samedi 29 février 2020

Unica Zürn : identidad propia y realidad singular, contra viento y marea



21 de febrero de 2020, por Lunettes Rouges






Unica Zürn, ST, vers 1965, tinta china y acuarela sobre papel, 50x65cm, col. privada Paris

El MAHHSA le consagra una exposición a Unica Zürn (hasta el 31 de mayo). MAHHSA es el Museo de arte y de historia del hospital psiquiátrico Santa Ana; la última exposición parisina de Unica Zürn fue en 2006/2007 en la Halle Saint Pierre, capital del «arte de los locos»; y salvo error, la otra institución museal europea que posee obras de Unica Zürn es la Colección de Arte Marginal de Lausana. Psiquiatría, arte de locos, arte marginal: ¿porqué? a Unica Zürn la internaron en el hospital psiquiátrico, siete veces entre 1960 y 1970 (35 meses en 10 años, de los cuales 18 en Santa Ana entre 1961 y 1963), y se suicidó en 1970 durante un permiso de salida. ¿Ello será suficiente entonces para no ver su trabajo sino con el prisma del sufrimiento psicológico y de la enfermedad mental? Sobresale, en el prefacio del catálogo, la doctora Anne-Marie Dubois, responsable de la Colección Santa Ana, al cuestionar este enfoque, para Unica como para otros: «su destino, bastante trágico, sobrepasó su trabajo de creación», «fue objeto de todos los fantasmas y de todo tipo de proyecciones imaginarias o interpretativas» (por parte de psiquiatras, psicoanalistas, críticos, feministas). Y la Dra Dubois prosigue con elocuencia: «Por proyección, hay que entender el enfoque específico que consiste en atribuirle al otro […] sus propias construcciones imaginarias, incluso sus propios problemas. Un enfoque a menudo inconsciente que conduce inevitablemente a interpretaciones bastante personales que no tienen necesariamente en cuenta la realidad del otro […] Resulta entonces cierta manera de desposeer parcialmente a aquel de quien estamos comentando la vida y la obra, desposeerlo de su identidad y de su realidad singular. Es como hablar de sí pues lo que conocimos o vimos del otro repercutió en nosotros». 

Unica Zürn, ST, 1966, tinta china sobre papel, 31x25cm, col. privada Paris

No sabríamos decir mejor hasta qué punto, aun cuando la vida pueda esclarecer la obra, es la obra la que se debe mirar protegiéndose de las sobre-interpretaciones y de las proyecciones, como en este caso por ejemplo (pero no siempre es fácil). Y se tiene que ser prudente para no glorificar una obra artística, no por lo que es sino a causa del destino trágico de su autor. Así, podemos considerar que, sea cual fuere el genio literario de Antonin Artaud, la mayoría de sus dibujos (excepto los Sorts) son estéticamente flojos, aun cuando den testimonio de su complejidad psicológica (Unica Zürn será tratada también por el Dr. Gaston Ferdière, quien fue el psiquiatra de Artaud en Rodez y luego ejerció en Paris). Igualmente, a Camille Claudel se la presenta como ícono feminista a causa de su enfermedad y de su internamiento (lo que le permite a algunos fustigar el patriarcado, Rodin, Paul Claudel...), con el apoyo de una película y un best seller, pero si miramos su obra objetivamente, es una buena escultora pero que hace lo que hacen los demás y estando anclada en el siglo XIX (excepto la detonante Cloto la Parca) es poco anunciadora de las vanguardias y del modernismo (al contrario de Rodin). Puede tratarse de desordenes psicológicos pero también de enfermedades, minusvalías o traumatismos: podemos citar a Artemisia, a Frida Khalo o a Jeannot (cuyo piso está muy mal presentado en la calle Cabanis delante de Santa Ana); incluso van Gogh no se libra siempre de la superposición de la vida y del alma sobre el arte. 

Unica Zürn, ST, 27 septiembre 1962, Hospital Sainte-Anne, Paris, aguada sobre papel, 67x50cm, MAHH Sainte-Anne

