30 de enero de 2020, por Lunettes Rouges
Manon de Boer, Caco, Joao, Mava and Rebecca, video, 2019, 49′ |
Hay objetos que se apilan, se combinan, dan formas mas complejas y equilibrios precarios (y luego nos enteramos de que fue el hijo del artista quien los montó así). Hay sonidos, ruidos, música, instrumentos de viento y tambores y tres jóvenes músicos que sin respiro tocan el uno o el otro, se divierten, experimentan, siguiendo las reglas de la música y también explorando los límites (y luego descubrimos que ocurre al fin del mundo, o casi, en St Ives). Hay (aquí arriba) cuerpos de adolescentes que se mueven y bailan juntos o solitarios, concentrados y rígidos, regulados y libres a la vez (y entendemos luego que es en el mismo Gulbenkian). Y aunque fuera solo eso, ya apreciaríamos el trabajo de Manon de Boer, su capacidad para filmar a los adolescentes dejándolos expresarse e intentando captar como se expresa su creatividad, su relación con la música y el movimiento: ir de nada hacia algo, hacia otra cosa.
Manon de Boer, Oumi, video, 2019, 15′ |
Pero la pieza central de esta exposición en Gulbekian (hasta el 13 de abril) es la cuarta película, es la síntesis de su obra, su ápice. Oumi no es bailarina pero tiene la gracia y la ligereza; Oumi no es música pero toca con los objetos para sacar sonidos sincopados, ruidos con ritmo; Oumi ensambla objetos y juega con ellos. Oumi improvisa, pero, al contrario de los tres músicos y los cuatro bailarines, ella es la maestra del tiempo, lo suspende y estira con languidez, no tiene obligación ni coacción, ni agenda, y Manon de Boer cede y deja que haga. No se trata de una performancia filmada, aunque fuera con toda libertad, se trata de una dejadez que digna presentarse ante la cámara con negligencia y cierta ironía. Y es muy bella esa combinación de creación y de libertad.
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