13 de septiembre de 2020, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Dorothy Napangardi, Salt on Mina Mina, 2007, pintura acrílica, 168x244cm, Lyon, Musée des Confluences |
Bella exposición la que presenta el Louvre Lens sobre el negro, con el romántico título Soleils noirs -Soles negros- (hasta el 25 de enero). Se limita al arte occidental (con raras excepciones, como esta pintura magnífica soñada de la artista aborigen Dorothy Napangardi, representación vibrante de una creación del mundo), no aborda la cuestión de los Negros (un tema que Orsay trató ampliamente el año pasado) y no se interesa para nada en la fotografía (el negativo y la radiografía, temas descuidados siempre). Pero en el interior de esos parámetros bien definidos, la exposición despliega de manera muy pertinente la temática del color negro dentro de un recorrido bien instalado.
Alexander Harrison, La Soledad, 1893, óleo sobre lienzo, 105.1×171.2cm, Paris, Museo de Orsay |
Se empieza con el negro cotidiano, el que cada cual experimenta, el de la oscuridad nocturna, representado con tanta frecuencia (la primera pintura nocturna no es tan negra, parece ser este fresco, naturalmente ausente), tema romántico constante y reconsiderado a menudo (por ejemplo aquí Françoise Pétrovitch reinterpreta la Isla de los muertos de Böcklin). También las aguas negras, fascinantes y peligrosas: este cuadro de Alexander Harrison, de una excelente construcción, juega con la tensión entre luz sobrenatural y sombras profundas, entre cuerpos vivos y aguas estancadas y muertas.
Gras, Virgen con el Niño o Virgen nauta, hacia 1803, madera policromada, 129.5×184.5×21 cm, Boulogne sur mer, Basílica Nuestra señora; detalle, f. del autor |
De ahí, pasamos naturalmente a la creación del mundo, a la separación de la luz y las tinieblas, por consiguiente a toda la dimensión religiosa del negro, asociado al infierno, a las brujas, a la muerte, entre sensualidad y expiación. Igualmente marcador de cierta diferencia, Osiris o Virgen negra, los únicos de piel negra (de paso, un curioso Cristo de Murillo, pintado sobre una obsidiana azteca).
Merwyn Le Roy & Busby Berkeley, Gold Diggers of 1933, película Warner Bros 1933; captura de pantalla, foto del autor |
Es una pena que le hayan dado tan poca importancia a la sombra, hay algunos cuadros menores, y una reflexión mucho menos densa que la de Victor Stoichita, tanto en su libro de historia del arte como en su exposición madrileña. La sombra aquí es principalmente un pretexto para reír como en este corto de la película Gold Diggers.
Edouard Manet, Berthe Morisot con abanico, 1874, óleo sobre lienzo, 61×50.5cm, Lille, Palais des Beaux-arts, depósito del Museo de Orsay; detalle, foto del autor |
Luego tenemos la dimensión social del negro y en especial su sentido en el vestuario como marcador social del lujo aristocrático o burgués, símbolo de austeridad elegante y puritana. El último retrato que Eduard Manet hizo de Berthe Morisot, que estaba en ese momento de luto por la muerte de su padre, y poco antes de su matrimonio con Eugène Manet, es un cuadro de despedida, de último homenaje, de final de relación apasionada y compleja (bello análisis de Vincent Pomarède en el catálogo): no solamente el negro del vestido es trágico y potente, como un «surgimiento del deseo» (Jean-Daniel Balthassat) sino que Manet comete el sacrilegio de pintar de negro los ojos verdes de Berthe Morisot, como para magnificar su brillo. Después tenemos una sección sobre el negro en la industria, especialmente en la del carbón (las escombreras que cuidan el museo desde afuera).
Robert Fludd, « Utriusque cosmi …. Historia », 1617-1618, libro impreso, 31.7x21x6.5cm, Paris, BnF; grabado de Matthäus Merian |
En fin, después de todos esos negros útiles, el negro absoluto, el de Malevitch, el de Hartung, el de Soulages (este último tiene una sala entera). Al lado de esos maestros del negro (no hay ejemplo del negro absoluto Vantablack del cual Anish Kapoor compró la exclusividad) descubrí: las elegantes volutas de Edith Dekyndt, un dibujo con pluma luminosa de Gjon Mili con Picasso, una película experimental de Len Lye, y el primer monocromo negro de la historia, en un libro de médico, físico y rosacrucista Robert Fludd en 1617, símbolo infinito y metáfora del Génesis.
Un catálogo muy bien hecho, tanto por las reseñas de las obras (unas veinte no pudieron ser presentadas a causa de la covid) como por los ensayos de introducción.
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