cabeza de À Rebours -Al revés- en la cual entre un lienzo abstracto de su amante desnuda invertida, el pintor hace con sus manos un gesto que podría ser un corazón o una vulva, que es el reflejo de la forma de las piernas y del pubis femenino. De paso, sabiendo la admiración de Hélion por la Virgen de Jean Fouquet (que quiso exponer al lado de un Mondrian para «volver sensible el espacio»), impresiona el parecido de los senos perfectamente esféricos que se vuelven casi irreales. 


Jean Hélion, Tierra labrada, 1961, óleo sobre lienzo, 73x92cm, MAM Paris


La letanía de repollos, calabazas, cangrejos, cabezas de pescado, crisantemas, lienzos casi siempre muy regulares e incluso hechos de afán, cansa rápidamente. Aunque los grandes trípticos son interesantes más por el tema que por la pintura, aunque la pintura de Mayo del 68 no seduce, a veces vemos algunos destellos, como por ejemplo esta Tierra labrada: exploración de la materia bruta, casi una nueva abstracción. 


Jean Hélion, Tres desnudos y el yacente, 1950, óleo sobre lienzo, 130x162cm


Otros lienzos grandes llaman la atención, por ejemplo esta composición que podríamos creer feminista y que es bastante divertida (en 1950, se casó tres veces...); su último lienzo en 1983 (arriba), cuando se vuelve ciego (igual que Piero y Degas) muestra al Pintor pisoteado por su modelo: fin de la pintura, punto final. 


Catálogo con Hombre de mejilla roja, 1943, óleo sobre lienzo, 65×49.5cm, col. Claudine Hélion


En resumen, hay demasiado, hay que pasar rápido delante de ciertos cuadros pero descubrimos a un pintor desconocido y muy variado. El catálogo quedó bien hecho y tiene numerosos ensayos interesantes. 




dimanche 9 juin 2024

Présencias árabes


29 de mayo de 2024, por Lunettes rouges

(artículo original en francés, aquí)


Saloua Raouda Choucair, Secret of a Cube, 1990, madera, 84x60x60cm, col. MATHAF, Doha, f. del autor


La exposición Présences arabes. Art moderne et décolonisation. Paris, 1908-1988, -Presencias árabes. Arte moderno y descolonización- en el Museo de arte moderno (hasta el 25 de agosto) empezó bien: mostrar las interacciones entre Paris y el arte árabe, pero ¿porqué el periodo 1908-1988? Hay una ruptura esencial, la de la descolonización y los vínculos después de 1960 son completamente diferentes de los del periodo colonial. Es revelador del carácter de una exposición que tiene de todo, quien mucho abarca poco aprieta: mezclar así arte orientalista con arte militante en apoyo a Palestina, por ejemplo, crea una disyuntiva más bien incómoda. Tiene obras interesantes, para allá voy. 


Fahrelnissa Zeid, Composición, 1960, óleo sobre lienzo, 188x175cm, col. MAMVP


Pero primero, el redactor (o la redactora) de las cartelas y textos murales, tiene una concepción bastante peculiar de la historia. Veamos algunos ejemplos molestos:

– desde la entrada nos dicen que desde ahora hay que decir «Asia del Oeste (antes se llamaba Medio Oriente)». Ah ¿si?

– un poco más lejos en la cronología mural (al igual que en el catálogo pág. 68), en la pared está pegada la afirmación sionista revisionista, según la cual, fue la guerra provocada por los países árabes el 15 de mayo de 1948 la que generó el éxodo de los indígenas palestinos, la Nabka, siendo que TODOS los historiadores de la Nabka dicen que más de la mitad de los expulsados, lo fueron ANTES de la proclamación de la independencia el 14 de mayo, siguiendo el plan Daleth del 10 de marzo. La masacre de Deir Yassine, que fue uno de los detonantes deliberados de la depuración étnica, tuvo lugar el 9 de abril de 1948. 

Fahrelnissa Zeid no es árabe sino turca, y en los países árabes en los que vivió, Iraq y Jordania, no tienen nada que ver con la colonización francesa. La historiadora de arte originaria de Argelia y Palestina, Adila Laïdi-Hanieh, que es LA especialista de Zeid ya protestó con argumentos

– «A causa de una mala acumulación de circunstancias, la 2a Bienal tiene lugar en el mismo momento que las masacres de argelinos el 17 de noviembre de 1961»: nos encantaría una explicación de la expresión «mala acumulación de circunstancias», esto es al estilo Netanyahou.

– cartela de una foto del 3 de marzo de 1975: «Chirac recibe al presidente iraquí Saddam Hussein». En 1975 el presidente de la República de Iraq se llama Ahmed Hassan al-Bakr, y Saddam Hussein es entonces vicepresidente (nota del autor: lo sé porque yo estaba en Iraq en 1974...), y no llegó a la presidencia sino el 16 de julio de 1979, más de 4 años después de esta foto. 

