vendredi 27 septembre 2019

Los desnudos tristes de Vilhelm Hammershoi



20 de septiembre de 2019, por Lunettes Rouges





Vilhelm Hammershoi, Paisaje (vista de Refsnoes), 1900, 63x78cm, Thielska Gall., Stockholm

Después de la exposición de 1997/98 en el Museo de Orsay (72 lienzos del pintor), el Museo Jacquemart-André proponía (ya se acabó) una exposición sobre el pintor danés Vilhelm Hammershoi (con 40 cuadros de él, y ocho de algunos de sus contemporáneos daneses). Hemos visto todo el talento melancólico de ese maestro del silencio y de la soledad, quien, a los 25 años, había establecido sus reglas y no cambió nada a pesar de sus viajes (Benelux, Paris, en donde se cuidó para no ser influenciado por lo pintores vanguardistas, Londres, Italia) y mudanzas en Copenhague (sin embargo diríamos que es siempre el mismo apartamento). Sus paisajes son de una sencillez extrema, sin el mínimo ser vivo, sin el mínimo toque pintoresco, y sus vistas urbanas son igualmente desiertas y tienden a la abstracción. A menudo citan a Vermeer y a Hopper como comparaciones, pero la pintura de Hammershoi es mucho menos animada; pienso más bien en las iglesias desiertas de Saenredam. No es para nada extraño que Philippe Delerm, adalid de las pequeñas cosas cotidianas, le haya consagrado un libro inspirado. 

Vilhelm Hammershoi, Trois jeunes femmes, 1895, 128x167cm, Musée Ribe

Sus retratos son también monumentos a la soledad: ni los cinco hombres, ni las tres jóvenes aquí arriba (su esposa Ida está en el centro) tienen algún intercambio, no se miran, no parecen formar ninguna comunidad: no hay comunicación ni interacción. Sus retratos individuales (al igual que los autorretratos) son duros, tristes y fríos, de mirada vacía, sin la mínima empatía, ni por su esposa, de figura sencilla, con rasgos plácidos (y parece que era frágil psicológicamente; no tuvieron niños), ni por su madre (dominante y que se le impuso a la pareja). No hay emoción evidente en la obra de Hammershoi, es sólo una pintura directa y brutal, más allá de las apariencias de la vida en sociedad. 

Vilhelm Hammershoi, Interior, Strandgade 30, 1901, 66x55cm, Städel Museum, Francfort

Hammershoi es conocido sobre todo por sus vistas de interiores, por la extraordinaria distribución de volúmenes blancos, de puertas entreabiertas y de luz leve con la cual realiza composiciones de una sencillez y de una frialdad inigualadas. A menudo esos interiores son habitados por una mujer, la suya, vista de espalda, los ojos invisibles o vueltos, ocupada en tareas domésticas, confinada en el interior, sin vínculo social externo aparte de su pintor y marido. Sólo quizás algunos cabellos rebeldes en la nuca en El Reposo (en el que la pose, sin ser lánguida, parece menos rígida que de costumbre) expresan un mínimo sino de sensualidad por lo menos de carnalidad. 

Vilhelm Hammershoi, Tres estudios de desnudo femenino, 1909-10, 63x63cm, Musée Malmö

Mi sorpresa fue porque Hammershoi también pintó desnudos femeninos (también algunos masculinos pero no estaban), y es sobre todo de ellos que quería hablarles en esta reseña. Dos desnudos femeninos que estaban en la exposición de 1997 pero que no estaban aquí, se apartan un poco de lo que diré, uno levemente más sensual que el otro (Artemisa) mitológico y simbolista. Falta también (en las dos exposiciones) este desnudo más clásico, más en la tradición de Eckersberg.

Vilhelm Hammershoi, Desnudo de medio cuerpo, 1889, 59×54.5cm, Museo Malmö

Así que en cuanto a los desnudos que vemos aquí (y también este, incluido en la exposición de 1997, pero no en esta, solamente en su catálogo), la impresión que se apodera del espectador es el abatimiento: ¿cómo es posible pintar desnudos tan tristes, tan melancólicos, tan deprimentes?

Vilhelm Hammershoi, Desnudo femenino, 1910, 172×96.5cm, Davids Sammling, Copenhague

Su pintura es precisa, esculpe los cuerpos, cada pelo púbico está detallado, pero nos encontramos frente a un anerotismo, ante una frialdad que pocos pintores han podido representar (quizás Lequeu con su enfoque esencialmente anatómico en algunos dibujos). Leo en el catálogo que se trata solamente de esbozos, salvo un cuadro que no está, del Statens Museum y este de arriba, los dos de 1910, y que, según el coleccionista Alfred Bramsen, el trabajo sobre esos dos desnudos agotó tanto al pintor que resolvió no pintar nunca más desnudos. ¿Qué forma de inhibición sexual es esa? ¿Qué nos dicen esos cuadros de los deseos insatisfechos de Hammershoi y de los dramas familiares cuidadosamente disimulados? 

Vilhelm Hammershoi, Modelo femenino desnudo de perfil 1886, 67×36.5cm, col. part.




















 Vilhelm Hammershoi, Tres estudios de desnudo femenino, 1909-10, détail

En estos tres cuadros (sólo el de las res mujeres estaba en Orsay), la cara de la mujer está borrada, limada, destruida. Sin la mínima evidencia, me imagino que en los tres casos, el modelo fue quizás su esposa Ida (quizás medidas anatómicas comparadas con sus retratos podrían aclararnos). Claro, que con un objetivo de respetabilidad había que borrar su cara, pero seguramente no fue un gesto inocente de parte del pintor y marido. 

Vilhelm Hammershoi, Modelo, 1886, 37x30cm, coll. David & Marie Dahl Kell

Para terminar, encontré esta pequeña composición (que tampoco estaba en Orsay) totalmente asombrosa: una joven de cuerpo andrógino sentada sobre una piedra o un tronco, de rostro atenuado y volteado, de larga trenza descendiendo por la espalda y confundiéndose con la sombra. En el catálogo, Jean-Loup Champion evoca a Seurat y a sus bañistas. Quizás. Pero, como todo Hammeshoi ¡qué inquietante singularidad!

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