26 de mayo de 2024, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Me encantó realmente ver la exposición de Mohamed Bourouissa en el Palacio de Tokyo (hasta el 30 de junio). Encantado porque durante mucho tiempo aprecié a este artista, su monumento al desempleado desconocido, el trabajo sobre el hospital psiquiátrico de Bilda; pero empecé a sentirme decepcionado por la vacuidad del trabajo sobre los cow-boys urbanos, y lamenté especialmente la dimensión demasiado comercial de su exposición en Arles en 2019. Por falta de entusiasmo no vi nada en los últimos cuatro años. Así que me fui, contando los pasos, a ver su exposición en el Palacio de Tokyo, que presentan como una retrospectiva, pues temía ver un remake actualizado del marketing arlesiano. Y quedé conquistado. Hay cierta forma de resistencia contra los imperativos comerciales que lo amenazaron. Sus manos empujando la pared quizás sean un símbolo.
No vayan a creer que se trata de una retrospectiva en el sentido clásico. Es una puesta en escena que engloba algunas de sus piezas más antiguas, en la cual el encuentro con un jardinero en el hospital de Bilda nos conduce a una sala llena de mimosas cuyo sonido y energía se convierten en obras; en la cual el recuerdo de los marginales de Filadelfia hace eco con las imágenes violentas de unos ladrones de tiendas exhibidas en almacén, en Brooklyn, una humillación que choca su dignidad y su resistencia muda. El recorrido es fácil por entre las instalaciones, esculturas, videos, acuarelas, música.
Una película nueva, GDLV, Genealogía de la Violencia empieza con una escena suave, nocturna, decente, tímida, en la que de repente surge la violencia policial, blanca. ¿Qué pasa con el cuerpo en esta confrontación? El del joven, convertido en objeto, percibido como amenaza, humillado, dominado. El de la joven, ignorado e inquieto pero testigo. «¿Estás bien?» le pregunta ella después de que se han ido los tombos. Escena banal, por desgracia, pero cargada de emoción. Cómo resistir sino a través de las sensaciones, nos pregunta Bourouissa.
Tenemos a algunos artistas invitados, y ante todo el pabellón del museo SAHAB (nubes), hecho por artistas del colectivo HAWAF (bordes) originarios de Gaza y de París, es como un museo fantasma alrededor del tigre, animal gazatí hoy extinguido. Ahí sigue la resistencia leve pero tenaz.
Vistas de la exposición. Foto 4 de Aurélien Mole.
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