jeudi 7 janvier 2021

Periplos parisinos 9 : Saint-Michel-des-Batignolles

 


25 de diciembre de 2020, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)


Maria / Flora Morgan Snell, Pentecostés 1964/66, óleo sobre lienzo, 600x400cm, iglesia Saint-Michel-des-Batignolles, Paris


En el arte religioso siempre han dominado los pintores masculinos. Una de las raras excepciones a esta regla «patriarcal», como dicen, está en esta desconocida y curiosa iglesia del distrito 17, encerrada en una manzana de casas y de la que apenas podemos divisar el campanario desde la avenida Saint Ouen, éste último coronado con una estatua del arcángel en una estrecha calle. Es una iglesia de principios del siglo XX, está cubierta de ladrillo y su interior oscuro, más o menos bizantino está decorado con maderas exóticas e iluminado con vitrales abstractos muy bien logrados (¿de quién?). Tenemos entonces dos inmensos lienzos (cada uno de 24m2) de Maria (o Flora) Morgan Snell (1920-2007). Mujer, pintora poco conocida pero apreciada por André Maurois y Louise de Vilmorin; había nacido en la alta burguesía brasileña y se había casado con el conde de Moustier, se instaló en Francia con su marido en 1948. Gran adepta de la vida mundana, vivía entre sus dos países, fue entrevistada por la famosa novelista brasileña Clarice Lispector (dos meses antes de su muerte) quien hizo un retrato malvado en el que la ridiculizaba (sonrisa permanente, peinado alto y colores lilas en la ropa y los labios). Sin embargo, dejando el aspecto de vida social, Morgan Snell fue una artista fuera de lo común, inclasificable e independiente de las convenciones pictóricas. Este corto muestra bastante bien su dualidad, mujer de mundo y artista, y cómo juega con ello sutilmente: es difícil imaginar que una persona así pueda realizar una obra tan intensa. Combinando en su enfoque la tradición antigua y clásica desde la estatuaria griega hasta Miguel Ángel, Veronese o Géricault, con una dimensión tropical tanto con ciertos motivos exóticos como con la ejecución y la intensidad de los colores, en la línea del Manifiesto antropófago, fue una pintora del cuerpo humano, de su anatomía, de los músculos y la piel, con una sensualidad desconcertante, hasta tal punto que el Centro Pompidou la califica de ícono gay (ella misma cuenta en el corto que, como si quisiera evitar los prejuicios anti feministas, firmaba sin su nombre y muchos pensaron que era un hombre llamado Morgan; algunos homosexuales le escribieron mensajes de amor). Dejó de pintar en 1978 cuando murió su marido a los 79 años. En 2016 una exposición en Río de Janeiro le rindió homenaje a su obra. Un lienzo de 10 metros, Los Raptores de los Mares, se encuentra en la oficina de correos de  Sables d’Olonne. Los lienzos que presentamos aquí estaban en la iglesia de la Santa Trinidad, en la parte superior del absidiolo de la Virgen y en 1992 fueron desplazados a esta iglesia en donde se armonizan mejor con el estilo.


Maria / Flora Morgan Snell,  Pentecostés, detalle

 