– hay seguramente otras perlas o desinformaciones del mismo estilo que no vi. 


Mahmoud Saïd, The Woman with Golden Locks, 1933, óleo sobre lienzo, 81.3x60cm, col. MATHAF, Doha


Miremos las obras. La primera parte yuxtapone el renacimiento cultural árabe, la Nahda, pero hubiera sido interesante ir hasta los puntos de partida en la época de Mehemet Alí y mostrar menos el arte orientalista, Ouled Naïl y los beduinos pintorescos, incluyendo los de artistas libaneses o egipcios desarabizados y que se creían franceses, por ejemplo, los desnudos de Georges Hanna Sabbagh, o esta oriental erotizada de Mahmoud Saïd. O entonces tendría que haber tenido un punto de vista crítico y no solamente documental, aclarando las discrepancias entre las dos concepciones, la una nacionalista y la otra colonizada culturalmente. 


Inji Efflatoun, Al Majhool (El desconocido), hacia 1940, tinta sobre papel, 23×21.2cm, col. Barjeel Art Foundation, Sharjah


La segunda parte sobre la despedida al orientalismo y sobre las vanguardias en la época de las primeras independencias (formales, pues siguieron bajo tutela hasta Nasser), de 1937 a 1956. Se habla bastante de los surrealistas egipcios ((ver el libro sobre Monaco-Alejandria muy bueno sobre el tema) y en particular de los dibujos alucinados de Inji Aflatoun, una de las primeras artistas del conjunto, comunista rescatada de las celdas del naserismo, argelina autodidacta nacida en Baya. También tenemos al bereber judaizado (y afrancesado) Jean-Michel Atlan, algo marginal en relación con el propósito de la exposición pues toda su carrera tuvo lugar en Francia y rara vez insistió sobre sus orígenes (aquí, la Kahena). 


Choukri Mesli, Los Campos, hacia 1961, serie de 24 dibujos sobre papel (mapa), cada uno 20x19cm, f. del autor


La tercera parte trata de la luchas descolonizadoras, en especial en África del Norte (1956-1967); se insiste bastante en las escuelas y en los salones. Muchos de los artistas que presentan se dirigen hacia la no-figuración o la abstracción, por ejemplo Juliana Seraphim, la primera artista palestina de la exposición, o la escultora libanesa Saloua Raouda Choucair con su torturado cubo de madera abierto y cerrado a la vez (arriba). De África del Norte tenemos a Farid Belkahia, Abdallah Benanteur y el trabajo sorprendente del argelino Choukri Mesli que deserta en 1958 y se lleva los mapas militares detrás de los cuales dibuja con tiza y aguada fondos lisos de colores imágenes que tienden a abstractas de los campos de internamiento y de agrupamiento, como si fueran paisajes en llamas. El gran cuadro antifascista (de Lebel, Erro, Baj, y otros) no está pero en cambio nos toca un Homenaje a los harkis de Etienne Bouchaud... Y, en una vitrina, una carta del «católico de izquierda» Jean-Marie Domenach de la revista Esprit del 3 de junio de 1957 al poeta Jean Senac en la que rechaza la publicación de sus poemas pues «en ciertos pasajes me parece que aprueba sin reservas algunas formas actuales de insurrección [argelina]». Parece actual, ¿no?


Huguette Caland, Espacio blanco I, 1984, óleo sobre lienzo, 200x200cm


Bueno, la última parte sobre el arte en lucha va dedicada sobre todo a la resistencia de los palestinos y hay una documentación significativa que se refleja en la exposición de enfrente, y, en el catálogo; entre otras, hay una entrevista entre Claude Lazar y Leila Shahid que hablan del museo palestino que el Salón de la pintura joven apoya activamente. También está el poema emblemático Apocalipsis árabe de Etel Adnan y también una auto-glorificación del MAM por haber expuesto dibujos de niños inmigrantes... En esta sección (es verdad también del arte naseriano), hay demasiadas obras más por su dimensión política o simbólica («XX fue la primera tunecina en la Cité des Arts») que por la calidad y originalidad del trabajo. Esta sección presenta también trabajos interesantes de mujeres sobre el cuerpo femenino como arma política: la siria Laila Muraywid y la crucifixión femenina, la palestina Amal Abdenour y los experimentos electrográficos con su cuerpo, la egipcia Nil Yalter y su video. La Mujer sin cabeza, la libanesa Huguette Caland y los fragmentos abstractos de cuerpos desnudos sensuales ya admirados en la exposición del IMA en 2012, sobre la desnudez arabe, y la palestina Mona Hatoum (arriba) en un video en el que su cuerpo está envuelto en un sudario transparente y cubierto de sangre y vísceras sobre una mesa para autopsias: se llama la mesa de negociaciones y Hatoum hizo esta performance en 1983 como respuesta a la invasión del Líbano por parte de Israel. Son obras femeninas/nistas que forman la parte más absorbente de toda la exposición (salvo error, hay 35 artistas mujeres de los 130 del total, pero aquí, en las ilustraciones que escogí hay 5 sobre 7...).


