Antoni Miralda, Santa Comida, 1984-89, materiales diversos, detalle. Colección MACBA. F. M. Lenot
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Con el titulo "Tensión y Libertad", la exposición en el Centro de Arte Moderno de la Fundación Gulbenkian (hasta el 26 de octubre) podría ser un reflejo de la inscripción en el arte de los trastornos históricos de la península ibérica desde hace un siglo - guerras civiles o coloniales, dictaduras, vuelta a la democracia, crisis económica, ...- ya que es el fruto de lo elegido por la comisaria en las colecciones del CAM, y también de dos instituciones catalanas, La Caixa y el MACBA. Podría ser, y muchos harán de ella una lectura política, pero no se reduce solamente a eso, pues de ello se escapa e incluso se aleja. Y esos conceptos de tensión y de libertad son al mismo tiempo demasiado amplios y demasiado imprecisos para que nos dejemos imponer una visión demasiado unívoca de las obras aquí presentadas. Entonces, prefiriendo tomar caminos transversales, he privilegiado, dos miradas, una sobre el cuerpo y la otra sobre la confrontación de culturas.
Bruce Nauman, Pulling Mouth, 1969 |
Primero el cuerpo, omnipresente, y antes que todo la tensión que sufre más que la libertad que podría expresar debido a la limitación que se le impone. La primera sala de la exposición presenta siete vídeos emblemáticos de Bruce Nauman (además algunas fotos y dibujos) que ofrecen un panorama histórico de su trabajo por lo menos hasta 1985, más orientado a su proceso histórico que a su reciente exposición parisina (algunos dirán que su obra reciente no tiene la misma fuerza, y debo confesar, que prefiero sus obras históricas). Si Good Boy, Bad Boy (1985) es la obra más emblemática, me gustan las contorsiones que se le imponían al espectador para ver las obras, que debe inclinarse para ver Violin Tuned D.E.AD., o poner la cabeza hacia abajo para Revolving Upside Down y pegarse a la pared para Walk with Contrapposto, una contorsión impuesta que es como el eco de la de Nauman en la pantalla. Y claro, naturalmente la que más recordaremos es Pulling Mouth.
Samuel Beckett, Not I, 1973, video monocanal, N/B, son, 11'52" film, capturas de pantalla; colección MACBA
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Vasco Araujo, Mujeres de Apolo, 2010, video, captura de pantalla |
Si el espectador (en todo caso el espectador masculino de cierta edad) sale ileso de esta sala de proyección, le quedan todavía dos pruebas que afrontar. La primera es una película de Vasco Araujo, Las Mujeres de Apolo que se sitúa en una sala de baile/té bailable para la tercera edad (Sociedad Filarmónica Alumnos de Apolo) en donde mujeres mayores, tristes, desdichadas, sin amor; bailan, a menudo solas, y le confían su pena a la cámara : antes las hemos visto bailar y reconocemos sus ventajas, pero cuando hablan, las filman en primer plano, o con su cara fuera de pantalla, excepto la última, que no es otra que la artista maquillada. No obstante el mito de Apolo y la valentía de las troyanas (con citaciones de Euripides y todo), se confronta uno con una miseria sentimental de lo más entristecedora, en donde encontramos el humor negro y trágico del artista.
