30 de septiembre de 2020, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Este mes 7 reseñas:
2 de septiembre: Cuando la fotografía engendra la performance (Elisabetta Catalano)
3 de septiembre: El último de los humanistas (Gianni Berengo Gardin)
9 de septiembre: Lina Bo Bardi, talento y ambigüedades
12 de septiembre: Uno no nace hombre, se convierte en él (Masculinities)
13 de septiembre: Soles negros (Louvre Lens)
16 de septiembre: Fragmentos de mujeres (Miguel Rio Branco)
29 de septiembre: En el teatro con Farah Atassi
Dos libros:
Sally Stein, Migrant Mother, Migrant Gender, Reconsidering Dorothea Lange’s Iconic Portrait of Maternity, Mack Books, 2020. El título es algo ambicioso, pero se trata de un muy buen análisis detallado de la fotografía que conocemos bien de Dorothea Lange. La autora evacúa el tópico feminista reprobando a Lange por haber hecho el retrato de una madre en lugar del de una trabajadora, y pone en relación las fotografías que Lange hizo de padres con su hijo, bastante raras en esa época (recordando que el padre de Lange abandonó el hogar cuando ella estaba pequeña). Lo más interesante es el análisis del famoso pulgar que Lange borró al retocar la foto: Lange obligó a Mrs Thompson a que tomara una pose retorcida, y ella, en equilibrio precario, se mantiene agarrada al poste. El pulgar fue borrado, no porque fuera feo sino porque demostraba la relación de dominación de la fotógrafa hacia Mrs Thompson.
Dunia al Dahan & Corinne Rondeau, Artistes syriens en exil, oeuvres et récits, Médiapop éditions, 2020. La asociación Puertas abiertas sobre el arte (representada aquí por Pauline de Laboulaye que presenta el libro) organizó a principios de 2019, en Malakoff, una exposición de artistas sirios, al igual que una jornada de estudios en ENSBA, pero el libro no es ni el catálogo de la una ni los actos de la otra. Es ante todo un libro que les da la palabra a los 24 artistas, 13 hombres y 11 mujeres, que viven todos en Occidente con una única excepción ((Azza Abo Rebieh en Beyrouth) y que contestan a las preguntas de la curadora Dunia al Dahan sobre los eventos públicos y personales que los han marcado en los últimos diez años, sobre la manera como se definen actualmente y sobre cómo se ven dentro de diez años. Son preguntas fuertes con las que uno teme confrontarse, dice la curadora en una muy bonita y conmovedora introducción, son temas en los cuales habían evitado pensar hasta ese momento y que acarrean otras cuestiones, el exilio, el compromiso, la distancia («¿Nos aprovechamos de las catástrofes?» pregunta Khaled Barakeh), la esperanza. La mayoría de los artistas tienen dificultades para distinguir lo público y lo privado, ya hayan vivido la guerra en Siria o que la hayan observado desde el extranjero, hablan de la muerte de un padre y del nacimiento de una hija al mismo tiempo que de Assad y de la Guta, y dudan de su identidad profunda («yo no soy ni francés ni sirio» dice Alaa Abou Shaheen; «¿soy artista o activista?» se pregunta Diala Brisly). La mayoría tiene entre 35 y 45 años, sólo 5 nacieron antes de 1976, como la gran Leila Muraywid; dos de ellos, Akram Halabi y Randa Maddah (Mdah) son del Golan ocupado, algo que conozco mejor, y hay una problemática bastante diferente por ese hecho. Para terminar, un texto bastante personal de Corinne Rondeau, una interacción emocional con las obras de la exposición, pero algo hermética y sin imágenes de referencia.
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