Mona Hatoum, The Negotiating Table, 1983, captura de pantalla video (sonido, color, 20’33»)


A la salida hay una bonita instalación sobre el exilio, de la cineasta Hala Alabdalla, con cartas de amor que intercambiaba con su compañero sentimental el pintor Youssef Abdelké cuando los dos estaban presos en las cárceles del régimen sirio. NB: prácticamente no hay fotógrafos en la exposición, solamente Mohamed Kouaci sobre la guerra de Argelia y Fouad Elkoury (que acompañó a Arafat cuando tuvo que irse de Líbano): se trata sobre todo de foto documental, de calidad, claro, pero que no muestra la riqueza fotográfica del Medio Oriente. Para resumir (no obstante los errores de los carteles), es una exposición más bien suelta, demasiada amplitud. El catálogo es por el estilo: textos cortos sobre diferentes temas pero sin visión global (y una lista de obras que debe servir de biografía de los artistas y de índice). Decepcionante. 





mercredi 5 juin 2024

El exilio, otra vez


28 de mayo de 2024, por Lunettes Rouges,

(artículo original en francés, aquí)


May Murad, La Duda, serie « Human Error », acrílica sobre lienzo, 114x146cm, 2022-23


Después de los museos en exilio y el museo gazatí instalado en donde Bourouissa, he aquí una tercera ocasión, para que una «mecenas» reaccionaria, se queje del «wokismo propalestino» del Palacio de Tokio e intente censurarlo. Después de las obras en exilio, he aquí a los artistas en exilio en una exposición, Dislocations (hasta el 30 de junio), iniciada por esta asociación de apoyo a los artistas en exilio (aquí hice la recensión de uno de sus libros sobre los artistas sirios en exilio). Las dislocaciones son lesiones, desgarros violentos, desplazamientos, y después, intentos de reconstrucción, síntesis de lo que pasa en diferentes lugares, combates presentes y traumatismos pasados. Y es una artista gazatí que abre la exposición (y esta reseña) como se debe. Ya hablaba de ella por esta exposición sobre el exilio hace cuatro años. 


May Murad, Desaparición, serie « Human Error », acrílica sobre lienzo, 114x146cm, 2022-23


May Murad vive en París lejos de su tierra ocupada, vive impregnada de nostalgia y soledad, de tristeza y de rabia. Su casa natal acaba de ser destruida. Sus autorretratos la representan en su interior familiar hoy desaparecido, como si fuera un fantasma diáfano, vestida con un traje largo blanco, transparente y fúnebre, con trajes de color, desdoblada y temblorosa dentro de una imagen de colores dislocados, mientras que una ventana de computadora viene a obliterar el cuadro: cargando, fase latente o mensaje de error, carpeta inubicable, por encima de la imagen de un Merkava amenazador. No sabríamos decir mejor la dislocación entre recuerdos y realidad e imposibilidad para confrontarse con la catástrofe. Pensamos en el desastre desmedido de Jalal Toufic, que inspira a muchos otros artistas de la región. Aquí la artista cierra los ojos, buscando un refugio, como una negación, una fuga ante el horror. 


Bissane Al Charif, serie «Pianola », técnica mixta sobre papel, 28x38cm, 2022-23


Nueve artistas proceden de Medio Oriente (los otros de Afganistán, Pakistán, Myanmar y Ucrania). Destaca el leporello de recuerdos de la resistencia de Randa Maddah(o Mdah), procedentes del Golan ocupado y que yo había visto hace tiemposlos cianotipos nostálgicos del viaje de exilio a los 19 años, de la siria Sara Kontar, y la serie de autorretratos verdes alucinados de ojos bien abiertos sobre el mundo, de la siria Bisane Al Charif, pintados en papel para piano mecánico. Diarios íntimos de exilio. 


Ali Arkady, (contra la pared) Mossoul, monolitografía sobre piedra, 55x90cm, 2021 ; (en el suelo), Ecos de la Memoria, monolitografía sobre piedra, 2019-23


Me emocionaron las ruinas del irakí Ali Arkady, uno de los pocos hombres de la exposición, fue foto periodista en Mosul en 2016 y tuvo que exiliarse después de su reportaje Kissing Death (que condujo a este libro). Llegó a Francia y siendo estudiante en la ENSBA descubre una viejas piedras litográficas: imprime algunas de sus imágenes de guerra en las piedras, superponiendo así las memorias y las deja en el suelo, de cualquier manera, rotas, abandonadas. Trágica universalidad de los bombardeos, entonces y ahora, por todas partes. La dislocación es una rotura.


Catálogo en forma de fichas, dos por artista.