dimanche 9 juin 2024

Présencias árabes


29 de mayo de 2024, por Lunettes rouges

(artículo original en francés, aquí)


Saloua Raouda Choucair, Secret of a Cube, 1990, madera, 84x60x60cm, col. MATHAF, Doha, f. del autor


La exposición Présences arabes. Art moderne et décolonisation. Paris, 1908-1988, -Presencias árabes. Arte moderno y descolonización- en el Museo de arte moderno (hasta el 25 de agosto) empezó bien: mostrar las interacciones entre Paris y el arte árabe, pero ¿porqué el periodo 1908-1988? Hay una ruptura esencial, la de la descolonización y los vínculos después de 1960 son completamente diferentes de los del periodo colonial. Es revelador del carácter de una exposición que tiene de todo, quien mucho abarca poco aprieta: mezclar así arte orientalista con arte militante en apoyo a Palestina, por ejemplo, crea una disyuntiva más bien incómoda. Tiene obras interesantes, para allá voy. 


Fahrelnissa Zeid, Composición, 1960, óleo sobre lienzo, 188x175cm, col. MAMVP


Pero primero, el redactor (o la redactora) de las cartelas y textos murales, tiene una concepción bastante peculiar de la historia. Veamos algunos ejemplos molestos:

– desde la entrada nos dicen que desde ahora hay que decir «Asia del Oeste (antes se llamaba Medio Oriente)». Ah ¿si?

– un poco más lejos en la cronología mural (al igual que en el catálogo pág. 68), en la pared está pegada la afirmación sionista revisionista, según la cual, fue la guerra provocada por los países árabes el 15 de mayo de 1948 la que generó el éxodo de los indígenas palestinos, la Nabka, siendo que TODOS los historiadores de la Nabka dicen que más de la mitad de los expulsados, lo fueron ANTES de la proclamación de la independencia el 14 de mayo, siguiendo el plan Daleth del 10 de marzo. La masacre de Deir Yassine, que fue uno de los detonantes deliberados de la depuración étnica, tuvo lugar el 9 de abril de 1948. 

Fahrelnissa Zeid no es árabe sino turca, y en los países árabes en los que vivió, Iraq y Jordania, no tienen nada que ver con la colonización francesa. La historiadora de arte originaria de Argelia y Palestina, Adila Laïdi-Hanieh, que es LA especialista de Zeid ya protestó con argumentos

– «A causa de una mala acumulación de circunstancias, la 2a Bienal tiene lugar en el mismo momento que las masacres de argelinos el 17 de noviembre de 1961»: nos encantaría una explicación de la expresión «mala acumulación de circunstancias», esto es al estilo Netanyahou.

– cartela de una foto del 3 de marzo de 1975: «Chirac recibe al presidente iraquí Saddam Hussein». En 1975 el presidente de la República de Iraq se llama Ahmed Hassan al-Bakr, y Saddam Hussein es entonces vicepresidente (nota del autor: lo sé porque yo estaba en Iraq en 1974...), y no llegó a la presidencia sino el 16 de julio de 1979, más de 4 años después de esta foto. 

– hay seguramente otras perlas o desinformaciones del mismo estilo que no vi. 


Mahmoud Saïd, The Woman with Golden Locks, 1933, óleo sobre lienzo, 81.3x60cm, col. MATHAF, Doha


Miremos las obras. La primera parte yuxtapone el renacimiento cultural árabe, la Nahda, pero hubiera sido interesante ir hasta los puntos de partida en la época de Mehemet Alí y mostrar menos el arte orientalista, Ouled Naïl y los beduinos pintorescos, incluyendo los de artistas libaneses o egipcios desarabizados y que se creían franceses, por ejemplo, los desnudos de Georges Hanna Sabbagh, o esta oriental erotizada de Mahmoud Saïd. O entonces tendría que haber tenido un punto de vista crítico y no solamente documental, aclarando las discrepancias entre las dos concepciones, la una nacionalista y la otra colonizada culturalmente. 


Inji Efflatoun, Al Majhool (El desconocido), hacia 1940, tinta sobre papel, 23×21.2cm, col. Barjeel Art Foundation, Sharjah


La segunda parte sobre la despedida al orientalismo y sobre las vanguardias en la época de las primeras independencias (formales, pues siguieron bajo tutela hasta Nasser), de 1937 a 1956. Se habla bastante de los surrealistas egipcios ((ver el libro sobre Monaco-Alejandria muy bueno sobre el tema) y en particular de los dibujos alucinados de Inji Aflatoun, una de las primeras artistas del conjunto, comunista rescatada de las celdas del naserismo, argelina autodidacta nacida en Baya. También tenemos al bereber judaizado (y afrancesado) Jean-Michel Atlan, algo marginal en relación con el propósito de la exposición pues toda su carrera tuvo lugar en Francia y rara vez insistió sobre sus orígenes (aquí, la Kahena). 


