3 de octubre de 2021, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Afiche Joseph Beuys y Andy Warhol delante de una escultura de león (foto de Mimmo Jodice), 1980, con dibujos de Joseph Beuys sobre el afiche, foto del autor |
En el Hamburger Bahnhof en Berlín, tres exposiciones, de lo cualitativo al barroco pasando por la corrección política. La de Joseph Beuys y la langue (que terminó hace poco) es extraordinariamente completa y documentada y presenta un aspecto importante del pensamiento de Beuys, su relación con la lengua. Está organizada en ocho sesiones: Prólogo, Silencio, Sonidos, Términos, Escritura, Secreto (con The secret block for a secret person in Ireland completo), Leyenda y Palabra, y expresa la variedad de prácticas lingüísticas de Beuys; para él la lengua es un material plástico y político. Pero es una exposición de acceso difícil para aquel que no entienda bien alemán (al menos que se visite con el catálogo en inglés en mano). Es probablemente por eso que mi sección preferida fue la del silencio, punto cero del lenguaje y al mismo tiempo herramienta de resistencia y desestabilización.
En el gran tramo central encontramos la exposición Scratching the Surface (hasta el 7 de noviembre) en la cual unos treinta artistas muestran obras relacionadas con el clima y el calentamiento global (cuando visité había varias salas cerradas entre ellas la de la instalación de Hadjithomas et Joreige). Intensión elogiable pero desafortunadamente las obras son bastante simplistas y superficiales. Me parece que la peor es la de Tsubasa Kato, que para alertar sobre los problemas causados a los perritos de las praderas de Dakota, tanto por la construcción de un oleoducto como por los manifestantes que intentaban bloquearla, instaló unas campanillas que el animalito hace sonar cada vez que sale de su madriguera: yo no sé nada del ecosistema de esos animales pero me parece una idea brillante para aumentar su estrés con objetivo ecoloartístico (incluso ecofeminista). Jeewi Lee presenta una de las raras obras que sale un poco del montón, Ashes to Ashes (Purifying) es una pared de jabón hecho con cenizas de un bosque incendiado cerca de Pisa, cada uno lleva la marca de una rama quemada, es una instalación trágica y sensual (y reciclada).
Paola Pivi, Alicudi Project, 2001-, vista de instalación, foto del autor |
Interesante el intento de Paola Pivi, una fotografía en tamaño natural de la isla Alicudi en las islas Eolias: una fotografía escala 1, que será impresa en 3750 rollos de PVC, cada uno de 5 metros de ancho por 50 metros de largo, es decir, (salvo error) una fotografía total de 0.94 km2. Una tarea imposible y absurda, tanto por su amplitud que como representación, pues la imagen es completamente pixelada. Una utopía de trasplantación de la naturaleza al arte de manera directa que cuestiona la representatividad de la fotografía. Sólo presentan 3 de los 3750 rollos: en cada exposición la artista añade uno. Los rollos parcialmente desenrollados ocupan el espacio, lo sumergen y amenazan con englutir al espectador. Una simple fotografía de isla colgada en una pared representa el enfoque contrario, el de la realidad representativa pero reducida. Un enfoque similar al de Brugnon Rollin cuando cartografía a escala 1 el contorno de la isla de Gorea, una tarea absurda que cuestiona (en su caso más política) y muestra que el mapa y la representación no son veraces.
Pauline Curnier Jardin, Fat to Ashes, 2021, video, captura de pantalla |
Y, en el gran hall de la entrada al Bahnhof hay una especie de carpa de circo de pasta de almendra, que presenta una película de Pauline Curnier Jardin (también se acabó recién) que combina tres celebraciones, tres ritos; matanza del cerdo en una finca, el Carnaval de Cologne y la fiesta de Santa Agata (la santa de senos cortados: leer este ensayo) en Catania. Se trata de tres momentos de alborozo y transgresión, el primero antiguo y privado, el segundo, un momento colectivo (el carnaval) en el cual la gente participa individualmente, y el tercero una fiesta colectiva, armoniosa, en la cual, al contrario del carnaval actual, los participantes abandonan su individualidad para fundirse en un todo colectivo que forja la identidad de la ciudad. Lo que me impresionó fue el contraste entre la fiesta alemana consumista y la fiesta siciliana identitaria y de unión. Acompañada de un ritmo endiablado, sensual y brutal. La pieza se llama Fat to Ashes, de Fat Thursday (jueves lardero) a Ash Wednesday (miércoles de ceniza). Su otra pieza, con velas benditas y dibujos hechos por prostitutas, es más simplista y demasiado evidente.
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