29 de septiembre de 2019, por Lunettes Rouges
« Casa Marroquí de la Fotografía » (Hassan Hajjaj), vista de la exposición (por así decirlo) |
En la exposición de Hassan Hajjaj en la MEP (hasta el 17 de noviembre), vemos, al lado de una serie de fotos de mujeres con velo, el siguiente texto: «Entiendo que les pueda molestar que algunas mujeres que fotografío lleven velo». Esta exposición está hecha de ese «les» para quienes el árabe es aceptable si es bueno, bien educado y respetuoso, si se integra en nuestros códigos europeos, si nos representa un universo propio pero pulido, fácil de digerir, liso, sin asperezas, sin que conlleve la mínima cuestión política, social, cultural, colonial, en resumen, si es como Hassan Hajjaj. Es una exposición para toda esa gente a la que le encaaaaaanta Marrakech, una ciudad tan pintoresca, con tan hermosos riad y tan amables habitantes. Es una exposición lamentable, en la que el señor Hajjaj promociona no solamente la ropa que diseña, tan bien inspirada de las tradiciones marroquíes y las modas actuales del Marais y de otros lugares (ya podemos preguntarnos porqué la MEP participa en esta promoción comercial), y ante todo es una perspectiva sobre Marruecos, la cultura árabe, el Islam, que cae en un conformismo neocolonial del que brota una benevolencia condescendiente. ¿Es tan difícil conseguir artistas árabes que no se avergüencen de su cultura, que tengan el orgullo y la valentía para no doblegarse ante los fantasmas feministo-islamófobos de los Fallaci-Fourest- Badinter (la señora)? Y celebrar al Andy Wharol marroquí (¿a causa de las latas que encuadran las fotos?), al Seydou Keita o al Malick Sidibé de Marrakech (hagan el esfuerzo de bajar al sótano a la «pequeña galeria» en donde podrán ver algunas fotos de Keita y de Sidibé, para que puedan comparar).
Hassan Hajjaj, serie Handprints |
En realidad, más vale recorrer la exposición bromeando: Hajjaj fotografía pies y piernas pues ello evoca el nomadismo de los árabes, y fotografía en Marrakech a sus amigos de moda, tatuadores, DJs, y barmen intercambiables, en contrapicado para darles «más dignidad». Solamente algunas fotos sin artificio de la serie Handprints, como ésta arriba, tienen cierta dignidad. iQué catástrofe!
Zahrin Khalo, serie Crónica de una árabe joven |
Algo nos consolaremos al ver (hasta el 13 de octubre) la obra de la fotógrafa Zahrin Kahlo, tiene principalmente retratos en primer plano de una actriz tunecina que se llama Mariam, orgullosa y digna, de mirada franca y directa, incluso provocadora. Fuma cigarrillos, con su velo se burla del otro, va de hombros desnudos y su colega («neo-orientalista») no se depila las axilas: sería interesante tener más contexto, una puesta en situación, un enfoque más amplio, pero es muy superior a las otras salas (y pronto, a partir del 18 de octubre, una exposición de Lamia Naji, la cual, según lo que he visto, debe de ser de calidad).
Zahrin Kahlo, serie neo-orientalismo, 2016 |
Seamos positivos, los foodtrucks que el nuevo director de la MEP había prometido no han reemplazado aún el jardín de Keiichi Tahara, pero, después de su primera exposición aparentemente sigue con la misma idea. Decía Boileau a propósito de las tragedias de Corneille del final de su vida : «Después del Algeciras, ¡Ay! y después del Atila, ¡Hola!», pero por lo menos antes había hecho El Cid. Me temo que aquí el ¡Hola! no podamos muy verlo pronto...
Fotos 1, 2 & 4 del autor
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