samedi 17 octobre 2020

Resistencia, dicen ellos

 


13 de octubre de 2020, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)


M’barek Bouhchichi, Imdyazen (los poetas) #3, 2018, instalación madera y cobre


En mayo de 2019, gran primicia, el Centro Pompidou descubrió la existencia de las mujeres y se dio cuenta de que en sus reservas había obras de artistas mujeres y les dedicó una exposición. Once años y medio más tarde, el Centro Pompidou acaba de descubrir la existencia del Sur (de los sures) y de sus artistas, y les dedica una exposición con las obras exhumadas de sus reservas; ya era hora. La diferencia es que esta vez hay un tema, y no un simple recuento de artistas procedentes de ese mundo (mientras que, como a menudo, no había habido realmente tema en la exposición de las artistas mujeres, allende su género): aquí tenemos entonces, la resistencia, la del Sur contra el Norte. De ahí el título, infortunadamente renco, ni verdaderamente francés (¿y el acento?), ni verdaderamente inglés, Global(e) Resistance.


Taysir Batniji, Padres, 2006 (de un conjunto de seis)



¿En qué consiste la resistencia del Sur y cómo se expresa? Si excluimos algunos artistas de los cuales nos preguntamos qué es lo que hacen ahí (el video filial de la norteamericana LaToya Ruby Frazier, artista, por otro lado interesante, o el «filósofo en residencia» Paul Preciado), se avanza a lo largo de la exposición entre resistencia sutil, discreta, alusiva, y resistencia más afianzada, más política, con obras más activistas, más fácilmente legibles con un enfoque político, y a veces artistas comprometidos en la lucha. Pero los dos ejes no se oponen, forman una continuidad, una gradación, y algunos artistas entran en las dos categorías: presentan por ejemplo al palestino de Gaza Taysir Batniji, y su serie Los Padres, más sutil al afirmar la identidad y el arraigo en el territorio, en lugar de los anuncios inmobiliarios de GH0809 o los miradores de Watchtowers, que son obras más directamente críticas. Pongamos de lado el argumento convencional según el cual un arte al servicio de una causa ya no sería arte: es un argumento europeo, blanco y burgués que apunta a predisponer la resistencia en el arte y que no se aplica para nada al sur del Trópico de Cancer (ni en la URSS naciente, ni en mayo de 1968, ni...). Aquí al contrario, las dimensiones artística y política son inseparables. El ensayo de Christine Macel en el catálogo hace además muy bien algunas preguntas: ¿la ética puede serle suficiente al arte? ¿la apropiación por parte de la institución (museal o privada) anula la resistencia? Y por fortuna no hay respuestas unívocas.


M’barek Bouhchichi, Imdyazen (los poetas) #3, 2018, instalación, madera y cobre, detalle


La obras de resistencia discreta son a menudo bastante poéticas, tal y como los trece bastones apoyados contra la pared (arriba) en los cuales van grabados versos del poeta M’barek Ben Zida en escritura amazigh (una cultura oprimida por la cultura árabe, un alfabeto prohibido durante mucho tiempo, símbolo de la resistencia en el interior del Sur mismo): Imdyazen (los poetas) es una instalación del marroquí M’barek Bouhchichi, son bastones que los narradores de cuentos en la plaza pública usaban (usaban porque se han vuelto raros) para escandir su dicción. Resistencia cultural, resistencia poética, sutileza visual (abajo, detalle de uno de los bastones; ¿podrá traducirlo alguno de mis lectores?


Song Dong, Facing the Wall, 1999, instalación, papel de colgadura y fotografía


Poética también la instalación del artista chino Song Dong, meditación frente a la pared, es una resistencia pasiva, retirada del mundo: resistir, es algunas veces no querer expresarse, abstraerse. No hacer nada es todo un arte, y podemos resistir también de esa manera. 


