19 de septiembre de 2019, por Lunettes Rouges
Berthe Morisot, Eugène Manet y su hija en el jardín de Bougival, 1881, 73x92cm, Museo Marmottan |
Berthe Morisot es objeto de una retrospectiva en el Museo de Orsay (hasta el 22 de septiembre), aparentemente mucho más pequeña que la exposición de Filadelfia. Está claro que es un icono feminista y nos tocaron todos los discursos esperados sobre el tema. Pero es mucho más interesante, en lugar de hablar solamente de su carácter pionero («la única mujer impresionista», lo que no es exacto, pero poco importa) cuestionar lo que pinta y cómo lo pinta. Y primero, para hablar de sus temas, la exclusión casi completa de la mitad de la humanidad en su pintura: los hombres. ¿Sería un acto militante antes de tiempo? Lo dudo. Aunque la compañía de los pintores y escritores la estimula, el género no le interesa para nada desde el punto de vista pictórico. No creo que se haya expresado específicamente sobre el tema, pero el hecho es que en esta exposición el hombre es raro: tres retratos de su marido con su hija (y mientras que Julie se ve viva y presente, Eugène está apenas esbozado, como un simple elemento decorativo), otro cuadro muestra a su marido en la ventana en la isla de Wright, recluido en el interior simple umbral hacia el exterior, ademas en un espacio femenino y excepto error, es todo. Una representación insulsa del marido, con quien se casó tarde (para la época, 33 años) quien le aporta independencia financiera, le permite pintar y que fue quizás un sustituto de Edouard, quien ya estaba (mal) casado, y que dizque a quien quiso en secreto (ver el bonito relato novelesco de Jean-Daniel Baltassat, que ya había evocado aquí)! ¿La poca representación masculina será un sesgo de los curadores? No lo creo, encontramos la misma tendencia en toda su obra. Hay algo en el cuerpo masculino que, visiblemente, no le gusta, la pone incomodad, en todo caso, no la inspira. Y salvo si me equivoco, es la única en ese caso: desde Artemisa Gentileschi hasta Camille Claudel pasando por Vigée Le Brun, o más cercanas, Mary Cassat o Suzanne Valadon, ninguna otra artista a descuidado la mitad de la humanidad.
Berthe Morisot, Jovencita con Abrigo verde, 1894, 116.5×81.6cm, col. privada Nueva Orleans |
Lo curioso es que su pintura se desarrolla después de la muerte de su marido: alcanza su plenitud durante los últimos años de su vida, a través de una lenta trayectoria hacia cierta forma de abstracción, en todo caso de simplicidad, que hacen eco con Cézanne o con el Monet de las catedrales, y también con su fecundo diálogo con Mallarmé. Pero esta dimensión no la vemos en esta exposición que se interesa sobre todo por el aspecto más conocido (y más cotizado) de su pintura, el impresionismo. Toda su vida, Morisot intenta mantener un equilibrio entre tradición y modernidad, durante bastante tiempo siguió los pasos de Manet, en particular, y después cuando muere Edouard Manet en 1883, empieza a afirmarse. Es entonces cuando Mallarmé, el poeta cerebral, abstruso e inspirado parece haber tenido la mayor influencia sobre ella, y mucho más cuando queda viuda en 1892. Pero no se nota aquí, ni en el catálogo. Es cierto que la curaduría le dedica algunas páginas del catálogo al sin terminar. Es cierto que algunos lienzos «sin terminar» aparecen al final, tal como la revolucionaria Jovencita de abrigo verde de 1894, un año antes de su muerte. Pero en el fondo para todo el mundo o casi, impresionista es y lo seguirá siendo.
Berthe Morisot, Mujer haciendo su toilette, 1875-1880, 60.3×80.4cm, Art Institute of Chicago |
Así pues, Morisot pinta mujeres: ella misma, a su hija, a sus empleadas, a otras mujeres del mundo y modelos haciendo su aseo, algunas veces (rara vez) desnudas y voluptuosas y siempre muy sensuales; y entonces es extraordinario el dibujado de la piel, de sus reflejos y de los juegos de telas suaves sobre los cuerpos. Pinta de manera sugestiva pero sin que sea lamida. Es ante todo una pintura de lo íntimo, y destaca en ello. Estos dos ejemplos son, me parece, instructivos.
Berthe Morisot, Delante del espejo, 1890, 55x46cm, Fundación Pierre Gianada, Martigny |
Podemos leer la novela de Baltassat mencionada más arriba, el catálogo del museo, pero la biografía de Isidore Isou no es indispensable (no lo esperábamos aquí, es evidente que para él se trató de un trabajo alimentario).
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