Mike Kelley, The Trajectory of Light in Plato's cave (from Plato's Cave, Rothko's Chapel, Lincoln's Profile), 1985-1996, materiales diversos colección La Caixa. foto M. Lenot |
Otra prueba, en el centro de la sala, si se quiere visitar el gran contenedor de madera hay que ponerse en cuatro patas debajo del dibujo que nos lo indica :
"en espeleología, algunas veces hay que agacharse, algunas otras hay que avanzar en cuatro patas, incluso arrastrarse... arrástrate, gusano". Una vez en la caverna poco iluminada (con llamas de madera eléctrica), uno se confronta con dos paneles de tela, el primero puede ser la evocación esquemática de una vulva (y la caverna sería una vagina), el segundo yuxtapone la huella de una antropometría a la Klein y un extraño Rorschach de la misma envergadura. Es la huella de una actuación de Mike Kelley en New York en 1986, La trayectoria de la luz en la caverna de Platón, bajo el patrocinio de Platón, de la capilla de Rothko (uno o dos de los paneles de tela apenas recuerdan el color, pero pueden ser también los colores de la sangre, de la orina, del esperma o de la mierda) y del perfil de Lincoln (en las monedas de un centavo). La música para la actuación había sido hecha por Sonic Youth con un texto del artista, pero aquí, ni música, ni palabras. Un lugar misterioso y perturbador en el cual mi cuerpo habiéndose arrastrado se halla solo frente a esas sombras inquietantes.
Gabriel Abrantes, Olympia 1 & 2, 2006 | 16mm transferido a HD Formato 16:9, color, sonido, 8’52’’| Collection CAM - Fundación Calouste Gulbenkian. Foto cortesía del CAM
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Algunas obras evocan el cuerpo, esta revisita transgénero del mito de Olympia por Gabriel Abrantes, la pared de caras de payasos de Roni Horn o las extrañas prótesis (Arqueología de artista) de Ramon Guillén-Balmes : siempre un cuerpo sufriendo, dominado, tenso.
Ana Hatherly, Les rues de Lisbonne, 1977 | Collage sur Platex et Papier 110 x 85 cm, détail | Collection CAM - Fondation Calouste Gulbenkian; Ph; M. Lenot
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La libertad, está quizás en lo que percibí como la otra parte, es allí que mejor podemos encontrarla, allí en donde las culturas se encuentran y se entrelazan. Cuando se trata de luchas políticas después de la Revolución de los Claveles, con una pared de carteles arrancados de Ana Hatherly, mi mirada se detiene en la yuxtaposición de los nombres de aquellos dos líderes comunistas, es como un recuerdo de una época que hoy nos parece tan lejana. Cuando Ãngela Ferreira presenta un nueva instalación sobre Mozambique, vemos, además de la presencia de Jean Rouch, una carta invitando a Jean Luc Godard para que ponga en pie la primera cadena de televisión mozambiqueña en 1977/78 (sin éxito) : otra historia desconocida de las pasarelas para explorar.
Antoni Miralda, Santa Comida, 1984-89, materiales diversos. Colección MACBA. foto M. Lenot |
La obra más potente es sin duda el inmenso altar candomblé de Antoni Miralda, Santa Comida, sincretismo religioso, combinaciones visuales de santos cristianos y de ídolos orixás, según el ángulo visual que elijamos, diferentes usos para las estatuas, proliferación de velas, de ungüentos, de love sprays y naturalmente (como siempre con Miralda) de comida. Entre la bahía del culto, la Roma católica y el África de sus orígenes, además de una dosis de consumismo estadounidense, uno se siente sumergido en un torbellino tanto sensorial como místico.
Eric Baudelaire, La anábasis de May y Fusako Shigenobu, Masao Adachi y 27 años sin imágenes, 2011
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Para terminar, volvemos a ver con agrado La anábasis de May y Fusako Shigenobu, Masao Adachi y 27 años sin imágenes de Eric Baudelaire, otra historia de travesía (como todas las anábasis) entre dos culturas, el Japón revolucionario y el Líbano y la Palestina ocupada, y también una historia de exilio y de raíces, y, como a menudo con Baudelaire, una cuestión sobre el autor y su desaparición. En la pared del auditorio, imágenes negras apenas visibles, huellas de fugitivos en exilio, cuerpos disimulados.
Antoni Miralda, Bruce Nauman, Mike Kelley, Anna Hatherly y Eric Baudelaire representados por l'ADAGP, las representaciones de sus obras saldrán del blog blog después de la exposición.
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