dimanche 19 février 2017

¿ Icono o testimonio ? (Claudia Andujar)

17 de febrero de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí) 



Claudia Andujar, ST 2 O Extremo, serie Reahu, 1974 76




Como no pude ver el pabellón de Claudia Andujar en Inhotim, aprovecho su exposición en los Archivos Fotográficos de Lisboa (hasta el 15 de abril) para descubrir su obra, de la que solamente conocía algunos chamanes en transe (aquí arriba). Suiza de padre judío húngaro cuya familia desapareció en la Shoah, llegó a Brasil en 1955, y, después de varios trabajos fotográficos, descubrió a los amerindios Yanomami en 1970 y los fotografió durante cerca de 15 años, al mismo tiempo que militaba por la creación de una zona santuario para ellos, y fundó la Comisión para la creación de un Parque Yanomami. Creó una relación muy cercana con ellos, y se nota en muchas de sus fotografías : de alguna manera es del anti Salgado.





Claudia Andujar, serie Marcados, 1981 1983




En la entrada de la exposición se encuentra la serie más sorprendente : retratos de busto de diez amerindios y cada uno lleva una etiqueta con un número. Se trata de un trabajo documental para una expedición médica (los amerindios están poco inmunizados contra las enfermedades de los blancos), y, como no tenían identidad precisa, decidieron (¿ella? ¿los médicos?) numerarlos. Son retratos amistosos, abiertos, relajados, nada que ver con el paternalismo colonial de la mayoría de los retratos de indígenas (como los de Edward Curtis o los Nubas de Leni Riefenstahl), ni con la interiorizada y orgullosa hostilidad de las mujeres argelinas de Marc Garanger; más bien como los beduinos de Miki Kratsman, otros parias que rechaza la etnia dominante, pero no podemos dejar de pensar, ante esas pancartas numeradas (la serie se llama Marcados) en la identidad judicial, y sobretodo en los padres de Andujar víctimas de la exterminación de los judíos de Europa. Al principio ese trabajo era únicamente documental, fue más tarde que ella decidió editarlo y presentarlo como obra de arte. Es la obra más pura, la más sobria de la exposición y me parece que es la mejor.





Claudia Andujar, Espreguiçar 1, serie Retratos, 1974 76




Las otras fotografías, aunque dan un buen testimonio de la vida de los Yanamomi, están en su mayoría, cargadas de una voluntad esteticista demasiado evidente. Los cuerpos son bellos y otras imágenes a veces en primer plano muestran los atributos de los aderezos o los peinados de los indígenas, pero la pose y la luz, la voluntad marcada de hacer referencia a esculturas antiguas crea iconos más que testimonios. Me perece demasiado pulido.






Claudia ndujar, ST (O Illuminado), serie Casa, 1974



Igualmente su serie sobre las casas, si una cesta de mimbre con dos instrumentos es de una belleza simplísima, muchas de las fotos de chozas bañan en una luz somital casi artificial y ese pobre niño iluminado se parece más a un irradiado o a un extra terrestre que a otra cosa. Esa vacilación entre testimonio y fotografía que yo calificaría de neopicturalista (a pesar de que ella no utiliza mucho los procedimientos) molesta al espectador, que se encuentra entre interés frustrado y admiración complaciente. ¡Lástima! 



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