Choukri Mesli, Los Campos, hacia 1961, serie de 24 dibujos sobre papel (mapa), cada uno 20x19cm, f. del autor


La tercera parte trata de la luchas descolonizadoras, en especial en África del Norte (1956-1967); se insiste bastante en las escuelas y en los salones. Muchos de los artistas que presentan se dirigen hacia la no-figuración o la abstracción, por ejemplo Juliana Seraphim, la primera artista palestina de la exposición, o la escultora libanesa Saloua Raouda Choucair con su torturado cubo de madera abierto y cerrado a la vez (arriba). De África del Norte tenemos a Farid Belkahia, Abdallah Benanteur y el trabajo sorprendente del argelino Choukri Mesli que deserta en 1958 y se lleva los mapas militares detrás de los cuales dibuja con tiza y aguada fondos lisos de colores imágenes que tienden a abstractas de los campos de internamiento y de agrupamiento, como si fueran paisajes en llamas. El gran cuadro antifascista (de Lebel, Erro, Baj, y otros) no está pero en cambio nos toca un Homenaje a los harkis de Etienne Bouchaud... Y, en una vitrina, una carta del «católico de izquierda» Jean-Marie Domenach de la revista Esprit del 3 de junio de 1957 al poeta Jean Senac en la que rechaza la publicación de sus poemas pues «en ciertos pasajes me parece que aprueba sin reservas algunas formas actuales de insurrección [argelina]». Parece actual, ¿no?


Huguette Caland, Espacio blanco I, 1984, óleo sobre lienzo, 200x200cm


Bueno, la última parte sobre el arte en lucha va dedicada sobre todo a la resistencia de los palestinos y hay una documentación significativa que se refleja en la exposición de enfrente, y, en el catálogo; entre otras, hay una entrevista entre Claude Lazar y Leila Shahid que hablan del museo palestino que el Salón de la pintura joven apoya activamente. También está el poema emblemático Apocalipsis árabe de Etel Adnan y también una auto-glorificación del MAM por haber expuesto dibujos de niños inmigrantes... En esta sección (es verdad también del arte naseriano), hay demasiadas obras más por su dimensión política o simbólica («XX fue la primera tunecina en la Cité des Arts») que por la calidad y originalidad del trabajo. Esta sección presenta también trabajos interesantes de mujeres sobre el cuerpo femenino como arma política: la siria Laila Muraywid y la crucifixión femenina, la palestina Amal Abdenour y los experimentos electrográficos con su cuerpo, la egipcia Nil Yalter y su video. La Mujer sin cabeza, la libanesa Huguette Caland y los fragmentos abstractos de cuerpos desnudos sensuales ya admirados en la exposición del IMA en 2012, sobre la desnudez arabe, y la palestina Mona Hatoum (arriba) en un video en el que su cuerpo está envuelto en un sudario transparente y cubierto de sangre y vísceras sobre una mesa para autopsias: se llama la mesa de negociaciones y Hatoum hizo esta performance en 1983 como respuesta a la invasión del Líbano por parte de Israel. Son obras femeninas/nistas que forman la parte más absorbente de toda la exposición (salvo error, hay 35 artistas mujeres de los 130 del total, pero aquí, en las ilustraciones que escogí hay 5 sobre 7...).


Mona Hatoum, The Negotiating Table, 1983, captura de pantalla video (sonido, color, 20’33»)


A la salida hay una bonita instalación sobre el exilio, de la cineasta Hala Alabdalla, con cartas de amor que intercambiaba con su compañero sentimental el pintor Youssef Abdelké cuando los dos estaban presos en las cárceles del régimen sirio. NB: prácticamente no hay fotógrafos en la exposición, solamente Mohamed Kouaci sobre la guerra de Argelia y Fouad Elkoury (que acompañó a Arafat cuando tuvo que irse de Líbano): se trata sobre todo de foto documental, de calidad, claro, pero que no muestra la riqueza fotográfica del Medio Oriente. Para resumir (no obstante los errores de los carteles), es una exposición más bien suelta, demasiada amplitud. El catálogo es por el estilo: textos cortos sobre diferentes temas pero sin visión global (y una lista de obras que debe servir de biografía de los artistas y de índice). Decepcionante. 





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