Thu Van Tran, The Red Rubber,#2, 2017, instalación, materiales diversos


A medio camino, quizás, la instalación de Thu Van Tran  (de quien sigo el trabajo dede hace tiempo) que vuelve aquí con la explotación colonial del árbol de caucho en Viet-Nam, su país de origen, por Michelin, entre otros: reproducciones blancas o rojas de troncos de árbol de caucho puestos sobre cajas de madera, un fresco a base de caucho. El discurso de resistencia contra el dominio colonial y el saqueo de los recursos está muy claro pero la expresión no es militante sino alusiva.


Khalil Rabah, Untitled, All is Well, 2017, escultura, 160x656x60cm, detalle


En este recorrido de un polo al otro, paso a la escultura del palestino Khalil Rabah que representa a un viejo aplastado por el peso del mundo (inspirado de un cuadro muy famoso en Palestina, Jamal al Mahamel, el carguero de montañas, de Sliman Mansour, en el cual es Jerusalén la que pesa en sus espaldas; un cuadro también famoso porque su primera versión, que Kadhafi poseía, fue destruida por las bombas estadounidenses en 1986), pero este de aquí no carga nada, por lo menos nada visible. Va en contra de un dominio invisible, hecha de lo no dicho, de aprobaciones hipócritas, de tolerancias culpables, que los Palestinos tienen que resistir también, nos susurra Rabah: la complicidad occidental que respalda el apartheid y el colonialismo. Sumud, la resiliencia, es lo que evoca con humor esta estatua. 


Coco Fuso & Guillermo Gomez-Peña, The Couple in the Cage: Gutinaui Odyssey, 1992-93, documentación


Y es con humor, en efecto, la ironía está en la base de las obras de resistencia más explícitas. La más antigua aquí, y una las más potentes, es el video de la cubana de Nueva York Coco Fusco y de su pareja de entonces el mejicano Guillermo Gómez-Peña, quienes, en 1992-1993, se disfrazan de indígenas y se encierran en una jaula expuesta al público en varias ciudades ((Madrid, Londres, Washington DC, Irvine CA, Sydney, Chicago, NYC et Minneapolis), es una creación contemporánea de los zoos humanos (filmado por la salvadoreña Paula Heredia). Se dicen amerindios originarios de una isla del Golfo de Méjico, Gautinau, que habría escapado a la colonización, hacen perfomance con tareas típicas de su cultura, coser muñecas vudú, caminar de un lado a otro, beber Coca, mirar la tele, ... Unos mediadores le explican la cultura a los visitantes, los motivan para que se hagan selfis en polaroïd delante de la jaula (la mayoría de los visitantes no se dan cuenta del engaño) y se ocupan de los dos indios (los alimentan y los llevan al baño con correas para perro, por ejemplo). Algunas personas se ofuscan con ese show, especialmente muchos etnólogos que se sienten criticados (debido a que las exhibiciones van acompañadas con todo un aparato crítico, prospecto falso de la Encyclopedia Britannica, artefactos falsos, ...) pero Coco Fusco cita a un visitante del Smithsonian, un viejo de la etnia pueblo, que dice que ese show era mucho más verdadero que todo lo que habían podido decir sobre los amerindios en el museo. Tal performance sería imposible en la actualidad, frente a la «cancel culture», a pesar de ser una de las afirmaciones más potentes de lo que es el dominio cultural. Y publico esta reseña un día después del Columbus Day que rebautizaron, Día de los pueblos indígenas. 


Ivan Argote, Et cetera : cubriendo con espejos a Francisco de Orellana, el supuesto descubridor de la Amazonia, 2019, concreto, acero, espejos, y fotografías


En fin, otro desvío irónico es el del colombiano Iván Argote (hace doce años grafiteaba los Mondrian, dos salas más allá) que afrenta estatuas de colonos españoles, como el «descubridor» de la Amazonia y otros conquistadores, poniéndoles ponchos tradicionales o, mejor, encerrándolos detrás de espejos que no hacen sino reflejar los alrededores, anulando así la estatua y negando su propia existencia visual y conservar así únicamente el pedestal y la placa con el nombre. Un acto de resistencia de una sencillez absoluta que es además uno de los momentos fuertes de la exposición.

Recibí el catálogo en servicio de prensa. Fotos del autor excepto la segunda y la penúltima.

 

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