mercredi 15 février 2017

El mito Twombly

13 de febrero de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí) 




Cy Twombly, Night Watch, 1966, pintura-industrial-papel-a-la-cera-sobre-lienzo, 190x200cm





Debo decir para empezar que nunca he sido un admirador incondicional de Cy Twombly; de sus fotografías de tonos pasados, sí, pero a menudo sus lienzos me han dejado dudoso, incluso preocupado. Su exposición en el Centro Pompidou (hasta el 24 de abril) me ha permitido por lo menos entender un poco porqué. 
Me parece que Towmbly oscila entre dos polos : uno austero y que tiende a la abstracción, depurado, reducido a la más simple expresión; el otro expresivo, exuberante, casi barroco y cargado de referencias clásicas que podríamos juzgar pretensiosas. 






Cy Twombly, Nine Discourses on Commodus, 1964, vista del conjunto en Guggenheim Bilbao





En esta segunda tendencia, el peor es sin duda Nine Discourses on Commodus, qui pintó, dice, en reacción al asesinato de JFK. Con fondo gris, pedazos amarillos, rosados y rojos como crestas de gallo, nueve lienzos alineados sin pureza ni gracia : la sicología del emperador traducida en impulsiones de colores. Sus referencias constantes a la Antigüedad, la seudo historicidad, sus títulos que recuerdan sin cesar a Virgilio, Homero, Troya (Iliam en lugar de Ilium, pues la A encarna la virilidad : pedantismo), Sesostris y Ra, Aquiles y Patroclo, mezcla de todo un poco, dan una impresión de buen alumno, estadounidense culto casado con una aristócrata romana, dándose el Súper Paseo impresionando a sus compatriotas puritanos y provinciales con su cultura y sensualidad mediterránea, que, me parece, no suenan bien. Esa sed ingenua de lo grandioso me deja indiferente.





Cy Twombly, ST (A Gathering of Time), 2003, acrílica-sobre-lienzo, 215,9x267,3cm, col. Brandhorst






En cambio, sus primeros lienzos, arañazos austeros, o su regreso después de 1964 a fondos negros y grises en los cuales la cira blanca traza dibujos (arriba), o su serie A Gathering of Time, delicadas bombas blancas que estallan sobre fondos etéreos, son maravillas de pureza, de simplicidad depurada sin toda la grandilocuencia neoclásica expresionista del resto de su pintura (al igual que la serie de los grandes Bacchus rojos y blancos, a pesar de los títulos, arriba). Pero todos esos lienzos son también una reacción del artista frente a la falta de éxito critico y comercial de sus otros lienzos, como lo dijo después de Commodus. ¿En dónde sitúa su veracidad fluctuante en su construcción-destrucción de la pintura?






Cy Twombly, Winter's Passage Luxor (Porto Ercole), 1985, madera-puntillas-pintura-lápiz-de-color-sobre-papel, 53,5x105x51cm, Kunsthaus Zurich





También hay esculturas pequeñas, objetos ensamblados recubiertos de yeso y de pintura blanca. Ésta evoca (también por su título) una barca funeraria del antiguo Egipto, que va de la orilla derecha, orilla viva del río Nilo, hacia la orilla izquierda, mortuoria (Porte Ercole el lugar en donde murió Caravaggio, una referencia más...) Y sus hermosas fotografías : desde 1951, en el Black Mountain College, bodegones con vidrios y botellas a la Morandi, en 1953, un juego abstracto y mínimo con mesa y mantel; y luego unos polaroids sensuales de colores pastel, poemas pequeños y discretos, como los limones de Gaète. Es cuando se abandona así, sin despliegue de cultura y sin cálculo, que, me parece, Twombly es el mejor.






Cy Twombly, ST (Bacchus), 2005, acrylique-sur-toile, 317,5x417,8cm, coll. Brandhorst




Entonces, volví a leer a Barthes a quien Yvon Lambert le había encargado dos textos sobre Twombly : Barthes, reticente, quien, en uno de los textos no se decide a nombrarlo y escribe sobre "TW", una forma de echarse atrás que se puede descifrar fácilmente. La dimensión escrita de los lienzos de TW y sus referencias greco-latinas resuenan en él. Para él es la oportunidad de escribir sobrepasando a Twombly, no tanto sobre el pintor sino sobre el gesto, el rasguño, la suciedad, la escritura, justamente (y también sobre la estética que debería ser "una tipología de los discursos", que se interesa no en la obra sino en su percepción, "tal y como el espectador la hace hablar en sí mismo"). Descifra el planteamiento del pintor que consiste en "pasarles a los hombres sedientos, el señuelo de un significado" con los títulos de las obras, imágenes de las cuales "importa la referencia, no el contenido". El arte de Trowmbly escribe, es el de haber "impuesto el efecto mediterráneo a partir de un material que no tiene ninguna relación analógica con el gran resplandecer mediterráneo", y, más lejos, la cultura, para Trowmbly, es "un gusto, un recuerdo, una postura, un gesto dandy". Del arte de criticar con elegancia. 




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