18 de febrero de 2020, por Lunettes Rouges
Laia Abril, On Rape, vista de la exposición, gal. Filles du Calvaire |
La exposición de Laia Abril en Arles sobre el aborto había sobrepasado (ampliamente) las otras exposiciones del mismo ámbito. El segundo capítulo de su Historia de la Misoginia trata de la violación (en la galería Filles du Calvaire hasta el 22 de febrero) y está pensada del mismo modo: fotografías de objetos y textos explicativos, históricos o narrativos (en inglés). El detonante fue, dice, una violación en España en la que los cinco autores fueron condenados solamente por agresión y no por violación, lo que causó escándalo en los medios y una revisión de la ley. Laila Abril hizo, como otrora, un gran trabajo de investigación sobre su tema, y presenta una documentación rica que se debe leer con tiempo (el tercer capitulo será sobre la histeria).
Laia Abril, On Rape, vista de la exposición, gal. Filles du Calvaire |
En el piso bajo de la galería, nos presenta, en tamaño natural, ocho fotografías de trajes y ocho historias de mujeres contando sus violaciones: en seis países del sur (Afganistán, Kirguistán, Congo, Sudáfrica, Colombia, Argentina) y dos casos en Estados Unidos, uno en el ejército y otro (homosexual) en la carcel. En la entrada y en el primer piso, objetos de la historia. Encontramos también evocaciones de culturas (antiguas o actuales) en las que la violación forma parte de una especie de tradición cultural aceptada tácitamente (el secuestro en Asia Central y en el Cáucaso, o el «Bride Price» en donde los hebreos, o en Asia del Sur; y también la dote nuestra), en otros casos es un crimen condenado por la ley (cita unos diez países, entre ellos Corea del Norte, en donde la condena es la muerte), pero las instituciones y las costumbres hacen que no siempre sea sancionado. Y allí se sitúa su enfoque principal: mostrar de qué manera la sociedad, las instituciones, el poder, toleran la violación, no la condenan verdaderamente, y desde ese punto de vista es una exposición excelente.
Laia Abril, Penis Truth, On Rape, 2019 |
Una parte tiene que ver con los instrumentos de control y castigo: al lado del cilicio, de la castración química o de un detector de mentiras portátil para los condenados bajo probatoria, también vemos un pletismógrafo peniano, es decir, un detector de erección: inventado por el médico checo Kurt Freund para detectar a los seudo-homosexuales que no querían que los reclutaran en el ejército checoslovaco (los pretendidos homosexuales tenían que ver películas pornográficas heterosexuales y el que se empinara era apto para el cuartel...), un instrumento orweliano que pasó del periodo de represión comunista al de la detección de pulsiones sexuales (no sin controversia).
Laia Abril, Ala Kachuu, (Bride Kidnapping, Khirgisiztan), On Rape, 2019 |
A esta excelente exposición le haré dos críticas, una geográfica y una histórica. Se trata de una investigación más bien europeo centrada (Laia Abril es española y blanca), y, usa cierto estereotipo, la mayoría de los ejemplos contemporáneos son del sur: mundo musulmán, Africa, Asia del Sudeste. Es sorprendente que aunque todo empezó con un caso español, la artista se haya interesado poco por las violaciones en Europa, por las violaciones cotidianas, domésticas, «ordinarias» que atormentan nuestros campos y ciudades aún actualmente; es por tanto allí primero que para nosotros visitantes de la exposición, los mecanismos de poder que actúan en la violación son los más visibles, pero no se atienden verdaderamente puesto que estamos ocupados con nuestra mirada algo «etnográfica» hacia los países del sur. No sé si muchas mujeres del «sur» han trabajado sobre el tema; conozco a Dina Oganova sobre el secuestro en Georgia y, en un ámbito diferente, a Zanele Muholi en Sudáfrica; ellas (y otras) proponen un punto de vista diferente, menos europeocéntrico. De paso, en la misma linea, lamenté, en su texto sobre la himenoplastia, la afirmación estereotipada, sin ninguna prueba, de que esta práctica se estuviera extendiendo entre los musulmanes en Europa.
Laia Abril, Comfort Women, On Rape, 2019 |
Por otro lado, es extraño que apenas toque el tema de las violaciones en caso de guerra: hay solamente una foto sobre Bosnia y esta estatuilla de mujer de confort en Corea, es todo. Y es que la violación siempre ha sido y sigue siendo un arma de guerra. En su reciente libro, Ariella Aïsha Azoulay habla de forma extraordinaria sobre la violación de las alemanas por parte de los soldados aliados en 1945, y su no-representación en imágenes a pesar de que está inscrito en filigrana, en todas las fotografías de la caída de Alemania (ver por ejemplo Una mujer en Berlín). La misma autora ha escrito también sobre la violación de palestinas por parte de los soldados judíos durante la Nakba, un tema oculto, que el ejercito más moral del mundo niega, pero que se nota por todas partes (incluso en el Diario de Ben Gurion...). Tampoco se habla nunca de la violación de las argelinas por parte de los soldados franceses. Otro ejemplo es su fotografía de una peluca púbica («merkin»; abajo): es una lástima no haber citado aquí a Malaparte quien en La Peau, cuenta que cuando los soldados americanos llegaron a Italia, les impusieron a la prostitutas que llevaran pelucas rubias, más sexis según ellos: para Malaparte ello era la humillación suprema, el colmo de la dominación colonial.
Laia Abril, Mirken, On Rape, 2019 |
En Yugoslavia fueron tantas las víctimas de violaciones (se estiman a más de 50.000), que pueden ser más que todas las del resto de Europa. Independientemente de las estadísticas, la violación como instrumento de poder se manifiesta más cuando es un arma de guerra. Es cierto que Laia Abril es artista, no historiadora y no le podemos pedir exhaustividad; pero seleccionó implícitamente, y lo que falta disminuye un poco la intensidad de esta excelente exposición. Es una lástima.
Fotos 1, 3, 5 & 6 del autor. Fotos 2 & 4 cortesía de la galeria y de la artista
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