El primer lienzo, monumental, que vemos a la izquierda al entrar en la iglesia, es Pentecostés. Se trata de un impresionante contrapicado en una arquitectura con columnas de aspecto antiguo que para el ojo es difícil de calibrar: una Virgen vestida de azul sobre la cual descienden los rayos del Espíritu Santo, emerge de un desorden exuberante de cuerpos entremezclados. El espacio es reducido, comprimido, desconcertante. En la cima dos pequeños personajes, uno volando (¿un ángel?, ¿Dios Padre?) el otro como si fuera a clavarse en el azul del agua. Alrededor de la Virgen, diez apóstoles visibles (dos de los cuales no vemos sino las manos, a la izquierda), algunos (como San Juan, me parece, a su derecha) peinados al estilo de los años 60. Un escudero de túnica rosada que tiene el caballo cerca de los apóstoles hace el enlace entre los dos espacios: el de la parte de abajo se organiza alrededor de una máscara negra de la cual brota un agua que parece un traje. Delante de ésta reza de rodillas una mujer desnuda: se mezclan ritos cristianos y ritos paganos, posiblemente vudú. Los personajes de la parte de abajo son más coloridos: el rostro de una joven negra detrás del escudero a la derecha, un indio armando su arco delante de él, a la izquierda un hombre calvo de piel oscura lleva un extraño sombrero, delante de él tres jovencitas poco vestidas; es un concierto tumultuoso de pieles de todos los colores, de músculos, de carnes, que produce vértigo. 


Maria / Flora Morgan Snell, Presentación de la Virgen al Templo, 1964/66, óleo sobre lienzo, 600x400cm, iglesia Saint-Michel-des-Batignolles, Paris, foto del autor


La Presentación de la Virgen al Templo, igual de grande (la foto es mala, lo siento), está hecha con la misma construcción en contrapicado, en la cual, la arquitectura vista desde abajo, produce la impresión de que la escena emprende el vuelo aunque no entendamos bien la estructura: ¿qué son las paredes a la izquierda y en qué sentido van? La Virgen de túnica blanca y capa amarilla está apartada arriba a la derecha, un método inspirado en Velazquez o de van Winghe. Pero se olvida pronto, descuidamos las dos trompas de elefante a la derecha, la mirada se dirige hacia el luchador de espaldas en el medio y se fija en las anatomías magníficas del primer plano, un efebo lleva en la mano a una paloma, un negro atlético sentado abajo a la izquierda y, en frente, un mestizo pensativo con una piel de tigre en el muslo bajo una resplandeciente tela roja que recuerda al Greco. A diferencia del otro lienzo aquí no hay mujeres, salvo María y sin duda, Santa Ana, en le centro; pero la sensualidad no es menor. Se siente uno como aplastado por esas composiciones que cuesta estructurar y en las que no entendemos todos los símbolos; pero que se imponen por su riqueza, su complejidad y el juego de formas y de luces. Sobresale la calidad del dibujo, de una gran precisión, es una pintura de escultor, intensa, titánica, que no se limita a la anatomía (como aquí, por ejemplo), y realiza un equilibrio audaz entre la arquitectura y los cuerpos ideales que la pueblan. So pretexto de temas cristianos resurge un paganismo antiguo y adivinamos la influencia de pintores y pensadores del Renacimiento para combinar neoplatonismo y cristianismo. Un descubrimiento interesante.


Georges Chicotot, Ángel pintor en el taller del monje dormido, s.f., óleo sobre lienzo, iglesia Saint-Michel-des-Batignolles, Paris, foto del autor


Esta iglesia nos hace descubrir más: un conjunto de madera maciza tallada toscamente que representa a Cristo con dos apóstoles dormidos (¿de quién serán?), una Natividad de María atribuida a Jerónimo Jacinto de Espinosa, escena tenebrista cuya sencillez rústica seduce; y este divertido cuadro de Georges Chicotot, radiólogo, pintor en especial de temas médicos, (y ¿viticultor?): el artista agotado se ha dormido delante de su lienzo con la paleta en la mano y un ángel viene a socorrerlo y completa el cuadro; es quizás un bosquejo de la escena central de la Coronación de la Virgen. Al principio pensé que se trataba de San Lucas pero es más probable que sea Fra Angélico (existe un cuadro sobre le mismo tema de Albert Maignan en Saint-Valéry-en Caux). Última curiosidad de esta iglesia llena de imprevistos: el órgano procede de los salones del Hotel Majestic y fue trasladado a la iglesia cuando el Ministerio de la Guerra se instaló en el Majestic en 1938: de los fiesteros a los fieles...

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