13 de agosto de 2020, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Portada del libro « Guerra y cadáveres, la última esperanza de los ricos », AIZ, 1932 |
Es verdad que en la actualidad ya nadie, o casi, hace fotomontajes, esa forma de expresión artística que hoy ya parece anticuada, ilustración de una época obsoleta, aunque sean fotomontajes políticos (de izquierda o de derecha) o simplemente artísticos. Son raros los artistas contemporáneos que se satisfacen con esta expresión sencilla y potente, pero percibida muy poco actual. Y, actualmente, para un mensaje político se prefiere la simplicidad vulgar y brutal a la Charlie, en lugar de la sutileza compleja de un collage de John Heartfield. Después del pionero Gustav Klucis, junto a Hannah Höch y Raoul Hausmann, es uno de los primeros nombres que se me ocurre.
Páginas 98-99, con, a la derecha« Puede que tengamos cierta tendencia suicidaria », AIZ, 1931 (cadáver de Karl Liebknecht) |
Los archivos de Heartfield se conservan en Berlín en la Akademie der Künste y con motivo de la exposición en Berlín (hasta el 23 de agosto, que no vi) que luego irá el año entrante a Zwolle y a Londres, la Akademie der Künste le consagra un imponente catálogo en inglés (y en alemán): John Heartfield. Photography plus Dynamite, Hirmer, 2020, 312 páginas, con más de un centenar de imágenes (de las 400 obras de la exposición) y unos veinte ensayos (con textos de artistas, Tacita Dean -muy pertinente-, Richard Deacon y Jeff Wall, quien en 1972 comienza una tesis sobre Heartfield y se encuentra con su hermano, Wieland Herzfelde.
Autorretrato con « El gentleman conservador », Die Arena Sportsmagazin, 1926 (p.142) |
La mayoría de los ensayos analizan el trabajo de Heartfield de manera histórica (incluyendo su obra gráfica, las portadas de libros, su trabajo para el cine o el teatro), la riqueza de sus archivos y su similitud con Grosz, Brecht o Warburg. Los más interesantes son los que se interrogan sobre lo que es el fotomontaje, sobre la relación de la imagen con la realidad y más precisamente, cómo de un desvío (détournement) puede surgir una verdad más profunda, y cómo de esta manera la imagen puede convertirse en arma. ¿No es esto un tema de actualidad?
« Quien lee la prensa burguesa se vuelve sordo y ciego; no más vendas embrutecedoras ! », AIZ, febrero de 1930 (p.38) |
Leyendo al mismo tiempo el último número de Manière de Voir a propósito de las fake news, encuentro la misma crítica de los medios dominantes: la leyenda de este montaje que apareció en Die Arbeiter Illustrierte Zeitung en febrero de 1930 es «quien lee la prensa burguesa se vuelve ciego y sordo; ¡ya no más vendas embrutecedoras!». Reemplacen únicamente «burgués» por «mainstream», y vean hasta qué punto Heartfield es actual.
«La mano con cinco dedos. Con 5 agarra al enemigo. Vote por la lista 5 : ¡Partido Comunista! », cartel electoral, 1928 (p.119) |
El recorrido personal de Heartfield es muy interesante también, y una biografía menos seca que las dos páginas incluidas aquí, más escrita, hubiera sido una buena cosa (lo único que aporta algo de vida es la entrevista de su nieto Bob Sondermeijer). Hijo de una pareja de marginales de extrema izquierda exiliados en Suiza y que desaparecieron sin dejar rastro cuando tenía 7 años, abandonando a los cuatro niños pequeños; transformó su apellido al estilo inglés (había nacido Hellmut Stolzenberg-Herzfeld) en 1916, a los 25 años, en plena guerra mundial, para protestar contra la anglofobia alemana. Entró al Partido Comunista en 1919 pero siempre tuvo relaciones ambiguas con él: en los años 20, su trabajo era percibido como demasiado sofisticado, no lo bastante directo, por ejemplo esta mano hecha para un volante electoral y que fue criticado por el Partido.
«La receta de Goebbels contra la escasez alimentaria en Alemania: « ¿Cómo? ¿Les hacen falta la mantequilla y la manteca? ¡Coman judío! » », AIZ, 24 de octubre de 1935 (p.190) |
Huyó a Praga en 1933, luego a Londres en 1938, y, a pesar de las dificultades, se queda hasta 1950, aparentemente sin muchas ansias de volver a la RDA, en donde además sufrirá de ostracismo hasta 1956, después de la destálinización. Acabó su vida como artista oficial de la RDA, reconocido, pero sin la misma elocuencia ni la misma capacidad crítica de antes de la guerra: le hubiera gustado sin embargo ser el «diseñador del socialismo», pero fue demasiado independiente y original para ello. Su humor mordaz, heredado del dadaísmo no le convenía para nada al puritano socialismo alemán, no más de lo que le convendría hoy a la corrección política: el dibujo de arriba toma una orden de Goebbels «¿ya no tiene ni mantequilla ni manteca? ¡Coma judíos!» y Heartfield hace un emparedado...
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