Para volver con Unica Zürn, hagamos primero un breve recuento bibliográfico: nació en 1916 hija de un militar implicado en el genocidio de los Hereros, nuera de un dignatario nazi, trabajó primero en los estudios de cine de la UFA, casada con dos hijos, empieza una nueva vida después de la guerra. Vive primero con el cantante y bailarín Alexander Camaro, dos retratos suyos de ella empiezan la exposición, y luego, a partir de 1953 con Hans Bellmer, con quien se va a Paris (comparten la habitación con Die Puppe), en donde frecuenta a Man Ray (dos fotografías que él hizo de ella están en la exposición), Victor Brauner, Hans Arp, Max Ernst, Roberto Matta y principalmente a Henri Michaux. A partir de 1960, alterna periodos de gran sufrimiento delirante y periodos de alivio durante los cuales puede trabajar. En Santa Ana, además de su trabajo individual en los cuadernos, participa en talleres de arte terapia (en donde produce especialmente la aguada aquí arriba; todas no le quedan así de bien). Su trabajo de escritura es tan importante como el plástico, ya sean sus anagramas o sus obras de ficción, a través de las cuales la realidad autobiográfica  se vislumbra, pero siempre retocada y llevada a la ficción. Anne-Marie Dubois escribe (p. 13) a propósito de Sombre printemps (Oscura primavera): ver ese libro como «premonitorio de su final y explicativo de la naturaleza de sus trastornos psíquicos […] es verdad parcialmente, pero ello reduce una obra literaria a una interpretación unívoca (por lo tanto necesariamente parcial e incompleta), un hecho que la desposee de la función probable de elaboración artística de una problemática profunda»

Hans Bellmer, Unica, 1958, impresión de 1983, 24x18cm, col. privada Paris

Su trabajo plástico está disperso y muchas obras han desaparecido (o fueron sustraídas de los hospitales); ella misma destruyó muchas durante sus crisis. El único museo generalista que posee obras de ella y las clasificó en su sección surrealista: es el Museo de Israel. De ella, el Centro Pompidou no tiene en biblioteca sino un libro en común con Marx Ernst: nada más, y un miserable cartel. En esta exposición hay 107 dibujos, aguadas y acuarelas (de las cuales cinco le pertenecen al Museo Santa Ana), además de unos treinta documentos, catálogos y cartas. Hay tres obras de Bellmer, una aguada con fondo negro y un retrato bastante geométrico (no está en le catálogo), un dibujo (Retrato de Unica con el ojo sexo), y esta fotografía que forma parte de una serie en la que se ve amarrada con hilo, el cuerpo deformado por la tensión, a la Jeandel: esta fotografía reencuadrada, fue puesta en la portada de la revista Le Surréalisme même (El surrealismo mismo), con la leyenda «Tenir au frais» (Conservar en fresco). Habrá que evitar sin embargo (como con Araki y el kinbaku) sacar conclusiones apresuradas sobre las relaciones de pareja de Bellmer y de Zürn. ¿Fue víctima de Bellmer (como lo sugiere Gisela Sonnenburg en el catálogo)? No es evidente (ver por ejemplo la entrevista con el Dr. Jean-François Rabain en el mismo catálogo). 

Unica Zürn, ST, 9 de noviembre de 1961, Hospital Sainte-Anne, tinta sobre papel, 50x67cm, MAHH Sainte-Anne

Tenemos entonces unas cien obras angulosas, puntiagudas, perturbadoras, agobiantes, que a veces se salen de la página o al contrario flotan en medio de lo blanco (más raro el fondo negro). Hay cantidad de motivos animales: pez, conejo, pulpo, insectos o formas humanas desmembradas, ojos, caras, senos puntiagudos, vulvas. El dibujo es bastante fino y transparente, ya sea con lápiz o tinta china, trazos entrelazados, bordados con precisión, enguirnaldados. Una caligrafía plena y suelta de trazo fino, de entresijos, sin manchas, sin tachaduras. Por todas partes hay motivos vegetales, orgánicos, cancerosos, irradiantes. Raros paisajes a lo lejos, alguna ciudad, un edificio. A veces hay palabras, anagramas de los que es experta. Explosiones, de colores, de desvíos, de cabelleras, flujo y reflujo. Como si fuera un dibujo automático, el trazo se desenrolla por el papel, las formas van apareciendo poco a poco, los espacios se van construyendo con la materia, trazos pequeños, pestañas, puntas, es como una vida pululante y venenosa. 

Unica Zürn, ST, 1957, pastel seco y aguada sobre papel, 33×55.5cm, col. privada Paris

Sus dibujos no tienen mucho que ver con los de Michaux, más alucinados y sistemáticos, ni con los de Bellmer, más fríos y geométricos, y  también más abiertamente sexuales. Nada que ver tampoco con el arte marginal tal y como se define comúnmente; no hay huellas de sus sufrimientos o de sus obsesiones psíquicas. Es verdad que se sitúa en la línea surrealista pero no se parece a nadie: un dibujo de ella se reconoce enseguida, vibra ante nuestros ojos y es difícil separarse de él. El catálogo es interesante, especialmente los textos de Anne-Marie Dubois y de Jean-François Rabain, con una buena bibliografía; la bibliografía del catálogo de la Halle Saint Pierre estaba mejor detallada, y el texto de Roger Cardinal, bastante ilustrativo, debieron retomarlo aquí.  

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