(artículo original en francés, aquí)
Dos pequeñas exposiciones de dibujos en dos galerías parisinas, sin gran relación entre ellas; más tarde, pensándomelo, la evidencia de lo que las une es, la capacidad de esas dos artistas para dibujar lo más perfectamente posible bajo presión, y la manera en que esta restricción, intencionada o soportada, les permite alcanzar una expresión más controlada y por lo tanto más fuerte.
Randa Mdah, ST, 2014, lápiz sobre papel, 50x70cm |
Randa Mdah viene del Golan ocupado, territorio olvidado, ocupado, colonizado, que "fue depurado" de prácticamente todos sus habitantes, expulsados para dejarle el lugar a los colonos; los que a pesar de todo lograron quedarse siguen resistiendo. Son sirios como los alsacianos eran franceses durante la ocupación, y, confrontados a la guerra civil que está destrozando su país (y a las maniobras de la potencia ocupante), sufren por segunda vez. Como los otros artistas de Golan, Randa Mdah, no puede ser indiferente a esta situación, a sus amigos y familiares muertos, y está herida en sus propias entrañas. Si sus obras de antes de la guerra civil muestran un sufrimiento más difuso bajo la ocupación y una fuerza resistente que no me atrevería a calificar como optimismo, las que muestra actualmente (hasta el 10 de julio) en esta galería parisina, dedicada al Medio-Oriente (Europia), son los signos del horror absoluto, de una violencia sin límites, de un miedo visceral. Cuerpos desmembrados, bocas gritando o amordazadas, miembros suspendidos. Podría ser pintura y veríamos la rabia de la artista en sus pinceladas, como Bacon; podría ser escultura y veríamos las manos rabiosas e impotentes rasgando la arcilla, podría ser un grito, simplemente. Pero es dibujo, un dibujo preciso, ordenado, sin errores ni deslices, hechos concienzuda y meticulosamente, y adivinamos la rabia interior que hierve y el dominio increíble que necesitó para trazar uno por uno, los dientes, los cabellos, las heridas. Y es sin duda por lo que es dibujo confrontado así al horror, así sometido, que este sometimiento entrega esas obras que podrían ser tan solo conmovedoras, por el lado de lo sublime, con una fuerza que evocan a Otto Dix o a Jean Rustin.
Hélène Paris, serie A l'écart du visible, dibujo con tinta de China, 40x60cm |
Mucho menos trágicas y más depuradas parecen ser -en todo caso al principio- los dibujos de Hélène Paris, expuestos hasta el 30 de junio (galería 3ème parallèle) : la mayoría muestran una pared, un lienzo, un mosaico, no se sabe,
tejas o azulejos trazados a mano alzada, con tal precisión, tal regularidad que sería banal si fuera mecánica, y su perfección manual evoca el círculo de Giotto. De allí emergen hojas, plantas, cuerpos que se hacen camino en medio de la "malla", que se arrancan y emergen de ella para salir a la superficie de lo visible como rescatados del inconsciente, tránsfugos, refugiados. Otros dibujos menos "all-over" pero igual de precisos y llenos de vacío se prestan al sueño, al delirio, al erotismo. Como lo dice la artista misma, para ella se trata de "someterse a la presión, salir de sí. Imponer un marco y encontrar su propia libertad en el interior." Sólo se crea bien bajo presión.
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